La selección nacional de fútbol disfrutará de un premio inmerecido al pelear por una de las semifinales de la XIV Copa del Mundo, enfrentando en el estadio napolitano de San Paolo nada me­nos que a Italia. Un día después, en el Alpi de Turín. Alemania Federal e Ingla­terra definirán la otra serie.

Cuando se llega a esta instancia en un mundial, es de suponer que han llegado los mejores. La Argentina de Carlos Salvador Bilardo ha hecho muy poco mérito para adjudicarse semejante premio y, sin embargo, está allí, entre los cuatro mejores equipos del mundo. El técnico argentino, el presidente de la AFA y la mayoría de los jugadores acordaron componer el discurso sobre la base de que "ningún equipo en la historia nos ha superado. Ganamos un Mun­dial fuera de casa, ahora estamos entre los cuatro primeros y todavía no nos rendimos, que digan cualquier cosa", aseguró Bilardo el domingo por la tarde en la concentración de Trigoria, mientras deshojaba una margarita repleta de pétalos para de­cidir los once titulares, cosa que to­davía no hizo, pese a lo que digan los cables. El discurso es equivalente al de aquél tipo que ganó el PRODE y después le dice a Nuevediario "¿vieron qué inteligente fui para ha­cer la boleta?...". No nos engañe­mos, Argentina llegó a las semifina­les porque han jugado, también, los imponderables. No hay otra explica­ción.

Azeglio Vicini aceptó desde el re­fugio de Marino, cerca de Castelgandolfo, el solar veraniego de Su Santi­dad, el jueguito perverso de escon­der nombres, eludir titulares, contestar con evasivas. Si Bilardo dijo el domingo al mediodía que "juega Dezotti por Calderón" y por la tarde cambio de idea y sostuvo que "si está bien Calderón juega él", Vicini con­testó a las 22 de mano, con un falta envido de 23; "no sé... tal vez salgan Baggio y De Agostini y entren Vialli y Ancelotti". Todo puede ser. Lo que cada técnico esconde en el estú­pido juego de "no dar ninguna ven­taja", después cambia en la cancha, cuando hablan los jugadores.

Nombres más, nombres menos, Italia y Argentina no pueden modifi­car mucho lo que hicieron hasta aho­ra. Argentina dependiendo del esta­do físico y de lo que improvise Mara­dona, Italia de su potencia y de la fortuna de Toto Schillaci. Bilardo no mandará a buscar arriba a Italia, sabiendo que la potencia y la velocidad de los locales puede triturarle un equipo atado con alambre. Segura­mente, propondrá un esquema parecido al que intentó el uruguayo Tabárez en los octavos en el Olímpico ro­mano. Dormir el juego en el medio, tocar incesantemente hacia los cos­tados y para atrás, demorar la salida, parar a ver qué pasa y si no llueve, sa­lir de casa con el paraguas bajo el brazo, porque nunca se sabe con este tiempo loco de verano. Italia deberá presionar de entrada. No sabe hacer otra cosa. No es un equipo para du­rar en el tiempo, sino para ganar el Mundial. Está acostumbrado a ju­gar con la presión a favor y aquí hay un elemento clave para el partido. Si a Argentina le da resultado ese ador­mecimiento que propondrá, Italia puede desesperarse y terminar cho­cando.

Vicini puede complicar la vida ar­gentina si pone a Vialli por Baggio, pero en la posición de Baggio. Como un media punta, no un acompañante de Schillaci en la misma línea. Con eso, un hombre que puede volantear como Baggio pero con mas gol que el florentino, Bilardo deberá resolver si le conviene más Monzón o Serrizuela para ir a buscar lejos; del lado opuesto, es comparable a lo que in­tentan Caniggia y Maradona. Si por ahí aparece Burruchaga como tendría que hacerlo, el fondo ita­liano puede llegar a correr algún ries­go. Con Ferri sobre Diego, con Bergomi sobre Caniggia, quedará libre Baresi, por supuesto, retornará Maldini a ser lateral suelto y de ahí la probable inclusión de Ancelotti. El volante del Milán está habituado a ir sobre derecha, posición que dejaría Bergomi para correrse al centro detrás de Caniggia. Contra Irlanda, como uno de los puntas de Charlton fue sobre la derecha de su ataque, lo tomó Maldini y De Agostini fue quien jugó como un 3 bis. Lo de Ar­gentina es más simple. Ruggeri a muerte y con cualquier método sobre Schillaci. En el medio, ya vendrá la repartija para tomar a Giannini y Donadoni.

No se puede olvidar, en este tipo de partidos, que los antecedentes sirven de poco. Italia teme a Argentina. Más por el peso de su historia que por lo que jugó, Argentina teme a Italia, pero tampoco lo dice. Bilardo dice que ya cumplió. Que está entre los cuatro primeros del mundo y va a jugar otra boleta de PRODE. En una de esas, acierta otra vez con las 13 marquitas. La cruz la llevamos nosotros, para explicar en cada línea, en cada café que compartimos en cualquier rincón de este país con cualquier periodista, por que la Ar­gentina está donde está. Y lo peor, es que al PRODE se puede jugar todas las semanas.

* Nota publicada por Página/12 durante el Mundial de Italia 90.