La nueva causa que investiga el espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri tiene ya a 15 integrantes de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en la mira, y una extensa lista de personas sobre las que se produjo inteligencia ilegal con fotos, videos y audios que abarca a políticos de distintos sectores, hombres de la iglesia, periodistas y hasta organizaciones sociales. 

Otra vez surge la curiosa situación de que la AFI de Mauricio Macri, que estuvo a cargo de Gustavo Arribas, investigaba a los propios: al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, al vice Diego Santilli, a la ex gobernadora María Eugenia Vidal, al ex jefe de la bancada macrista en Nicolás Massot, al ex titular de seguridad Bonaerense, Cristian Ritondo, entre otros. También fue seguida la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, su hija Florencia, Luis Barrionuevo, y con él Graciela Camaño, y Hugo Moyano. Hay nombres del Poder Judicial también, el más rutilante es el del presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz. Estas víctimas --se habla de un total de 1.500 dossiers-- probablemente sean notificadas en los próximos días por el juez federal Federico Villena que tiene a cargo la investigación.

Como ya había ocurrido anteriormente, los hombres de Macri espiaban a la propia familia del mandatario: en este caso a Florencia Macri, la hermana menor. Antes, Mauricio estuvo involucrado en el espionaje a su hermana Sandra y a su pareja, Néstor Leonardo.

La increíble punta del ovillo fue la extraña confesión --adelantada por Página/12 el 11 de mayo pasado -- de un narco muy poderoso en Almirante Brown y Monte Grande, Sergio Rodríguez, apodado Verdura o Tomate. Rodríguez había logrado escapar de tres operativos distintos con astucia y contactos policiales, cuando lo buscaba la Gendarmería. Su organización fue quedando diezmada, con toda su familia presa (su esposa, amante, hijo, cuñado, suegro),y finalmente se entregó con la condición de que fuera ante el propio Villena. Se le encontró un arsenal y se detectó que su banda vendía unos tres kilos de cocaína por día en distintos  bunkers. No declaró como arrepentido, pero dio información. 

"Verdura", aportó uno de los datos que se convirtió en el puente con la trama de espionaje. Contó que Facundo Melo, un hombre que resultó ser agente de inteligencia y abogado, le solicitó sus servicios. entre otras cosas le encargó poner una bomba con medio kilo de trotyl en la puerta del edificio de la avenida Callao donde vivía José Luis Vila, en la época en que era subsecretario del Ministerio de Defensa del Gobierno de Cambiemos. Vila había tenido cargos de importancia en la ex Side en los tiempos del radicalismo. La bomba no explotó, fue desarmada a tiempo con un oportuno llamado, al parecer calculado, como si hubieran intentado sólo dar un susto. 

Vila declaró la semana pasada ante la comisión bicameral del Congreso que fiscaliza a los organismos de inteligencia. También lo hizo el narco arrepentido que contó la historia del atentado y la amenaza de la avenida Callao. Según la versión de Vila, el titular de la AFI, Arribas, quería atemorizarlo para que no le disputara poder.

La pista ofrecida por "Verdura" derivó en múltiples allanamientos y en numerosos agentes investigados. Empezando por el estudio de Melo, que coincidía perfectamente con el lugar descripto por el narco, donde lo había ido a ver. También su auto donde lo trasladó para poner el trotyl. En esa cadena de allanamientos se secuestraron celulares y se halló información de inteligencia ilegal y de seguimientos de todo tipo: fotos, videos, audios y rastros de la tarea de agentes que se iban pasando la posta. En la mayoría de los casos de los políticos seguidos, la inteligencia era permanente, mientras que el espionaje a los jueces parecía ser en circunstancias puntuales. Todavía se está tratando de desentrañar esa situación.

Dentro de un grupo de dirigentes que fueron espiados aparecen el actual intendente de La Matanza Fernando Espinoza, la actual vicegobernadora Verónica Magario, el titular del PJ bonaerense Luis Lugones, el obispo de Lomas de Zamora Jorge Lugones, el Padre Pepe (referente de curas villeros), el ex intendente platense Pablo Bruera, Sergio Masaa, y Jorge Capitanich; entre otros. La lista es enorme. También está el periodista Hugo Alconada Mon.

Entre los hombres de la AFI que aparecen en el expediente se encuentra Alan Ruiz, que fue jefe de operaciones de la gestión de Gustavo Arribas. Según fuentes con acceso a la causa, en un teléfono hay un diálogo donde Ruiz dice: “Hay que investigar a Santilli porque gasta más plata que un narcotraficante”. En función de eso, le habrían mandado a una empleada doméstica. En la operación también habrían intervenido dos hombres vinculados con el Servicio Penitenciario Federal, uno retirado y otro en actividad. En la jerga los llamaban "candados". La versión más extendida es que un sector de la AFI trabajaba con "la 50", el aparato de inteligencia del SPF, y por eso usaban delincuentes para las operaciones. No faltan los que creen que toda la historia es inverosímil y que tan sólo se trata de una interna entre servicios de inteligencia.

Respecto del poder judicial, una de las cuestiones que se investigaron fue quién había sacado la célebre foto que mostraba sentados en un café al camarista Martín Irurzun y al operador Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, ligado a Clarín y al directorio de YPF, clave en la mesa judicial de Macri. Pero en las carpetas habría elementos relacionados con una larga serie de manipulaciones ocurridas en los cuatro años del macrismo. El abogado Melo, por ejemplo, contó en el programa ADN de C5N, que la AFI lo hizo trabajar contra Pablo y Hugo Moyano en la causa relacionada con la barra brava de Independiente, expediente en el que apretaron al juez Luis Carzoglio para que meta presos a los gremialistas. Está probado que Melo era un orgánico de la AFI pues tras la salida al aire en el programa ADN, la titular de la AFI, Cristina Caamaño, lo denunció penalmente por violar la obligación de secreto estipulada en la Ley de Inteligencia. El expediente recayó en el juez Daniel Rafecas.

El dato de color, desde hace varios días, son los apodos usados por los espías. A Emilio Monzó le decían Punto Cero; a Nicolás Massot, Llave; a Graciela Camaño, Ramona; a Luis Barrionuevo, Durazno; al Obispo Lugones y a su hermano, Lugano 1 y 2. El toque de humor de esos apodos, no minimizan ni mucho menos la gravedad institucional de estas operaciones de espionaje ilegal, cuyo símbolo moral más decadente es la orden de espiar a Florencia, la hija de CFK, y Florencia, la propia hermana de Macri, jefe y amigo del titular de la AFI.