Apoyo fotográfico

“Fotógrafes de todo el país nos organizamos para que nuestras imágenes asistan el trabajo de emergencia en los barrios populares”, anuncia flamante iniciativa de huestes locales. En Fotógrafes x los barrios, tal es el nombre de esta propuesta, más de 130 profesionales de la imagen donan obra para que lo recaudado se destine a las zonas más postergadas de Argentina, cuyo marco de realidad “es catastrófico”. Apuntan en su acta de intenciones algunas de las tantas dificultades cotidianas que atraviesan sectores vulnerados, que vuelven apremiante la urgente acción solidaria: el coronavirus, claro está, además de enfermedades estacionales, el brote del dengue, problemas estructurales y edilicios de larga data, falta de agua, precario servicio eléctrico, hacinamiento en las viviendas, calles sin asfaltar o la urgencia del hambre. Circunstancias que los han motorizado a ceder fotografías, a la venta hasta el 16 de mayo por 1.400 pesos la pieza, para destinar el dinero reunido “a la organización La Poderosa, en cuyo accionar colectivo confiamos, que se ocupará de distribuirlo en aquellos lugares que considere más necesarios”, conforme precisan. En el variopinto catálogo, que puede verse vía Instagram y Facebook, hay de todo como en botica: un corte de ruta en Camino Negro, capturado por el fotógrafo Pablo Piovano. Messi festejando un gol en las eliminatorias de la Copa del Mundo 2018, eternizado por Diego Lima. Preciosos brotes de jardín, fotografiados por Juana Ghersa. Un entrañable retrato de Charly García, por Nora Lezano. Una toma directa de Constitución en 2004, de Constanza Niscóvolos. Una imagen de la serie “México” de Adriana Lestido. Un pingüino gentoo de Islas Malvinas, a través de la lente de Rubén Digilio. Un niño de Ciudad Oculta, por Nahuel Alfondo. Pescadores en plena faena en un nubladísimo muelle de Costa Alta, en Rosario, imagen de Celina Mutti Lobera…

Apollonia Saintclair y el placer intramuros

El solícito pedido que se repite a lo largo y ancho, “Por favor, quédate adentro”, cobra renovado sentido en la boca de la enigmática Apollonia Saintclair, reconocida ilustradora erótica que acaba de lanzar una petite serie precisamente intitulada Please Stay Inside. Un doble mensaje a todas las luces con sus muchachas en clímax o en plena faena de autosatisfacerse, “jugando a salvo” en los confines del hogar. “En estos días extraños, ansiamos el contacto: queremos tocar la textura de una piel conocida, oler el aroma único de un cuerpo cercano, percibir cómo irradia calor, oír el leve susurro de su respiración que hace que la presencia de cada persona sea una experiencia auténtica e insustituible”, anota la artista que, en su detallista trazo, suele poner la sexualidad femenina en el centro de la escena, liberar sus fantasías más hondas del grillete de la culpa o la vergüenza. En general, en blanco y negro, “para dejar más espacio a la imaginación del espectador-voyeur”. Please Stay Inside sigue esa línea, aunque inspirada “en esta paradoja insoportable, en la nostalgia inexpresable, en una promesa de reencuentro aún muy lejana: para proteger a nuestros seres queridos, tenemos que mantenerlos a distancia; para volver a verlos, debemos permanecer separados”, dice la dibujante autodidacta, que sigue optando por el anonimato desde su misteriosa residencia en el Viejo Continente. Y que a menudo cita como referentes a artistas gráficos como Moebius y Milo Manara, a escritores como Marqués de Sade, Apollinaire, Henry Miller. Inspiraciones más que evidentes en su obra, especialmente en la selección de 400 ilustraciones que reunió en la trilogía Ink is my Blood a fines del año pasado, con sus mejores piezas de 2012 a 2016, enriquecidas por textos y ensayos de especialistas en erótica como la directora de cine sueca Erika Lust.

Joya recuperada y adaptada, del audiodisco al cómic

Hace poco más de un mes corría la triste noticia de que Astérix y Obélix habían quedado huérfanos al morir a los 92 años el maestro Albert Uderzo, padre junto al guionista René Goscinny de los dos galos más famosos de la historia de la historieta. Impensado, entonces, que los icónicos personajes pronto hagan su regreso triunfal con una aventura escrita e ilustrada por sus mismísimos creadores. ¿Cómo es posible este extraño, póstumo suceso? Gracias a un tesoro exhumado, una historia prácticamente inédita, de 1967, entonces concebida en formato audiolibro. Goscinny escribió el guión; Uderzo ilustró el librito que acompañaba el disco de 33 pulgadas. Y El menhir de oro, como se llama, salió a conquistar parlantes, distribuido por la marca Philips. Hoy es prácticamente imposible de conseguir; motivo por el que, en octubre, verá la luz una versión adaptada a historieta, de 44 páginas, con una tirada prevista de 100 mil ejemplares solo en Francia, conforme adelanta Le Figaro. Que aclara, por las dudas, que el héroe de la historia es el bardo Asuranceturix, que quiere que su talento como cantor sea reconocido “no por los ignorantes de la aldea sino por el jurado del concurso Gaulois Bard que se celebra en el Forêt des Carnutes”, dispuesto a hacerse del premio supremo, ¡el Menhir de Oro! Viendo que las dotes de trovador de su amigo podrían comenzar peleas, Ásterix y Obélix se deciden a acompañarlo a modo de protección. Por cierto: cuenta el cómic con el visto bueno de Uderzo, que supervisó la restauración de sus 14 ilustraciones hasta fines de 2019. Fue, acorde al medio francés, su última participación en la legendaria saga, otra razón para celebrar este rescate del noveno arte, joyita ciertamente inesperada.

Tempranísimo reciclaje

Inventores de eficientes acueductos y de un resistente hormigón, se sabe que los antiguos romanos eran excelentes constructores e ingenieros. Pero también podrían haber inventado un sistema de reciclaje notablemente ingenioso y evidentemente adelantado, conforme arroja un reciente estudio. Estudio que ha analizado las ruinas de Pompeya, ciudad que quedó enterrada bajo una gruesa capa de ceniza volcánica cuando el Vesubio entró en erupción en el año 79 dC, y que actualmente es patrimonio mundial de la Unesco. Al parecer, excavaciones revelan que enormes montones de basura arrojados fuera de las murallas de la ciudad seguían un criterio de recolección, ordenado y reventa. En las precisas palabras del equipo a cargo: “eran escenarios para ciclos de clasificación, uso y reutilización”. “Las pilas amontonadas, de hasta varios metros de altura, incluían materiales que podían volver a usarse para la construcción, y los pompeyanos no preveían deshacerse de ellas. Más bien, recoger, ordenar y revender intramuros”, anota la académica estadounidense Allison Emmerson, parte un grupo investigador que incluye a los arqueólogos Steven Ellis y Kevin Dicus. Agrega que, en efecto, “buena parte de los edificios de esta excepcional urbe fueron construidos a partir de desechos: algunas paredes, por ejemplo, incluyen materiales reutilizados como piezas de baldosas, azulejos, ánforas rotas, trozos ocultos bajo una capa final de yeso que emprolijaba su aspecto”. Durante años, la arqueología estaba convencida de que los escombros encontrados provenían del terremoto que golpeó a la ciudad dos décadas antes de la erupción del Vesubio, pero para Emmerson “no hacía sentido poner un vertedero tan cerca de las áreas habitadas sin que darles un uso”. Explica además que, para el hallazgo, fue vital el análisis del suelo, cuya textura difiere dependiendo de dónde se almacenaron originalmente los montículos: si se crearon in situ o se recolectaron de distintos lugares para su posterior reutilización. Con las conclusiones al día, dice también que el modelo pompeyano es un ejemplo a seguir: “No hemos aprendido a gestionar bien la basura como sí lo hicieron ellos, que estaban ordenados en torno a principios diferentes. Este punto tiene relevancia para la crisis moderna de los residuos. Los países que los gestionan más eficazmente han aplicado una versión del modelo antiguo, priorizando la mercantilización en lugar de la mera eliminación”.