La distancia que separaba a Marlene Flores de las redes sociales era más ideológica que generacional. De sus vibrantes 60 años había pasado más de 40 sobre escenarios de todo tipo: grandes teatros, salas de Centros culturales, bares, clubes y cualquier sitio que le permitiera convertirse en personajes, verdaderos personajes. Amaba el contacto real con el público, con la madera de los pisos, el terciopelo del telón; adoraba esas voces anónimas susurrando en plena función, el eco de alguien que llegó tarde pero logró convencer al acomodador. Defendió su intimidad hasta que el productor de su última obra de teatro le abrió una cuenta de Facebook con la clave “FaceNoTeTengomiedo” y la obligó a subir información cada tres días. “¿Qué subo?”, había preguntado ella. Cualquier cosa, fue la contundente respuesta de él.

O sea que al desatarse la pandemia del coronavirus, la cuarentena tuvo la suerte de encontrar a Marlene en Facebook, Instagram e incluso en varios grupos de Whatsapp de los que participaba animadamente.

Ya su primer “vivo” fue un éxito. Con la letra todavía fresca de “Mi mundo es poco real”, la obra que había escrito y representaba justo antes del encierro, se animó al monólogo que su personaje le dedicaba al público sobre la mitad de la función. Salió perfecto. Miles de seguidores dejaron aplausos, corazones, números 10 y demás emoticones. Recibió solicitudes de amistad de tantos desconocidos que su productor le abrió una “fan page”. Todo un progreso de marketing, según le manifestó.

Sola en un departamento de 50 metros cuadrados, con un consorcio aterrado que colgó el cartel de “PROHIBIDO EL INGRESO A PERSONAS EXTRAÑAS AL EDIFICIO” sin consultar, el contacto virtual parecía bastante real para Marlene.

El segundo vivo tardó unos quince días, pero valió la pena. Trabajó sobre Casa de Muñecas con tanta dedicación que finalmente logró un monólogo precioso para la protagonista, pero para que escapase de esa cárcel matrimonial en la actualidad. Con mayores fundamentos que el personaje original le hizo decir cosas tan profundas y conmovedoras que al día siguiente fue trending topic. Comenzó a disfrutar de ese goce particular que siente el artista cuando su nombre de pila da por sentado el apellido. Ahora era “Marlene”, como si alguien dijera Astor, o Charly, o Fito… Ahora “Marlene” envolvía el “Flores” descolorido que jamás había estado segura de mantener pero le resultó imposible cambiar.

No sólo ponderaron el genial monólogo sino, además, su actuación magistral. Sin un sólo error, sin perderse a pesar de lo extraño de la situación, dijo su texto como si para ella actuar fuera lo mismo que respirar o caminar. Quien habló durante esos 30 minutos fue una Nora auténtica, la frustrada esposa a la que Ibsen le abrió la puerta, pero mucho más madura y lúcida que aquella.

Llegó al millón de seguidores.

Los monólogos y actos aislados de obras de teatro de todos los tiempos se fueron acumulando en sus distintas cuentas. El público consumía y Marlene seguía produciendo más y más. Ella se alimentaba de likes y sus seguidores de lo que fuera que ella decidiera darles.

Mientras trabajaba en Venecia, sin saber aún a cuál de los personajes de Jorge Accame quería hacer hablar, tuvo la idea de publicar imágenes reales de su vida, como hacían tantos otros artistas. Así, un sábado de sol mediocre, con consentimiento del involucrado grabó una pequeña escena real. Ella en bata, pantuflas y barbijo al tono, recibía un pedido de la rotisería. El video se limitaba a mostrar a vidrio de por medio con el cadete, que antes de entregarle la bolsa con el pollo al espiedo la rociaba con alcohol. El ruido de la calle sólo permitió escuchar el gracias de ella y la moto alejándose. El pequeño guión imaginario imponía que se viera su mano acercándose al teléfono celular, lo levantase y después de mostrar un plano de su cara, lo apagara. El video recibió 40.000 likes y fue compartido 563 veces.

Después de la escena de la rotisería insistió con la actuación de lo real, como a ella le gustaba llamarlo.

Marlene subiendo a la terraza a tomar sol.

Marlene hablando en una reunión por zoom con el elenco de la obra “Mi mundo es poco real”.

Marlene comiendo milanesas en el balcón.

Marlene llorando en el sillón durante 15 minutos seguidos.

Marlene reescribiendo Art para un personaje femenino.

Marlene tomándose la temperatura por vigésima vez en un mismo día.

Marlene recitando un poema de Cesar Vallejo.

Marlene escuchando el parte epidemiológico diario.

Marlene mostrando su colección de libros de Teatro.

Marlene enseñando a hacer lemon pie.

Marlene fotografiada a los 10 años en la puerta del Teatro Colón.

Marlene recibiendo el pedido de la farmacia.

Marlene escuchando una canción triste de Johnny Cash.

Marlene haciendo como que duerme.

Marlene mirando la conferencia de prensa del Presidente, esperando que levante la cuarentena.

Marlene actuando para sobrevivir.  

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