“En los últimos meses surgió un virus nuevo, no hay motivo para el pánico.”

“El miedo y el pánico te hacen tomar decisiones extremas que después resultan estúpidas y muy destructivas.“

Parece una única frase de un único autor. Pero son dos, con diferentes emisores. La primera pertenece al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. La segunda, a Mauricio Macri.

No son lo mismo. En realidad, a favor de Bolsonaro, hay que decir que su frase es del 6 de marzo de este año, cuando no había ningún muerto y apenas 9 contagiados de coronavirus en Brasil. Ese día, en Argentina había 8 contagiados y 1 muerto.

La de Macri es de la noche del 8 de julio, cuando los contagiados en Brasil llegaban a 1.716.196 y los muertos a 68.055. En la Argentina, los contagiados sumaban 87.030 y los muertos 1.694.

Ya se hizo costumbre preguntarse qué hubiera pasado en Argentina si las elecciones de 2019 las hubiese ganado Macri. Por suerte, nunca lo sabremos. Y las especulaciones contrafácticas no tiene mayor sentido.

Pero sí resulta relevante conocer qué opina la principal figura de la oposición sobre la amenaza del coronavirus y cuáles son las políticas que impulsa para enfrentarla. Para ello, las definiciones que dejó en la entrevista que difundió este miércoles resultan reveladoras.

“Hace poco leí un libro”

Lo primero que hace Macri es destacar la frase que inicia esta nota. Considera que el mundo “tomó decisiones extremas y estúpidas” para enfrentar la pandemia. Y sorprende con la confesión de que hace poco leyó un libro, y “lo volví a releer” asegura orgulloso, donde el médico sueco Hans Rosling sostiene que para tomar estas decisiones no hay que guiarse por “el miedo o la intuición” sino “por los datos”.

Resulta difícil descubrir a qué datos se refiere Macri, que en el curso de la entrevista acusa a la Organización Mundial de la Salud de haber “confundido” al mundo con sus instrucciones equivocadas, en línea con lo afirmado con Donald Trump. Para hacerlo, elige el ejemplo extraordinario de una clave fundamental que él descubrió, y que se le había pasado por alto a los epidemiólogos de todo el mundo: “en esta globalización no se tuvo en cuenta que mientras hay unos que están en verano hay otros que están en invierno”.

En realidad, como lo demostró en su gobierno dinamitando a los sistemas científico y de salud pública, no solo rebajándolos de ministerios a secretarías sino desfinanciando hasta la asfixia a cada una de sus partes, ni Macri ni sus más leales seguidores están pensando en datos científicos. Por eso crearon el término de “Infectadura”, para burlarse de que se tome en cuenta la opinión de los infectólogos a la hora de tomar decisiones sobre cómo combatir la pandemia.

Es la economía, estúpido

Los únicos datos en los que Macri está pensando al calificar de “estúpidas” a las cuarentenas, hasta ahora la medida que mejor mostró su utilidad frente a la enfermedad, es en los datos económicos.

Y lo deja muy claro cuando vuelve a recurrir al libro de Rosling para transmitir su pensamiento: 

"Insisto con este libro porque es como si él hubiese visto el futuro. Cuenta que en Nacala, una pequeña ciudad de Mozambique donde fue a trabajar, cuando él llega se moría gente todos los días y no sabían cuál era la peste que los afectaba. Entonces el intendente le dijo al médico “Voy a cerrar el pueblo, ¿le parece bien?” Y él le contestó “Haga lo que tenga que hacer”. El señor entonces cerró el pueblo, cerró el transporte público y la gente que vivía al día con lo que vendía en el mercado del pueblo de al lado fue hasta el río a pedirle a los pescadores que las lleven con sus hijos en barco. Los pescadores cargaron los botes de más y se murieron todos ahogados. Y Rosling cuenta que hasta el día de hoy se va a dormir pensando en que él mató a todas esas mujeres y chicos por tomar una decisión basada en el miedo, sin razonar qué venía después.”

A los efectos de esta nota, no interesa saber que el relato de Macri no se ajusta exactamente al del médico sueco, sino comprender las analogías que hace el expresidente entre lo ocurrido en Nacala y lo que ahora pasa en Argentina. Queda claro que “cerrar el pueblo y el transporte público” equivale a la cuarentena y que “todos se ahoguen en el accidente” es una manera no muy elegante de describir las ineluctables consecuencias del parate económico.

Para alguien que está intentando desarrollar un pensamiento lógico, resulta insólito que concluya que la única alternativa, razonando "qué venía después”, era mantener abierto el camino con el consiguiente riesgo de contagio. En términos actuales, la “solución” impulsada por Bolsonaro.

¿Acaso no hubiese podido el intendente comprarles los productos de ese día para evitarles el viaje al mercado? Una salida, entre otras muchas posibles, que llevada a la realidad argentina se asimilaría a las múltiples ayudas económicas (IFE, ATP, créditos a tasa cero, etc) que viene desarrollando el Estado.

La respuesta de Durán Barba

Está claro que esa intervención del Estado no forma parte de las opciones que maneja Macri. Y que, sin decirlo abiertamente porque tiene mala prensa, considera que está muy exagerado el costo de dejar que la enfermedad se expanda. “Cuando se pone en juego la muerte, avanza el miedo y el pánico porque la comunicación está siempre inclinada a lo negativo. En general no es tan dramático, el 99 por ciento de las veces no lo es”, se sinceró en la entrevista del miércoles.

En este punto, conviene dejarle la palabra a su exasesor estrella, Jaime Durán Barba. Cuando le preguntaron sobre los efectos económicos de una estrategia como la que está llevando adelante Alberto Fernández contestó:

“Yo le respondo ¿y cuánto está floreciendo la economía norteamericana con los 200.000 muertos? Brasil está en una situación de colapso económico total, entonces ¿para qué sirvieron sus muertos? Si usted me dice, se murieron 200.000 pero la economía funciona, yo no estaría de acuerdo, pero bueno, hay una justificación... pero la economía se fue al diablo también. Lo que pasa es que los seres humanos no somos números. En estos días murió gente muy cercana a mí. Una cosa es la cifra de cuántos muertos hay en Quito y otra es que esa cifra tenga rostro, que tenga parientes que no pueden ir al cementerio a acompañarle. Eso produce un enorme dolor. El día de las elecciones en Estados Unidos va a haber 200.000 familias en esa situación, que igual se van a estar muriendo de hambre porque la economía va a estar hecha pelota.”

Libertad, libertad, libertad

Así como durante los gobiernos peronistas, y el suyo propio, Macri evitaba hablar de economía porque era consciente de que sus propuestas eran claramente impopulares, también evita ahora ser directo en sus críticas al gobierno por las decisiones que toma a la hora de enfrentar el coronavirus. Piensa, y con razón, que son pocos los que se entusiasmarían con un ataque frontal contra la cuarentena. Elige hablar lo menos posible de salud y lamenta al pasar los costos económicos. Pero a la hora de disparar contra Alberto Fernández vuelve a los mismos temas que repitió hasta el cansancio los últimos 16 años, a coro con los principales medios y el establishment: “Acá lamentablemente hemos visto un Gobierno que ha intentado en la pandemia avanzar sobre libertades, libertad de expresión, funcionamiento de la Justicia, la propiedad privada”, aseguró el miércoles.

El jueves, cuando algunos miles de opositores se movilizaban contra la cuarentena con consignas parecidas a las esbozadas por Macri, el expresidente tuiteó una foto de muchas personas amontonadas con banderas argentinas, acompañada con un brevísimo texto: “¡LIBRES! ¡¡Feliz día de la Independencia!!”

Una buena manera de capitalizar lo sembrado por los principales medios sobre imaginarias persecuciones a periodistas, jueces y empresarios, mientras se disimulaban los reales alcances del espionaje de los servicios macristas sobre esos mismos sectores.

El libro gordo de Mauricio

Cuando uno hojea el libro de Rosling (Factfulness: Diez razones por las que estamos equivocados sobre el mundo. Y por qué las cosas están mejor de lo que piensas) descubre por lo menos dos cosas.

La primera, cómo hizo Macri para leer un libro. Rosling fue un consumado divulgador, famoso por sus charlas TED, y sus hijos (que figuran como coautores pero que en realidad son los que lo publicaron luego de su muerte) son geniales a la hora de simplificar la presentación de datos con dibujos, cuadros, cuestionarios multiple choice y demás recursos para facilitar la lectura.

La segunda, que seguramente Rosling no hubiera llegado a las mismas conclusiones que Macri pero, por desgracia, ya no está vivo para confirmarlo. Y las especulaciones contrafácticas, ya se dijo más arriba, no tienen mayor sentido.