Después del año 1966 Arturo Jauretche pasó a integrar la lista de autores de libros más vendidos. Lo hizo a través de varios títulos, como se deja ver en los registros de la revista Primera Plana de la época. La serie se inicia con el éxito de El medio pelo en la sociedad argentina, le sigue la reedición ampliada de Los profetas del odio y le continúa El manual de zonceras. Se trata de una trilogía que analiza desde diferentes ángulos lo que podemos considerar la obsesión de Jauretche: la vida y devenir de la Argentina.

El primero trabaja la cuestión de la estructuración social. El segundo se centra en la cuestión cultural. El tercero trabaja los contenidos ideológicos de la conformación mental. Las obras están entrelazadas. Dialogan entre sí.

Al buscar actualizar la cuestión cultural de Los profetas del odio, cuya primera edición databa de 1957, Jauretche encuentra una categoría fundamental para dar cuenta de un fenómeno central para el sostenimiento de la superestructura cultural y sus mecanismos de reproducción ideológica: la colonización pedagógica. Es ella la que conecta las 44 zonceras del Manual con la constitución del medio pelo.

Se sirve de una categoría tomada de Eduard Spranger, que mucho tiempo antes había incluido en el léxico local Jorge Abelardo Ramos para señalar que en los países semicoloniales la dominación no era realizada por ejércitos y cañones sino por medio de una educación subordinada a la mirada y perspectiva de los dominadores.

Desde la mesa del bar de Córdoba y Esmeralda, el “Castelar Chico”, muy cerca de su departamento Jauretche venía contrastando sus argumentos con sus amistades intelectuales y políticas de entonces, entre los cuales estaba Ramos. Hasta allí se acercan, de manera creciente, jóvenes inquietos por conocerlo y escucharlo. Ese era su método fundamental para la construcción de hipótesis, mediante la conversación, que recuperaba el caso, el sucedido y la anécdota al modo de la conversación de origen rural.

Para ese tiempo Jauretche usa esa categoría en una serie de conferencias que brinda en el interior del país. Allí sigue probando el argumento. Lo vincula a la historia. Lo relaciona con el legado sarmientino. Analiza cómo funciona en los distintos niveles educativos, partiendo de su propia experiencia y recuerdos. Y a ello le va agregando los mecanismos de carácter informal con los que se difunden y propalan las perspectivas de los países centrales o dominantes. Allí aparece el lugar de las conferencias, la prensa y el libro. Y algunos actores concretos como los figurones o los maestros de la juventud o determinadas instituciones tales como las academias nacionales. Recordemos que habla sumergido en la “galaxia Gutemberg”.

Esa colonización pedagógica orquestada por los grupos dominantes del viejo país agrario, que se niega a morir, apunta a formar una segunda naturaleza en los sectores intermedios de la sociedad, que son fluctuantes, volátiles y que engrosan el “medio pelo” argentino, en cuyo fracaso como clase ve el autor el fracaso del desarrollo capitalista autónomo de la Argentina que le tocó vivir.

Los contenidos que desvían a los sujetos del descubrimiento de su propia realidad, de la identificación de sus intereses, de la configuración de una conciencia social vinculada a una experiencia popular y la construcción de una posición nacional son esos esquemas ideológicos difundidos a través de aforismos sin sentido o zonceras. En la base de esa construcción ideológica se encuentra Sarmiento con su dicotomía civilización-barbarie y una serie de derivados como “el mal que aqueja a la Argnetina es la extensión”, “la victoria no da derechos”, etc. Aparecen otro conjunto que apunta a la autodenigración como son la afirmaciones de “política criolla”, “la inferioridad del nativo”, “este país de m…”. Existen también las económicas como la aceptación ciega de la “división internacional del trabajo” o el pago de la deuda “sobre el hambre y la sed de los argentinos”. No faltan las críticas a los medios como en la que se enuncia bajo el título “Dice La Nación…dice La Prensa…”.

Esos contenidos enunciados en el Manual de zonceras son difundidas en la sociedad a través de la colonización pedagógica, mediante los mecanismos formales del sistema educativo y los informales del libro, la prensa y de manera creciente la TV.

El sentido de la educación al servicio de la reproducción de la ideología “colonial”, en el lenguaje del autor, no era nuevo. Venía desde la lectura y los diálogos con Manuel Ortiz Pereyra y de las proclamas de la época de FORJA en los años treinta, del contacto con Saúl Taborda en los cuarenta visitándolo en Córdoba, del choque con la línea “Mayo-Caseros” posterior a 1955, aunque nunca la había asociado de manera directa con esta categorización sumaria.

De esa manera se agrega “la yapa” a la nueva edición de Los profetas del odio. De esa manera queda acuñada la idea con la que se asociara a Jauretche en materia educativa.

Este material, así como la mayor parte de la obra de este autor, circuló mayormente en ambientes políticos e intelectuales. De manera parcial y de forma acotada a determinados momentos, circuló en el ámbito universitario. De manera escasa ha sido introducido en el debate del mundo educacional.

La reedición de la obra y su inclusión en una Colección de ideas en la educación argentina busca saldar esa situación, completando un mapa de enunciaciones de las diversas tradiciones pedagógicas nacionales. Aparece así junto a Sarmiento, Rojas, Vergara, Taborda, Ponce, Mantovani, etc con quienes muy pocas veces se lo pone en conversación, aunque con todos ellos tuvo intensos préstamos, diálogos o polémicas.

Esta “yapa” que constituye la mirada jauretcheana sobre la problemática educativa, repuesta en una reedición por la Universidad Pedagógica gracias a la gentileza de la Editorial Corregidor queda a disposición de los educadores para su uso en los procesos de transmisión en la historia de la educación o en el mapa de las aproximaciones críticas sobre el funcionamiento del sistema educativo nacional.

La lectura de estos materiales en la actualidad, en otro contexto y con otras claves, puede contribuir también a revisar algunas prácticas, diseños y propuestas en el ámbito educativo. Una posibilidad es la puesta en discusión-diálogo con las posiciones “decoloniales” y “críticas” en boga en la era digital, anticipadas de algún modo para el mundo urbano-letrado por este texto que ya puede considerarse un “clásico”.

Darío Pulfer es profesor en Historia y magister en Educación; director de la Colección Ideas en la educación argentina de la Editorial Unipe; y director del Centro de Documentación e Investigación acerca del Peronismo (Unsam).