1) Las derechas se han desinhibido, mientras las corrientes progresistas o de izquierdas o nacionales y populares exigen renuncias en nombre del bien común, cuarentenas que custodien la salud de la comunidad, las derechas salen a la calle, se exhiben sin mascarillas y se pronuncian contra el "autoritarismo" cuasicomunista de Estado. El "quedate en casa" es el reverso del tomar las calles de las izquierdas. Es el "68"al revés. Ahora las derechas exigen gozar de la libertad.

¿Qué autoridad tienen estos tipos para hacerme quedar en casa? De este modo las derechas cuentan a su favor con una ininterrumpida despolitización de grandes sectores de la población comenzada en la década de los 80 del siglo pasado y resignificada en esta pandemia actual. Son las izquierdas las que, con recursos simbólicos muy escasos, debe asumir los legados emancipatorios de distintos signos y reinventarlos corriendo el riesgo de que gracias a los dispositivos neoliberales sean presentados como imposiciones arbitrarias. En toda política nacional y popular, en todo proyecto de izquierda soberano, siempre subyace una dimensión ética irreductible. Y donde hay ética siempre hay un deber de renuncia frente a las pulsiones narcisistas. Las mismas que el orden neoliberal impulsa ilimitadamente.

2) La tradicional xenofobia y el racismo de las derechas han girado lentamente a la posición verdadera que las sostiene. Cuando el gobierno es soberano o lo intenta, sin embargo, se dispara un algoritmo mediático donde el gobierno es filocomunista y castro-bolivariano. Quedan excluidos del límite de la Nación todos los que amen a su pueblo y está operación ya no necesita del golpe de Estado clásico. Le basta con su gradual y sostenida tendencia hacia el estado de excepción como ya ha demostrado que puede hacerlo cuando se apropia del poder judicial.

3) Las derechas saben ahora que los proyectos transformadores no pueden ni deben ganar. Es un pacto Internacional que está por encima de los organismos internacionales, los que a su vez son tratados por las derechas mundiales con absoluto desdén.

4) Las derechas mundiales tienen más que nunca representantes casuales y aleatorios. Sus nombres propios no cuentan mucho ya que son meras correas de transmisión de la dictadura del Capital.

Dado este orden de cosas, ¿qué tipo de alianzas debe realizar un proyecto de izquierda nacional y popular para no caer bajo el asedio de guerra de las derechas? ¿Y cuál es la sustancia ético política que la debe sostener?

Los distintos sectores feministas, trabajadores, gentes de bien que no soporten el odio consumado y autoritario de las derechas deben reunir sus energías para cambiar la correlación de fuerzas en las relaciones del Capital con el Trabajo. Pero esta vez no es sólo la experiencia colectiva la que transformará al sujeto singular. Ahora también debe suceder lo inverso, el deseo ético del propio sujeto singular (que no es el individualismo) debe ser un agente de subversión de lo colectivo.