Hasta este año, para participar de la LAMC había que viajar a Nueva York, conseguir dónde quedarse y preocuparse por obtener cupo. Pero los efectos de la pandemia habilitaron la anulación de esa premisa: la 21ª edición no sólo será transmitida en línea para todo el mundo; además, será gratis.

La Latin Alternative Music Conference se consolidó a lo largo de dos décadas como un evento tradicional en el que actores protagónicos de la industria de la música alternativa en español de todo el mundo intercambian con pragmatismo sus conocimientos, experiencias y sonidos, a través de paneles especializados, talleres, programas, entrevistas y shows.

“En algún momento, lo ‘alternativo’ ya no era sólo rock, sino algo diferente de lo que era grande en ese momento, como Ricky Martin o Gloria Estefan”, estudia Tomas Cookman, ideólogo de la LAMC. “La idea es juntar gente para hablar de la industria, editoriales, finanzas. Incluso incorporamos un panel sobre salud mental, algo importante cuando están todos pensando cómo ganar un peso sin girar ni hacer lo de siempre.”

Cookman se ocupa desde hace mucho tiempo de mover fichas de la música hispana en el tablero global, sea como mánager de Los Fabulosos Cadillacs, Manu Chao o Aterciopelados, como director del sello Nacional Records o como creador de la plataforma Industria Works, entre otras tareas que pueden caber en la etiqueta de “ejecutivo”.

Confinado en su oficina de Los Angeles, este neoyorkino de sangre latina ajusta los variados detalles que envuelven la edición digital de una de sus mayores creaciones, a presentarse entre el 9 y el 13 de junio desde la web. Entre otros elementos, como los clásicos conciertos (que este año aportarán Kany Garcia, Mabiland, Javiera Mena y Circo), la LAMC promete una serie de paneles a cargo de personalidades importantes en puestos clave del negocio.

Ahí se van a debatir bases para definir un sonido, mantenerse en el radar de las plataformas digitales, desgranar la creciente actividad femenina en el paño, comprender el sector editorial, ver variables de financiamiento para músicos y publicadores o dilucidar el futuro de las giras en el mundo que viene.

¿Qué esperás de esta edición especial?

--Después de 20 años de juntar gente en Nueva York, pensamos que lo más responsable era buscar este giro digital. Contamos con mucha gente de la industria y con los artistas que habíamos invitado originalmente, que se comprometieron a mandar algo hecho en casa, como todo el mundo.

Sería como un programa de televisión…

--Claro, porque van a ser cuatro días y medio, de aproximadamente cinco horas cada uno, en pantalla. Nos sentimos tranquilos: nos asociamos con la persona que manejó MTV e hizo todos los Unplugged, que es productor de los Latin Grammy, y que algo sabe de mostrar cosas en vivo. Si la industria y los artistas llegan, vamos a tener con qué hacer algo para sentarse a mirar. La gente está cada vez más abierta a tener experiencias en línea y ha crecido la cantidad de personas que están intentando ser músicas. Como en los principios del punk rock, que cualquiera con ganas ya estaba en la industria.

¿En cuánto se parecerá a una edición normal?

--Si bien no vamos a usar la misma cantidad de horas, la idea es replicar la experiencia de buscar gente nueva, hacer contactos, escuchar a personas que saben de lo que hablan. Obviamente, en Nueva York es más común que los paneles sean en inglés, pero este año vamos a incorporar más variantes en español.

¿Qué lugar ocupa hoy la música latina en el mundo?

--Se produjo un boom con artistas como J Balvin o Bad Bunny. Me da gusto cuando veo que Él mató a un policía motorizado toca en Berlín, o la Mala Rodríguez en Japón. El mundo se hace más chico y el acceso a la música, más fácil. Cuando a LAMC llegan promotores de Japón a buscar cosas nuevas, es mucho más factible que se vayan con la idea de hacer algo concreto. Esa era la meta: abrir puertas, juntar gente, pensar globalmente. Hay cosas interesantes en cada país. Chile tuvo su momento con mucho pop alternativo, hoy en la Argentina hay una explosión del trap.

¿Esa expansión global se da por la diferencia, o como integración?

--Vivimos cada vez más en un mundo de nichos. Acá en Estados Unidos hay artistas de country que no sé quiénes son, pero venden millones de entradas al año. Si Bad Bunny va por la calle, la mayoría no sabrá quién es, pero él está en el mejor momento. Con el tiempo me di cuenta de que no me molestaba que no todos conocieran a mis artistas. Casos como los de Justin Bieber o Ariana Grande hoy son excepciones. Se están armando más carreras de artistas, no tantos hits descartables. Cambió la definición de éxito, es saludable.

Tradicionalmente, un artista creaba un repertorio antes de sumar millones de seguidores. Ahora hay casos donde la relación se invierte. ¿Cómo se maneja eso?

--Los artistas jóvenes están tomando control de su carrera por más tiempo, es importante que sepan qué les espera, para que nadie los joda en el camino. Artistas como Duki y tantos de esa generación, ven que hay que buscar nuevos medios de comunicarse, por eso redes como TikTok o Instagram son esenciales para el crecimiento de muchos. El problema es cómo convertirte en algo más que en un artista del momento, porque para tener una carrera no alcanza con un buen post.

¿Desde dónde habría que pararse?

--Ayuda saber de editoriales, de productores, incluso de finanzas. En LAMC hay talleres de micrófonos, de guitarras, entrevistas… más que suficiente para mirar. En este negocio, algunos conocen bien su mercado, cómo aprovecharlo, y se mantienen totalmente independientes. Para otros, un sello grande o indie pueden ayudar a dar el siguiente paso. Para todos hay forma de estar en esto, pero no hay una medida universal, hay que ver cuál le cabe a cada uno. Sostener una carrera es mucho trabajo. Ahora, más que nunca, hay que apoyar lo bueno.