La Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) lanzó JUGar, el programa nacional del derecho al juego, orientado a niños, niñas y adolescentes en diversos contextos. “Si el juego es un derecho, lo tiene que garantizar el Estado”, señaló Mariana Melgarejo, antropóloga y directora nacional de protección de derechos, de la SENAF. El 28 de mayo se celebra, desde hace más de veinte años, el Día Internacional del Juego. “La mayoría de las prácticas sociales y los roles que adoptamos se transmiten a través del juego, por eso su papel resulta central en el desarrollo”, explicó Melgarejo.

En una primera etapa, durante la cuarentena, el programa cuenta con tres guías, una orientada a la primera infancia, otra para la niñez y otra destinada a adolescentes. “Lo que más destacaron los chicos y chicas con quienes hablamos al momento de hacer las guías, es la posibilidad que apareció de jugar con los adultos”, relató Melgarejo y agregó que “el juego es una de las prácticas más generalizadas de transmisión cultural. Si podemos reproducir estereotipos cuando jugamos, entonces también podemos construir prácticas igualitarias y transformadoras”.

En la construcción de las guías los roles de género fueron uno de los puntos centrales a tener en cuenta, así como también la intervención de la tecnología. “No desconocemos que, para los nativos digitales, los dispositivos son importantes, pero no queremos que se descuide lo presencial y lo colectivo”, explicó la especialista, y aclaró que “el cuerpo y la interacción son elementos claves”. Además, el acceso a dispositivos digitales y conexión a internet no es para todo el mundo. “El problema de la conectividad es federal y alcanza a todos los territorios vulnerables del país”, advirtió Melgarejo y explicó que, por eso, “entregamos kits de juguetes a donde pudimos llegar, y pensamos las recomendaciones basándonos en un espacio reducido y prácticamente sin recursos”.

“En el barrio, la etapa entre el nacimiento y los cuatro años es la más compleja, donde la escolaridad no es obligatoria pero les pibes ya empiezan a desarrollarse y aprender”, señaló Flor, trabajadora del jardín popular del barrio Padre Ricciardelli –ex villa 1-11-14- y parte del área de niñez del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), y advirtió que “la primera infancia es un área relegada en las políticas públicas y sociales de la Ciudad, por eso el rol de la educación popular se vuelve tan importante”. El Programa JUGar tiene una segunda etapa que apunta a la articulación con las provincias y municipios, para que cada jurisdicción establezca agentes a cargo. “Pensamos el juego como una práctica comunitaria y por eso la idea es llevarlo a cabo junto a organizaciones sociales y culturales que ya trabajan estas cuestiones”, señaló Melgarejo.

En este sentido, Flor explicó que “la calle, el barrio y la plaza son lugares de encuentro, espacios que necesitamos resignificar y sacarle la idea peyorativa de conflicto”. Si bien luego de los cuatro años aparece la institución escolar como central en la vida de los chicos y chicas del barrio, “el juego es la primer forma de acercamiento social y tiene un carácter educativo enorme, es una manera de socializar con el mundo”, señaló Flor y agregó que “si bien jugar está vinculado a la niñez, es importante a lo largo de toda la vida de una persona”.

En el marco del aislamiento obligatorio, desde la SENAF utilizaron dos estrategias para llegar a les niñes y adolescentes: mediante los cuadernillos escolares y mediante la entrega de kits en instituciones convivenciales. “Estamos siendo muy imaginativos para poder llegar a todes. Cuando pensamos en este programa, en diciembre, no lo imaginamos en el marco de la pandemia”, explicó Melgarejo y agregó que “más allá de la dificultad del encierro, el juego baja los niveles de tensión y conflictividad por lo que, de alguna manera, es también un recurso de intervención social”. 

Informe: Lorena Bermejo