La covid-19 primero afectó a los chinos, pero no nos importó porque sabíamos que todo lo que viene de China dura poco. Y la verdad que a los futboleros la suspensión de la liga profesional china y la performance del Shanghai Shenhua nos tenía sin cuidado. Desde el retiro del Chino Benítez, del Chino Tapia y del Chino Garcé, nada chino podía quitarnos el sueño.

Después nos enteramos que el virus afectó a algunos países del hemisferio norte. Pero tampoco nos importó porque aunque suspendan las ligas española e italiana, estábamos entretenidos con la vibrante definición de nuestra Superliga.

Luego, el tan mentado coronavirus golpeó a nuestra puerta. No le abrimos, porque pensamos que eran Testigos de Jehová rompiéndonos la paciencia. Cuando nos suspendieron nuestro fútbol ahí sí que abrimos, no la puerta: los ojos. Y nos tapamos la boca con un barbijo. El mal bicho este nos dejó encuarentenados y sin fútbol. Y hasta nos cambió el hábito del alcohol en las comidas por el alcohol en gel en las manos. Imperdonable.

Es sabido que la situación del coronavirus en el mundo está controlada. Por el coronavirus. Podríamos decir referente a este tema, que la solución está cercana. Pero sería mentira.

Por eso, como vemos que se prolonga ad eternum el retorno del fútbol a nuestras canchas es que en Peligro de Wolf apoyamos toda iniciativa, por más absurda que sea, para propiciar su vuelta. Ya nos parece ilógico que se entrene por Zoom. ¿Cómo hace un jugador para practicar tiros libres por computadora? ¿Le pega un puntinazo al teclado y le manda el mouse de emboquillada al arquero? ¿Y cómo hace un defensor para despejar una pelota virtual? ¿Tecleando Ctrl + Alt + Supr hasta que la pelota atraviese el disco rígido? Complicado.

El presidente Alberto Fernández, que es futbolero y "bicho" de La Paternal, se entrevistó en la semana con Marcelo Gallardo para saber su opinión sobre cómo retornar a la actividad. El Muñeco, fiel a su club y jactándose de buena racha contra su rival de siempre le comunicó al Presidente: al virus póngale una camiseta de Boca y lo elimino enseguida. Y si precisa barbijos también me llama, hace cinco definiciones mano a mano que River funciona como tapaboca. Al ministro Kulfas, fanático hincha de Boca, mucho no le gustó la analogía.

Una posibilidad cierta, que se barajó en estos últimos días, es la de llevar el fútbol al NOA. La idea postula que los partidos se jueguen a puertas cerradas y los equipos se alojen en Catamarca, Jujuy, Tucumán, Salta y Santiago del Estero. Ver un River-Boca en el estadio de Desamparados de San Juan o un Racing-Independiente en la canchita del Club Unión Aconquija del departamento Andalgalá, en Catamarca, sería todo un acontecimiento. Ya me imagino a un puñado de hinchas jujeños trepados al Cerro de los Siete Colores para espiar un San Lorenzo-Estudiantes jugado en la cancha del Deportivo Santa Rosa de Purmamarca.

Otro camino posible es el implementado por Alemania. Se jugarían partidos sin público de verdad. En dicho país plantan en las plateas siluetas de cartones con fotos de las caras de verdaderos hinchas. Se supo que en el partido inicial de la Bundesliga, miles de simpatizantes pagaron 19 euros para que en los asientos que les corresponden haya una réplica de cartón de ellos en tamaño real. Si esa idea la llevamos a nuestro fútbol seguro que más de un enfervorizado barrabrava pagaría el doble para que a su cartón lo sienten junto con los cartones de sus compañeros de cancha y se armen duelos de hinchadas de cartón, con cantos como estos:

"¡Hinchada, hinchada,
hinchada hay una sola,
una hinchada de cartón
pegada con plasticola!"

También se escucharían viejos cantitos remixados a estos tiempos:

"¡Ea ea ea! ¡Qué cosa más fulera!
La hinchada es de cartón y el equipo de madera!"

Y nunca faltarían cánticos tradicionales como:

"Llegan los borrachos de cartón, llegó la hinchada.
Somos hinchas de cartón corrugado
con engrudo pegados
alentando al campéon"