La recurrencia de viajar hacia atrás en el tango no siempre implica un mero hecho de nostalgia. Un guarecerse en la tradición y regodearse ahí. Ir, incluso bien atrás como hasta Gregorio Angel Villoldo -cuya obra se concentra en la primera década del siglo pasado- puede terminar en un elixir sonoro. En un pasado servido en copa nueva, apto para vencer al tiempo. O al menos borronearlo. “Villoldo nos resultó muy interesante, no solo por los rasgos olvidados de su obra que nosotras tanto codiciábamos, sino también porque fue un extemporáneo defensor de la mujer independiente”, afirma Denise Sciammarella, compositora, cantora y directora de la orquesta femenina que transformó la idea en acto: Sciammarella Tango. “Villoldo es el origen del género y su obra menos conocida podía resultarnos difícil de asimilar. Por eso empezamos por sus tangos más famosos”, advierte acerca del excelente A Villodo, disco recientemente publicado en las plataformas digitales más importantes.

La primera pieza fue entonces “Mimi Bohème”, nada menos que “La morocha” con una letra en francés. “Nos atrajo el contraste entre la abnegación de la morocha argentina y el desapego doméstico de su alter ego francesa”, dice Sciammarella. “Después encaramos “El choclo”, también en francés… la habíamos querido incorporar a Tangos franco-argentinos, el segundo disco, pero quedamos en el intento, porque nos frenó una métrica que no terminaba de cerrarnos, hasta que el recitado de los versos iniciales nos permitió sortear esa dificultad. La grabamos, además, porque la letra en francés es revolucionaria para la época: narra la historia de una francesa que se atreve a entrar a una milonga a bailar tango, pese a lo avanzado de su embarazo”.

-A propósito ¿Qué es “lo femenino del tango”? Esto de la femineidad del género es algo que el grupo viene defendiendo desde que nació, en 2013.

-Uno de mis textos filosóficos preferidos es de Heidegger y habla de “lo matemático” como algo distinto de “la matemática”. “Lo matemático es lo patente en las cosas, dentro de lo cual nos movemos desde siempre, conforme a lo cual las comprendemos”, dice el filósofo. Advierto que, si reemplazamos “matemático” por “femenino”, resulta una frase que -en el caso de un grupo integrado por mujeres- funciona para contestar la pregunta. Nosotras nos movemos dentro de lo femenino y es aquello conforme a lo cual comprendemos los tangos que hacemos. Quizá sea justamente esta pregunta la que justifica formar una orquesta exclusivamente de mujeres: es posible que los tangos elegidos, compuestos, arreglados e interpretados por nosotras contengan la respuesta.

Tal vez por ello, Cindy Harcha, Hanel Yeon, Shino Ohnaga, Mariana Atamás, Cecilia García y Geraldina Carnicina, las compañeras de Sciamarella, se le animaron también a “Kalisay”, otra música del padre del tango al que la arregladora le puso letra. “Kalisay es el nombre de un famoso aperitivo quinado, con el que estábamos familiarizadas por el tango-cachada de Rodolfo Sciammarella y Arturo Rodríguez Bustamante que grabamos en el primer disco. El 'Gordinflón', con frac y galera, era la imagen publicitaria del aperitivo, cuyos anuncios nos divertía citar antes de interpretar el tango: 'Los médicos lo recomiendan por sus virtudes tonificantes'”, se ríe la cantora. "Después, Tito Rivadeneira nos confirmó que el 'Kalisay' de Villoldo era un jingle sin letra. No sé… fantaseo con que el 'Kalisay' habría nacido con su letra actual si Villoldo y yo hubiésemos sido contemporáneos”, arriesga.

-Otra pieza que adaptaron fue “La caprichosa”, que Villodo compuso en 1904. ¿Cómo fue el proceso de adaptación y por qué decidiste convertirla al italiano?

-Nos gustó la versión que Andrée Vivianne grabó en 1907, pero a la hora de hacer el arreglo, "La caprichosa" se nos resistía (risas). Cindy la encontraba “muy cuadrada” musicalmente, algo que optamos por resolver haciéndola más enfática. Pero a la hora de cantarla, ese énfasis era irreconciliable con la letra original y entonces pensé que esa fuerza en la entonación aparecía en el italiano. Las chicas asintieron y, lápiz y papel en mano, los versos cruzaron el Rubicón. Por lo demás, convertir a “La caprichosa” de Villoldo en una tanita orgullosa de su aprendizaje en el baile tiene sentido porque remite al cocoliche inaugural que era el tango.

-Además del factor femenino y cosmopolita, la tendencia a adaptar parece ser la clave del grupo. ¿Acordás?

-Sí, aunque la palabra “adaptar” no es del todo fiel a la operación. Lo mismo pasa con la palabra “arreglo”. Ambos términos sugieren que hay algo que enmendar y en realidad no es eso lo que ocurre. El desafío que nos planteamos es volver a pensar un tango de cero y disfrutamos de esa libertad. Hay orquestas dedicadas a reproducir fielmente un estilo y otras que buscan -al revés- quebrar con todo lo heredado. Nosotras no hacemos ni una cosa ni la otra. Lo que hacemos es intervenir libremente, como si cada tango fuera un viejo traje que rehacemos a nuestro gusto.

Sciammarella recuerda exactamente el día que se originó la idea del disco. Fue el 12 de abril del 2017, durante las jornadas de “Tango y pensamiento” organizadas por FLACSO, cuando le tocó disertar bajo el título de “El patrimonio del tango”. Ese día, la también la investigadora presentó una ponencia sobre la experiencia orquestal del grupo de rescatar piezas perdidas. “Ese día, Rivadeneira me dijo: 'Tengo un material que les puede interesar'. Tito 'es' Villoldo y el viaje al pasado lo hicimos con su guía”, enfatiza la cantora. La grabación concluyó a fines de 2019, año del centenario de la muerte del pionero, y es el tercera de una zaga que comenzó con el trabajo epónimo publicado en 2015, siguió por Tangos franco argentinos (2918) y hoy, tras la edición encuerentenada de éste intrépido tributo, la orquesta intenta avanzar en un cuarto trabajo dedicado a Quinquela Martín: Quinquela por Sciammarella.