Horas después del adelanto de Página/12 llegó la confirmación oficial. Este lunes, cerca del mediodía, Juan Martín del Potro confirmó que volvió a entrenarse en una cancha de tenis. “Hoy vine a pasar el día con una amiga”, disparó en sus redes sociales con una imagen en la que se lo ve sonriente y con su raqueta en la mano.

La publicación se hizo efectiva tras el entrenamiento que mantuvo en el Tenis Club Argentino con Juan Ignacio Londero, con quien ya había compartido peloteos durante las últimas semanas en el mismo complejo. Según pudo averiguar este diario, días atrás el tandilense no había exhibido una gran movilidad, por el parate y los dolores, aunque este lunes dejó otro tipo de percepción: además de los golpes intactos, propios de un jugador de su categoría, lució más rápido, encendido, fuerte y con mejores sensaciones.

“Es una bestia, está impecable; si sigue así puede volver fácil”, contaron. Y no hay dudas: Del Potro es un fuera de serie, tanto por condiciones como por mentalidad: la determinación y la entereza le permitieron dejar atrás innumerables obstáculos, más que los que podría sortear cualquier tenista de la media, y lo convirtieron en un ejemplo de superación.

La vuelta a los courts implica una satisfacción en el camino que Del Potro pretende completar para enterrar la fractura de la rótula derecha, una pesadilla que inició casi dos años atrás, en octubre de 2018, cuando sufrió un duro golpe en Shanghai, semanas después de haber jugado su segunda final en el US Open y tocado el ranking más alto de su vida (3º). La rodilla lo frenó en uno de sus mejores momentos, como le había sucedido antes con las lesiones en las muñecas. Lo cierto es que el tandilense, que hoy lleva más de una temporada fuera del circuito -su última aparición fue en junio de 2019 en Queen’s, cuando se resintió por un resbalón traicionero-, pudo dar un gran paso para concretar el operativo retorno.

En todo este tiempo Delpo acumuló numerosos intentos por superar el problema de su pierna, con múltiples consultas médicas y dos intervenciones quirúrgicas incluidas: la primera, luego de aquella caída en Londres, fue en Barcelona y estuvo a cargo de Ángel Ruiz Cotorro, el médico de confianza de Rafael Nadal; la otra tuvo lugar en Miami, en enero de este año, y consistió en una artroscopía realizada por Lee Kaplan, cirujano del Sports Medicine Institute de esa ciudad. Desde entonces pasó dos meses en Florida y regresó a la Argentina apenas comenzada la cuarentena para continuar con la rehabilitación, lejos de las prácticas y con molestias persistentes.

Hoy las impresiones son distintas: casi seis meses después de la cirugía, Del Potro ya apareció dos o tres veces por semana en el Tenis Club Argentino. Con todos los permisos pertinentes por la pandemia, claro, comenzó a entrenarse sin demasiada exigencia y con poca movilidad, dado que la lesión no está superada. Pero avanza día a día. El pasado jueves, en horas de la noche, hubo sorpresa. Guillermo Durán, uno de los mejores doblistas del país, publicó un video a través de su cuenta de Instagram en el que peloteaba en las instalaciones del tradicional club de Palermo; si bien no se veía al jugador que devolvía los impactos en la cancha de cemento, el típico rugido ante cada golpe no admitía ningún tipo de dudas. La historia debió mantenerse online durante un día pero llamativamente fue eliminada en menos de dos horas.

Del Potro ya se había movido con Londero, 62º del ranking ATP, con quien comparte un vínculo particular. Sebastián Prieto, el entrenador que lo acompañó desde el US Open 2017 y que lo llevó a disputar su segunda final de Grand Slam en Nueva York, ahora lidera el equipo de trabajo del cordobés. Todavía vinculado con el tandilense, el ex doblista había colaborado con el Topo durante su debut en la Copa Davis a principios de marzo, ante Colombia en Bogotá, hasta que el propio Del Potro lo “liberó” en buenos términos para que pudiera desarrollar su labor a tiempo completo. Con todas las habilitaciones necesarias, Londero se prepara junto con "Piper" en el TCA, donde también se entrenó con otros jugadores como Leonardo Mayer y Guido Pella con vistas al regreso, que hoy está en duda. Si bien no hay nada confirmado, el torneo de Washington corre peligro por la nueva restricción fronteriza que rige entre la Unión Europea y Estados Unidos, país en el que la pandemia recrudece minuto a minuto. Y, por consiguiente, nada se sabe de Cincinnati y el US Open, los otros torneos de la gira que marcaría la vuelta del circuito.

Por lo pronto Del Potro, de menor a mayor desde que volvió a empuñar una raqueta, podría repetir la práctica en los próximos días y mantener una asidua presencia en las canchas. “Jugué tantos años con dolor de muñeca que si tengo que jugar un poco más con dolor de rodilla, para poder cerrar un ciclo como me gusta, lo trataría de bancar”, sostuvo Delpo el mes pasado en una entrevista con Alejandro Fantino, en la que alejó los fantasmas del retiro y exhibió con firmeza su deseo de resurgir una vez más. Con casi 32 años -los cumplirá el próximo 23 de septiembre-, la reciente vuelta a las canchas configura un suceso esperanzador. Aunque el tiempo le ponga cada vez más trabas, porque el físico no es igual que antes, Del Potro atesora las condiciones necesarias para regresar y recobrar su mejor versión.

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