Existen distintas formas de retratar el camino de un género musical dentro de un territorio. Podrán ser libros, películas, series, podcasts o vlogs. Pero, ¿por qué no hacer que la música cuente su propio cuento? Este tipo de razonamiento disparó la premisa que desde hace 18 años alimenta Sebastián Gómez, alias DJ Rasflek, para editar el compilado Buenas Vibraciones. Su séptima edición, lanzada este año, se compone de 22 canciones de reggae de igual cantidad de artistas de diferentes lugares del país, unificadas por el criterio del periodista, productor y dj.

Rasflek ostenta una amplia trayectoria como cultor y divulgador del género. Su programa de radio Buenas Vibraciones (FM REC, 89.5) entró este año en la octava temporada, y la creación del sello BVDigital Argentina le permite difundir a muchos artistas, además de editar este ya legendario compilado de reggae local. En este caso, y en complicidad con el latiguillo “A Todo Ritmo”, el Buenas Vibraciones Volumen 7 alteró el significado de las siglas en pos de un mensaje: “Argentina Tiene Reggae”.

Su responsable explica: “Estilos como el trap y el rap cautivaron a las nuevas generaciones, como le pasó al género en su momento. Y aunque no goce de la salud que tenía hace unos 10 años, hoy el reggae argentino está estable y en funcionamiento, cosa que con otras generaciones no pasó porque después de un gran furor vino el silencio absoluto. Este disco muestra la diversidad de sonidos y representantes que tenemos”.

 

La recolección y selección del material se hizo a lo largo de dos años, en tres tramos: convocatoria nacional, primer filtro y selección final. De 106 canciones y grupos iniciales, quedaron 36 en la segunda etapa, hasta los 22 que finalmente integran el disco, con representantes de Buenos Aires, pero también de provincias como Misiones (Yaguanderfull), San Luis (The Blessed) o Entre Ríos (Suma Paciencia).

Rasflek, que empezó con este proceso en abril de 2018, editó el primer volumen de Buenas Vibraciones en 2004 (aquel “Compilado de nuevo reggae argentino”), como el manifiesto artístico de un movimiento que veía reciclarse en fiestas, reuniones y conciertos. “Esa generación de los 2000, con grupos como Dancing Mood, Riddim o Nonpalidece, gestó un recambio que estandarizó al reggae nacional, pero no lo explotó. Lo que pasa ahora me hace acordar mucho a esa tercera generación”, se entusiasma.

¿Cuándo explotó el reggae en Argentina?

--A muchos reggaeros no les gusta verlo así, pero para mí el fenómeno de Drear Mar I fue bisagra. Se lo puede ver como la consecuencia de muchos años de haber hecho las cosas bien. Sin embargo, él con su banda consiguió que gente que nunca en su vida había escuchado reggae empezara a hacerlo. Pioneros de nuestro estilo, como Los Pericos, Los Cafres o La Zimbabwe, nunca habían logrado hacer explotar el mercado. El furor de Dread Mar I provocó que bandas como ésas detonaran lo que no podían haber hecho tiempo atrás, y que muchos conocieran el reggae gracias a él y no a Bob Marley.

Recibiste material de todo el país. ¿Dónde se está dando lo más interesante?

--Creo que en la región del NOA. En esta última década se han nutrido de una cantidad y calidad muy interesantes. El reggae es un folclore jamaiquino que nosotros de alguna forma estamos argentinizando. Ellos, además de argentinizarlo, le meten su propio folclore, con su idiosincrasia, sus sonidos y hasta instrumentos autóctonos.

¿Cuál fue el criterio para el recorte final?

--Primero, el sonido. Hay grupos muy buenos, pero sus canciones pueden no estar bien grabadas o faltarles trabajo. Al mismo tiempo, un criterio histórico-generacional. Mi idea con el proyecto siempre fue contar la historia del reggae en Argentina por intermedio de discos compilados. Cada vez que pienso en sacar uno nuevo, reviso el anterior para ver en qué época me fui quedando y sostener un hilo conductor. En esta edición hay bandas que tienen entre 5 y 10 años.

#QuedateEnCasa como DJ Rasflek, que ansía que se reactiven los show y fiestas reggae | Foto: Cecilia Salas

¿Cómo ves al reggae argentino respecto de lo que pasa afuera?

--Si comparamos con Jamaica, Europa o Estados Unidos, no estamos tan atrás como en épocas en las que había una diferencia abismal en lo sonoro y visual. Generaciones anteriores no tenían la tecnología como para acercarse a otra música, por eso a veces se decía que las bandas sonaban muy básicas. Estamos ejecutando un folclore jamaiquino que no se condice con nuestro hábitat y que incluso es muy difícil de cantar en castellano. A pesar de tantas readaptaciones, somos bastante fieles. No hay tanta diferencia.

En los últimos años crecieron mucho ritmos como el trap o el dubstep. ¿Algo nuevo del reggae puede salir de una fusión con esos géneros?

--Sí. El reggae siempre se reinventa y tiende a irse o hacia lo electrónico o hacia el hip hop. De hecho, hace algunos años, cuando artistas como Protoje, Kabaka Pyramid, Jesse Royal o Chronixx crearon el subestilo “reggae revival”, se marcó esta tendencia de pasaje del roots hacia el hip hop. Hay una continua mutación, a través de la búsqueda y el acceso a nuevas tecnologías e instrumentos. Si eso progresa, la música también, para salir de ortodoxias rítmicas y pasar a nuevos planos. Manteniendo la madre, que es el reggae.

Con este trabajo estás contando la historia del género en el país. ¿Creés que también la estás construyendo?

--Por supuesto. A esta altura, es un gran antecedente y uno se siente parte de la historia, dentro de lo que le toca. No lo digo yo, lo dicen tantas generaciones que crecieron con estos discos y me lo hacen saber. Como tantas bandas van a quedar en la historia por sus canciones, creo que yo, como dj y productor, también voy a quedar un poco por todo este trabajo arqueológico de 18 años, en los que publicamos temas de 129 bandas. Estoy orgulloso de haber podido generar esa usina de publicidad para tanta gente involucrada.