¿Cómo las mujeres originarias, campesinas, agricultoras, trabajadoras rurales han sido impactadas por la Covid-19? ¿Cuáles han sido sus experiencias? ¿Qué dificultades y violencias han atravesado durante el aislamiento social obligatorio? ¿Y las mujeres afrodescendientes, migrantes, trans, disidencias, trabajadoras de cooperativas, de la economía solidaria y de barrios populares?

Con el objetivo de responder esas preguntas desde la Unidad Coronavirus Covid-19, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT), se lanzaron dos encuestas online. Se busca comprender cómo el contexto de Covid-19 y aislamiento social ha reorganizado la vida de las mujeres.

El análisis será encabezado por la investigadora del CONICET en el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y coordinadora científica de las Redes Institucionales Orientadas a la Solución de Problemas (RIOSP) en Derechos Humanos del CONICET, Karina Bidaseca. Se propuso alcanzar al menos a cien organizaciones de Argentina distribuidas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires, Misiones, Santa Fe, Córdoba, Chubut, y Salta, entre otras.

La emergencia derivada del coronavirus está provocando impactos específicos sobre las poblaciones más vulneradas, entre las que se hallan las mujeres. Los organismos internacionales e investigadores hablan de la profundización de las desigualdades de clase, género, étnico-raciales, entre otras, tanto al interior de los hogares como en centros sanitarios, en el acceso al trabajo y la educación, y en las formas de participación política, entre otros espacios. Asimismo, algunos incipientes estudios muestran cómo los índices de violencia de género, femicidios y travesticidios fueron en aumento.

Dada la urgencia de atender esta realidad, la propuesta de las encuestas es de carácter exploratorio, con una perspectiva feminista interseccional, y pretende aportar al conocimiento y la forma de gestión política del momento de emergencia. Además, permitirá que los resultados puedan generar herramientas de intervención e insumos para la planificación de políticas públicas, y que estén conectados con la realidad de las mujeres en sus distintos territorios.

Los links para responder a las encuestas son los siguientes: por el impacto del coronavirus en la vida de las mujeres: https://forms.gle/mCDDh7Fg7Uh9kwWm6. El específico sobre el impacto en la vida de mujeres rurales y originarias: https://forms.gle/kmndnstK7eEhB3ou8.

Abordar desde la diversidad

“Tenemos una ignorancia respecto de necesidades y situaciones de violencia que se pueden vivir en esta situación extraordinaria que es el Covid y el aislamiento obligatorio”. La reflexión es de la docente e investigadora, directora del Instituto de Comunicación, Política y Sociedad (INCOPOS) de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), Alejandra Cebrelli, referente del trabajo en Salta y el NOA

Cebrelli sostuvo que si bien existen en la provincia investigaciones antropológicas “impecables” sobre mujeres de pueblos originarios, como los trabajos encabezados por la antropóloga Leda Kantor en el norte, quedan cuestiones por ahondar en esta situación extraordinaria.

Con este primer acercamiento se permitirá también abordar la comunicación de las políticas públicas aplicadas sobre realidades muy diversas. Un ejemplo es el consejo de lavarse recurrentemente las manos. La recomendación fue traducida a los idiomas originarios. Pero hay lugares en donde, si bien el mensaje llega y es entendido, no hay agua segura para acceder a la práctica.

Si las diferencias entre las prácticas urbanas y rurales son palpables, más lo son las particularidades que atraviesan a las comunidades.

Cómo podrían las mujeres de estas comunidades asumir el cuidado familiar y por otro lado ponerse en defensa de una situación de violencia cuando no hay para comer, cuando los chicos se siguen muriendo de hambre, cuando no conocemos las formas de jerarquías que existen en cada comunidad”, fue el análisis de Cebrelli para explicar la necesidad de contar con una encuesta específica. Agregó que esta jerarquización de los pueblos no solo depende de ellos, “sino de la situación de esas etnias en relación a las comunidades criollas o de las etnias entre sí”.

Añadió a la complejidad del análisis la incidencia de la cultura occidental y cristiana en la de los pueblos originarios. “Si bien el machismo, la violación, el abuso intrafamiliar no formaban parte de la mayoría de las practicas ancestrales, el contacto con el hombre blanco, así como les llevó el alcohol y las drogas, también les llevó otras prácticas que no conocemos (acabadamente)".

En esta línea, Cebrelli apuntó al “chineo”, una práctica que implica la violación de niñas y mujeres wichí por parte de criollos. “Entonces, cómo podríamos implementar una política de cuidado para cuidar o erradicar formas de violencia cuando (…), la práctica de chineo recién se está empezando a visibilizar”. Incluso la visibilización, sostuvo, es por parte de mujeres originarias del Sur argentino. Por el contrario, esta es una práctica que entre algunas comunidades del Chaco argentino “ha sido naturalizada y que lamentablemente goza de muy buena salud”. Contó que pese a ello, cuando se intenta hablar del tema con las damnificadas que denunciaron algunas situaciones, el miedo las silencia.

“Desde ese nivel de desconocimiento es imposible implementar políticas. Y ni hablar de las diversidades y cómo funcionan, que también nos interesa”, afirmó la investigadora. Pues además de desconocer los detalles en pueblos originarios, sucede lo mismo cuando se habla de las mujeres campesinas. En esta región, mujeres campesinas e indígenas habitan, a su vez, regiones andinas, vallistas o chaqueñas que por sus características imponen distintas condiciones de trabajo.

A partir del muestreo que permitan las encuestas Cebrelli entendió que los resultados podrían ser ahondados antes de llegar con propuestas de políticas públicas de erradicación de violencias y de cuidado integral de las mujeres. No escapa de esa complejidad el insuficiente acceso al “agua, alimento, salud, y vivienda”. “Es obvio que la situación de marginalidad es violenta”, dijo al entender que en este punto es donde “el Estado” se convierte “patriarcalmente como el violentador de estas mujeres”.

Más allá de las investigaciones al servicio del análisis de políticas públicas, Cebrelli entendió la necesidad de aportar también al ámbito académico. Pero para ello “es indispensable que la Universidad salga del circuito académico. Quienes investigamos nos vemos obligadas a dialogar y a escuchar tanto a las organizaciones relacionadas que trabajan con estas comunidades como a las liderezas, y pensar nuevas categorías de investigación". Y que a la vez esa investigación apunte a optimizar “una realidad que también es la nuestra”. “Desde la Universidad a la que yo pertenezco, cuyo lema es ‘Mi sabiduría viene de esta tierra’ este tipo de investigación es fundamental. Porque es la única forma de investigación desde, con y para el territorio”, concluyó.