Paradojas de Westworld (este domingo a las 22 HBO emite el episodio final de temporada): hubo que alejarse del resort enclavado en el Viejo Oeste para que el relato se asimilara a lo que promete un parque de diversiones. Con una narrativa más urgente y directa, su tercer arco ubicó la rebelión de las máquinas en el futuro. O, mejor dicho de “la” máquina Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood) junto con el reflexivo Bernard (Jeffrey Wright) y la matrona Maeve (Thandie Newton). La sensación general que dejan estos capítulos es que el orden se ha invertido. O que la simulación se ha tildado.

En definitiva, los humanos resultan los anfitriones para los droides en plan de venganza. Incluso asomó Caleb (Aaron Paul) como un Homo Sapiens dispuesto a apoyar la causa de los droides hacia 2058. “En la primera temporada nos focalizamos en la aventura del Western y la dicotomía con lo futurista. En la siguiente lo externo seguía siendo algo misterioso y elusivo, casi una antesala, un puente, de lo que vimos ahora. La tercera temporada no solo sucede en el exterior sino que unifica y le da sentido a lo que vimos antes”, repasa Jonathan Carlos, su director de arte, en entrevista exclusiva para Página/12.

Entonces, si las primeras dos temporadas optaron por un metrónomo narrativo tan ambicioso como encriptado, el modelo 2020 de Westworld resurgió como un thriller futurista y elegante. Aunque la cuestión relativa al libre albedrío pivoteó todo este arco, se fue al hueso –metálico- de la cuestión. La vaquera comanda la represalia contra los humanos que juegan a ser Dios. Su mayor objetivo es Serac (Vincent Cassel), el creador de la Rehoboam, la máquina de Inteligencia Artificial que ordena los designios de la humanidad. ¿Logrará finalmente su cometido en “Crisis Theory”? ¿O el episodio final dará lugar a una nueva bisagra? ¿Será un adiós para estos días venideros angulosos, hipnotizantes y caóticos? En una entrega que invita a ver más allá de lo obvio, admirada por su puesta en escena, un nuevo entorno no puede ser simplemente eso. “Es el mundo del futuro pero es ese mundo el que hacía funcionar al parque. Y es un futuro que también puede ser visto como un parque, tiene esa estimulación permanente, de color, textura y naturaleza. Es otro teatro de operaciones, por detrás”, explica Carlos.

Vale decir que la adaptación del relato de Michael Crichton ya fue confirmada para una cuarta temporada que arribaría en 2022. Dos años en los que, seguramente, se debatirá fuerte acerca de los caminos que tomaron los showrunners Jonathan Nolan y Lisa Joy: Westworld es una de esas que se ama, debate y también genera animadversiones fuertes. ¿Y qué queda de esa obra de culto emitida a rabiar en Sábados de Superacción? “Hay una admiración por lo que se propuso en ese film. Por la emoción, temáticas y las líneas narrativas que sirvieron de base para la primera temporada y, aunque no se vea a simple vista, tiene vínculo con lo que estamos haciendo ahora. Hubo una referencia directa en un episodio cuando mostramos el subsuelo y apareció equipamiento de ese viejo parque, y si mirás detenidamente, aparece fugazmente el personaje de Yul Brynner, el hombre de negro de la película. Su vaquero negro está en las sombras como un homenaje”, repasa Carlos.

-Westworld genera un consumo compulsivo por los regalos metaficcionales y guiños con la audiencia. ¿Están allí a propósito o los fans elucubran demasiado?

-Una cosa que amo hacer es ver lo que se escribe tras la emisión de cada capítulo. La mayoría de las veces la audiencia agarra los guiños. Hay muchas conexiones en las que están en lo cierto, otras en que imaginan cosas plausibles y muy bellas, por cierto. Cada capa visual que añadimos a la historia tiene un sentido, tratamos de que cada personaje tenga un entorno que lo contenga, signifique y amplifique. Por eso es que hay muchas líneas y subtextos para ellos. En la tercera temporada, especialmente, esto se ve en los referido a las perlas y los personajes que alojan en el cuerpo de otro. A cada uno le corresponde una textura, patrón y forma, que dialoga con quien lo usa.

-¿Westworld, con todas sus posibilidades, representa un parque de diversiones para alguien en su labor?

- Bromeamos con que se siente cercano a lo perfecto, aunque hay que resolver situaciones imposibles en un período muy corto de tiempo, así que los involucrados en Westworld somos los verdaderos robots. Estar en una producción así es como trabajar dentro de un parque de diversiones pero como operario. Parte del encanto del programa es imaginar todos estos períodos con estéticas tan diferentes. Hay mucha investigación sobre cada una de esas eras propuestas. Se trata de volver creíble el mix de una era junto con un retrato futurístico.

-Se nota que los showrunners Lisa Joy y Jonathan Nolan son puntillosos al extremo. ¿Cómo es el trabajo con ellos?

-Tienen una altísima curiosidad intelectual, aman el arte, la literatura, la antropología, la biotecnología, lo robótico y el diseño de la aviación, por mencionar algunos intereses. Todo eso lo trasladan a un programa de TV. Lo más asombroso es que presienten la problemática del mundo que se avecina en términos de posible e imposible. Esas inquietudes suyas tratamos de volverlas aplicables al mundo de la serie.

-¿Hay algún período histórico que no se ha visto y que le gustaría plasmar en Westworld?

-Me encantaría probar con el diseño de la era soviética. Y aunque no lo hiciéramos, creo que algo de esa estética estuvo presente en la serie. Específicamente en la arquitectura de esta temporada, en los capítulos con escenas en Oriente y su look concreto.

-Dolores fue concebida como una vaquera., ¿Significó un desafío ubicarla en este entorno del futuro?

-En realidad es bastante natural. Es un personaje adaptable casi por definición. Su gran transición ya se dio en la primera temporada, cuando accedió a su propia conciencia. Es una criatura hecha para la supervivencia. Su gran logro es como mantiene información y la utiliza en un modo que nadie puede comprender. En esta temporada, actúa de manera diagonal junto a Caleb. Creo que estamos ante una Dolores que se comporta de manera más agresiva y estuvo tramando algo. El resultado de ese tejido se va a terminar de comprender bien al final de temporada.