Al terminar la Semana Social realizada este año de modo virtual, los obispos católicos emitieron un comunicado en el que, tras analizar la situación de crisis generada por la pandemia, afirman que "Tierra, Techo y Trabajo deben ser derechos sagrados y organizadores de la economía y la sociedad", demandan un "gran acuerdo social y político" y piden trabajar por la esperanza, porque "si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie". El texto del equipo que preside Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora, mantiene la impronta de las declaraciones emitidas últimamente por la jerarquía católica advirtiendo sobre la gravedad de la situación social y demandando la tarea conjunta de todos los actores de la sociedad para encontrar soluciones a la coyuntura. El documento lleva por título "Nadie se salva solo", el lema que encabezó todos los paneles celebrados a lo largo de la semana, de los cuales participaron dirigentes políticos, sociales, sindicales y funcionarios de gobierno.

La declaración describe la pandemia como "una suerte de noche, de tinieblas" y que por tratarse de una tragedia y estando "todos en la misma barca" debe ser "una oportunidad de transformación para el interés de la comunidad". Por ello, dicen los obispos, "pensamos que es necesaria una profunda conversión humanística y ecológica para construir una sociedad más igualitaria, avanzando hacia una 'economía con rostro humano' que ponga el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo, para una economía de la producción y el consumo antes que de la especulación". La "economía con rostro humano" es una propuesta que el papa Francisco viene retomando en su magisterio para todo el mundo y que gran parte de los obispos argentinos han incorporado a su discurso, siendo Lugones, el presidente de Pastoral Social, uno de sus mayores predicadores.

En la misma línea de pensamiento se inscribe el pedido, también señalado en el documento, de "apostar a una profunda transformación de nuestra patria" como forma de superar el difícil momento, y para lo cual se retoma la propuesta, también enunciada por Francisco, de "la tres T": techo, tierra y trabajo. Esta fórmula, inaugurada por el Papa en su mensaje a los movimientos sociales reunidos con él en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en 2015, es planteada ahora por los obispos de Pastoral Social como "derechos sagrados y organizadores de la economía y de la sociedad".

Respecto de la consecuencia social de la pandemia los obispos reconocen que el impacto se ha sentido en todos los sectores sociales, pero advierten que las mayores secuelas y las más graves se dan en los barrios populares. Y tras admitir que "el país no estaba preparado" para afrontar tamaña contingencia reconocen que pese a ello "se pudieron optimizar los recursos destinados a salud y valorizar el rol del hospital público como elemento fundamental, sobre todo para los sectores más carenciados".

Al referirse a las consecuencias de la pandemia en la educación y la ciudadanía, el documento episcopal señala el "aumento de la brecha social" haciendo alusión a un punto hasta ahora poco mencionado en los textos del episcopado católico: "la falta de inclusión digital y conectividad, circunstancia que revaloriza el acceso a Internet como 'un derecho humano' ”.

Mirando hacia la salida pospandemia y tras reconocer que se trata de un sendero con muchas dificultades, los obispos sostienen que se "necesita abrir nuevos caminos que superen el odio y los internismos, por ello es que también lo vemos como una oportunidad". Porque, agregan, es una "oportunidad en la cual el encuentro y el diálogo aparecen como imprescindibles para arribar a un gran acuerdo social y político, acuerdo que englobe el sistema educativo, judicial, energético, la matriz productiva, poniendo eje tanto en los mercados internos como externos".

En el mismo sentido entienden los obispos de Pastoral Social que es necesario establecer modos que hagan crecer la economía "pero protegiendo el cuidado de la persona humana y el equilibrio ambiental, en el marco de un desarrollo sustentable" siguiendo la orientación expuesta por el papa Francisco en su encíclica Laudato Si. Y agregan que para ello es necesario "recuperar el federalismo, salir de los esquemas de concentración capitalinos y volver a poner en valor la diversidad productiva y las potencialidades de las distintas regiones del país".

El documento se cierra con un llamado trabajar por la esperanza apoyado en la idea de que "si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie".

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