Mientras la creación se desarrolla en la virtualidad y algunos atribuyen a ciertos formatos como el teatro online una condición de oxímoron, Kris Niklison rompe con todos esos esquemas, y habla de “cineteatro” para describir a su nueva creación: Cajas Chinas.

Y el gesto no sorprende, porque la versátil artista ha construido su carrera precisamente en base a la fusión de géneros y estilos. “Siempre he sido muy curiosa y muy libre, entonces he indagado en diferentes disciplinas y roles dentro de cada disciplina. He sido actriz, dramaturga, cineasta, directora de fotografía, editora y trapecista porque necesito el cambio permanente para nunca estancarme”, dice Niklison en diálogo con Página/12, desde Casa das Artes, el refugio artístico que construyó en Brasil, a 30 km de San Pablo, y donde creó la nueva obra virtual que se estrenará hoy jueves a las 22, y podrá verse en tiempo real todos los jueves a través de ticketek.com.ar.

Con las actuaciones de Romina Gaetani, Daniel Aráoz, Roly Serrano, la misma Niklison, la actriz coreana Sang Min Lee y el actor brasilero Ivo Müller, la historia gira en torno a una banda de seis ladrones que discuten sobre la desaparición de un botín. “Es un policial, pero con ingredientes fundamentales como el humor y la ironía, porque la obra va cuestionando todo lo que estamos viviendo. Hay pequeños guiños a la cuarentena, al virus y a las fake news para que la gente se divierta, pero no es una obra de pandemia, porque eso no me inspiraba y tampoco me gusta hablar de lo que está sucediendo”, anticipa la actriz de proyección internacional que llegó a protagonizar espectáculos del Cirque du Soleil.

“El título es una metáfora de este momento en el que nadie sabe nada de lo que estamos viviendo. Por eso me encanta decir que la civilización que hemos construido colapsó y todo está en tela de juicio”, continúa. “Me gustaba que la historia fuera cosmopolita, justamente porque una de las cosas más interesantes de trabajar en el éter es que todos nos juntamos en un mismo lugar”, añade sobre la composición del elenco con el cual formó una cooperativa.

Con una veintena de años en teatro y más de una década dedicada al cine, oficio que la llevó a filmar sus dos elogiadas películas Diletante (2008) y Vergel (2017), Niklison levanta la apuesta en un contexto donde no puede trabajar en ninguno de esos géneros. “Los cambios y las crisis me estimulan”, asegura. “Mi motivación es la indagación artística que acompaña siempre mi vida. Vivo dando giros y siento que conseguí imaginar Cajas chinas por esa mezcla que tengo. Por eso digo que esto es 'cineteatro', porque es teatro, pero a su vez se hace para una cámara con algunos conceptos y conocimientos que fui juntando en mi carrera en el cine. Me divirtió mezclar las dos cosas”.

-¿Cómo apareció la idea de esta nueva obra?

-Tenía otros planes para este año. Me iba a Buenos Aires a ser jurada de la Competencia Latinoamericana del BAFICI. Además, estoy avanzando con el guión de mi tercer largometraje: El barquero. Y de repente cayó este baldazo de la pandemia que me dejó acá en Brasil, entonces un día me levanté con esta idea, que surgió de entender que hay un público que está necesitando descontracturarse y reír, y una necesidad de los artistas de crear y trabajar. También entendí que hoy hay un nuevo formato online y eso me inspiró, por eso ya estoy con otras cosas en la cabeza. Así como pasé del teatro en la calle al teatro en los grandes escenarios del mundo, y de ahí al cine y al circo, ahora pruebo con internet. Vamos a ver de qué se trata esto. Ojalá funcione. Y si no, ¿quién me quita lo ensayado? (risas).

-¿De qué manera trabajó con los artistas?

-Si hay algo para lo que sirvo es para los procesos creativos. Tenía la idea y sabía el lugar al que quería llegar, y lo demás fui descubriéndolo junto con los actores. Por eso trabajé con el método de trabajo del actor creador que desarrollé en mis 25 años de teatro, a través del cual les daba consignas, y ellos iban improvisando y creando desde su inconsciente. A partir de ahí, fui armando la historia y pasé una cuarentena intensa. Fue mucho trabajo crear una dramaturgia así.

-En estos meses se generó un interesante debate en torno al teatro online y sus posibilidades. En ese sentido, usted habla de “cineteatro”. ¿Cuál es su posición?

-A mí me gusta defender mi libertad artística. Soy artista de toda la vida, nunca he hecho otra cosa. Y siempre fui hurgando en mi interior, llevada por mi curiosidad, mi intuición y mi criterio. Además, soy autodidacta. Yo me levanté una mañana y quise hacer esto, con todo el criterio artístico que tengo, porque es una obra muy criteriosa, donde hay una narrativa, un principio, un desarrollo, un final y un timing. Todo está bien craneado. Les dejo la discusión a los otros y me doy el lujo de hablar de 'cineteatro' porque alguien antes inventó la palabra radioteatro y, ¿quién me dice que no puedo hacer teatro con ingredientes del cine? Este es mi primer paso y, pase lo que pase con la pandemia, estoy llena de ideas y de ganas de hacer más cosas. Quien me siga en mi camino, verá que hay coherencia en esto de tomarme libertades, pero con criterio y mucho espíritu de innovación.

-¿Cómo trabajó en este caso esa fusión entre ambos géneros?

-Me fui entregando a lo que la situación requiere. Tenía a cada uno de los actores en sus casas, sentados frente a su computadora. Entonces a uno le dije que pusiera una bombita azul, a otro una roja y a otro una verde, y así tuve una puesta en escena. De mi background de teatro también sumé el método de trabajar con las improvisaciones que los actores repetían de manera que el texto fue decantando naturalmente. Y de mi background de cine sumé la composición de los cuadros y la forma de actuar para la cámara. Por otro lado, el hecho de que no sea una obra presencial también viene del cine, pero que sea en vivo tiene que ver con el teatro. Este proyecto es algo que a mí me brota como consecuencia de mis décadas de artista. Me di el lujo de hacer lo que quise, y de ponerle el nombre que se me ocurrió. Las mejores cosas que hice en mi vida las hice sin pensar.

-¿Había abordado anteriormente el género policial?

-Nunca. Soy del palo de la poesía. Y en un punto también soy poeta, porque vivo en ese estado, creando. El año pasado pensé en hacer y protagonizar una serie web, y quería hacer un policial y divertirme. Mi próximo largometraje, El barquero, es muy poético y profundo, y me ha llevado muchos años, entonces tenía ganas de jugar. Entendí que ahora el mundo entero está haciendo una pausa, y a mi modo yo también estoy haciendo una pausa, porque no estoy haciendo lo mismo que hacía antes.

-¿Qué mirada tiene acerca de la acción de los artistas que en el actual contexto se reinventan?

-Vivo reinventándome y no me imagino de otro modo. Y creo que cualquiera que sea artista está en el mismo proceso. Porque el artista, como dice Caetano Veloso, no envejece. Al artista no lo podés parar con nada porque no sabe vivir de otra manera. Hoy puede ser más difícil comercializar lo que hacemos y encontrar un público, pero yo me desperté una mañana dándome cuenta de que había un montón de gente en su casa queriendo ver cosas y un medio que es la computadora. Algunos pueden estar viviendo una situación apremiante, pero aun así es probable que eso también los lleve a crear. Porque nunca vi a ningún artista crear en condiciones perfectas, y sabemos que el dolor y la angustia son carne para el arte.