De Público, especial para Página/12

Un aglomerado más bien ligero de rocas y arena con llamativa forma de diamante o trompo viaja por el espacio desde hace al menos varios millones de años. En su superficie se alternan dos colores, uno rojizo y otro azulado. Así es el asteroide Ryugu de apenas 850 metros de lado que ha visitado, sondeado y explorado una sonda japonesa que ya vuelve a la Tierra con muestras de su superficie. Mientras llega, para fin de año, el amplio equipo de científicos de la misión Hayabusa 2 prosigue su trabajo de análisis del resto de los datos e imágenes recogidos por la sonda y no para de encontrar nueva información que hace historia.

La última hecha pública se basa en las imágenes de alta resolución y el video tomados por la cámara de la sonda cuando se posó momentáneamente hace poco más de un año en la accidentada superficie de Ryugu (que significa "palacio del dragón") para recoger las muestras. Al examinar la ligera capa de material rojizo que fue removida por el acercamiento de la sonda Hayabusa y compararla con los estratos visibles en los cráteres del asteroide, los científicos han deducido que el color rojizo se debe a que Ryugu hizo una corta excursión en el pasado fuera de su órbita actual cercana a la de la Tierra para acercarse bastante más al Sol, que lo enrojeció superficialmente.

La siguiente pregunta que intentan responder los expertos es qué pasó para que esto sucediera. La hipótesis que plantean en la revista Science es la de una evolución complicada de este cuerpo celeste a lo largo de la historia del Sistema Solar hasta llegar a su estado actual. Empieza con una ruptura catastrófica del cuerpo original que da lugar a múltiples fragmentos, parte de los cuales se reagrupan como asteroide poroso hace solo unos 9 millones de años con su forma característica.

Entonces, entra en una órbita cercana a la Tierra, fuerzas externas le acercan al Sol y se produce el enrojecimiento de la superficie. Luego, gradualmente, parte de la masa ecuatorial se traslada a latitudes medias y el constante bombardeo de otros cuerpos celestes menores, así como el paso del tiempo, descubre cráteres y zonas azuladas hasta que la superficie se ve como una mezcla bastante homogénea de rojo y azul.

Por lo demás Ryugu es un asteroide muy oscuro de los que tienen una órbita más cercana a la de la Tierra y es rico en carbono, como las dos terceras partes de los conocidos. En la actualidad se encuentra a 166 millones de kilómetros de nosotros.

La sonda Hayabusa 2 recibió la orden del equipo de la agencia espacial japonesa (JAXA ) de empezar su vuelta a la Tierra el pasado 12 de noviembre, después de una misión de más de un año de duración en órbita de Ryugu. Las complicadas maniobras necesarias para cumplir los objetivos, como el bombardeo de la superficie para estudiar el cráter formado y para obtener muestras se cumplieron sin problemas e hicieron de la misión un éxito total hasta ahora.

La calidad de las imágenes ha permitido ver en detalle sin precedentes la composición de la superficie de Ryugu, sembrada de rocas. El cráter que formó un proyectil del tamaño de una pelota de tenis lanzado por la sonda midió nada menos que 14,5 metros de diámetro por 2 metros de profundidad, lo que proporcionó muchos datos sobre la estructura del asteroide y avaló la hipótesis de que es poco más que un aglomerado de arena procedente del material de un cuerpo celeste violentamente destruido en los albores del Sistema Solar.

Cuando esté cerca de la Tierra, Hayabusa 2 eyectará una cápsula con las muestras que debe aterrizar en una zona designada de Australia, de la misma forma que lo hizo la de su predecesora Hayabusa 1, con muestras del asteroide Itokawa. Esta última misión estuvo plagada de problemas y el análisis de los pocos granos de polvo que llegaron a la Tierra confirmó, por ejemplo, que los meteoritos proceden de asteroides.