Hubo pastelero amateur ganador y no una impostora. Así podría definirse la final de Bake off, el programa de pastelería que no solo se trasformó en el más visto de la TV argentina sino también en un caso que trascendió los límites de la pantalla. Finalmente, Damián Pier Basile se consagró como “el mejor pastelero amateur de la Argentina”, tal el título no homologado que entregó el concurso televisivo de Telefe. Claro que su victoria no fue en la cocina, sino que se resolvió en los escritorios, ya que Samanta Casais había sido la elegida como ganadora por el jurado cuando se grabó el ciclo, en 2019. Sin embargo, la confirmación -tardía- de su pasado profesional, llevó a los productores a descalificar a la participante y elegir como ganador a quien había quedado en segundo lugar. El VAR llegó también a Bake off.

Ni siquiera Gran Hermano y sus más de 50 puntos pudo generar tantas notas, hipótesis, acusaciones y expectativas como lo que sucedió con la segunda temporada de la versión argentina del formato británico. Hubo polémicas, pasiones, acusaciones insólitas, denuncias de fraude, linchamientos mediáticos, conjeturas, spoilers e incertidumbre a lo largo de los 17 episodios de Bake off. También, claro, un último episodio que tuvo técnicamente dos finales: el que se grabó en 2019 cuando no había sospechas de que Samanta era una pastelera profesional, y el corto pero fundamental segmento que tuvo que rodarse hace días y a las apuradas al constatarse de que la participante que había ganado no era todo lo amateur que había jurado al momento de anotarse al reality producido por Turner. Un desenlace que, entre el ganador resuelto fuera del escenario natural y la enorme cantidad de tandas comerciales que invadieron el envío, compite con la final de la Copa Libertadores entre Boca y River en Madrid como la más postergada que se recuerde.

Previa a la emisión del capítulo final de Bake off, Marley calentó la pantalla con una entrevista a distancia con los tres jurados del ciclo: Pamela Villar, Damián Betular y Christophe Krywonis. Sin adelantar nada, pero aclarando que hoy se iba a conocer cuál era la decisión que se había tomado en torno al affaire Samanta, la entrevista conjunta no hizo otra cosa que incrementar la audiencia (y atrasar el inicio de la esperada final). Una estrategia de programación que hacía mucho no se veían en la pantalla chica argentina. “Te vas a enterar qué va a pasar con Damián, Samanta, Agustina”, tiró Marley, sumando a la participante que ya había sido eliminada. Eso acrecentó la incertidumbre. ¿Habría una descalificación que le permitiría a Agustina participar de una nueva final? ¿O tan solo se trataba de una torpeza -otra más- de Marley?

Catorce minutos después del horario de emisión, la final de Bake off comenzó con la pomposidad artística de ocasión y el repaso de los finalistas por el concurso. Luego llegaría el esperado y último desafío para Samanta y Damián: tendían 3 horas para hacer una torta de tres pisos, inspirada en un artista que ellos escogieran. Damián eligió a René Magrite; Samantha a Salvador Dalí. “Suerte Dami”, le dijo ella. “Suerte Sami”, le respondió él. Un fair play en cámara que más tarde se demostraría que no existió en la solicitud de inscripción.

El programa continuó con los dos participantes haciendo su última y definitiva torta. Hubo un único momento de tensión, cuando a Damián se le cayó al piso la bandeja con unas galletitas que iba a usar para su preparación. Rápido de reflejos, levantó las que no habían tocado el piso. “Las que no tocaron el piso se usan”, dijo el participante. Después, fue todo normal para los pasteleros. “Somos los dos ganadores”, le gritó Damián antes de terminar el desafío. “Obvio”, respondió ella antes de fundirse en un abrazo, en el que -no podía ser de otra manera- Samanta dejó caer las primeras lágrimas de la final. Tras las devoluciones, el jurado se fue a tomar una decisión y volvió para -otra vez- repasar la participación de los finalistas por el ciclo. Allí no solo fue Samanta la que lloró.

En ese momento, cuando el veredicto parecía inminente, una serie de cortes comerciales y alargamientos se apoderaron de Bake off. Hubo una tanda antes de que conocieran la “sorpresa” que les había preparado la producción: la presencia de los ex participantes del concurso y de familiares. “Hemos llegado al momento más importante de la competencia, el de conocer al gran ganador”, detalló Paula Chávez, en el preámbulo de un anuncio... que no iba a llegar. Nuevamente, el jurado volvió a tomar la palabra con el discurso de de ocasión en estos ciclos, ese de la “búsqueda de los sueños” y “el esfuerzo para lograrlo”, que ya “habían ganado los dos” y el bla bla bla políticamente correcto. Y cuando parecía que finalmente se iba a dar a conocer al ganador, hubo otro corte más. A esta altura, la final de Bake Off era eso que sucedía entre eternas tandas comerciales.

El regreso trajo, por fin, la definición: Samanta fue elegida como “la mejor pastelera de la Argentina”. Hubo abrazos y saltos entre los participantes. Una alegría le iba a durar poco a Samanta en términos televisivos: un corte situó al programa en julio de 2020, con los dos finalistas nuevamente frente al jurado. Fue Christophe el encargado de darle la noticia a Samanta que quedaba descalificada por infringir las condición “amateur” del concurso. En el formulario “Primera etapa presentación de solicitud de inscripción” puntos 2 (i) y 3 (e), la postulante había manifestado “no haber trabajado alguna vez en el campo relacionado con alimentos/cocina, pasado o presente” y “no haber estado presente y/o participado en algún programa de televisión con antelación al momento de la postulación”. Situaciones que fueron rebatidas con videos en las últimas semanas y que sirvieron para que Turner la descalificara.

“Por todo esto, pensamos que lo más justo es que quedes fuera de la competencia y, además, no recibas el título de mejor pastelera amateur del país”, le dijo el jurado. Samanta tomó la palabra y admitió su error, pero también subrayando que la habría pasado muy mal estas semanas con todo lo que se había dicho de ella en las redes sociales. “Fueron muy crueles”, dijo, no sin razón.

Luego, sí, iba a llegar (¡por fin!) la consagración oficial de Damián como el ganador de Bake off, en la soledad de un veredicto justo pero administrativo. Una final demasiada fría -respetando el distanciamiento social, sin los abrazos ni la alegría de la original grabada hace un año- para un concurso que había generado tanto calor dentro y fuera de la pantalla. Como la degustación de una torta sin fiesta.