HAYDEE Y EL PEZ VOLADOR       7 puntos

Chile/Brasil, 2019

Dirección: Pachi Bustos.

Guion: Pachi Bustos y Paola Castillo.

Duración: 76 minutos.

Disponible en las plataformas iTunes, Google Play y Mowies (https://www.mowies.com/creation/miradoc/haydee-y-el-pez-volador-haydee-and-the-flying-fish/Re5qDyogx ).

Secuestrada en 1975 y detenida en uno de los centros clandestinos del régimen de Pinochet, Haydee Oberreuter, de veintiún años, fue sometida a torturas que incluyeron un simulacro de autopsia. Como consecuencia de ese acto aberrante –“ni siquiera los nazis llegaron a tanto”, afirma un jurista y militante por los derechos humanos– Oberreuter perdió el embarazo que estaba transitando. El aborto forzado dejó cicatrices físicas y emocionales difíciles de cicatrizar y ese es uno de los temas centrales de Haydee y el pez volador, documental de la realizadora Pachi Bustos que tuvo su estreno mundial en el festival Hot Docs de Toronto. Un ejemplo puntual del horror que refleja otras historias de separación, dolor y muerte. La primera escena encuentra a la protagonista en los juzgados junto a su abogado, a la espera de que comience el ansiado juicio. Pero la sesión ha sido suspendida una vez más, práctica dilatoria a la cual ambos están acostumbrados.

En su nueva incursión detrás de las cámaras, la co-directora de Angeles negros (2008) acompaña a Haydee durante los meses siguientes, al tiempo que la lucha en los tribunales –que tendrá un final agridulce, con una condena menor pero socialmente efectiva– es eclipsada por otra batalla en su propio cuerpo, acechado por el cáncer. Las formas del documental tradicional son interrumpidas por el congelamiento de algunas imágenes, como si el film quisiera emparentarse con un álbum de fotografías que recorre etapas de una biografía. Es uno de los elementos formales que hacen que Haydee y el pez volador sea bastante más que un simple registro de casos y cosas, entrelazando causas y consecuencias con las emociones, siempre poderosas. El recuerdo de infancia de los otros hijos de Haydee, los que llegaron antes y después de ese niño nunca nacido, remiten a un pasado en el cual “de esas cosas” se hablaba sólo dentro de un círculo íntimo, no tanto por vergüenza como por miedo. Miedo por lo que había pasado y por la posible incomprensión de los ajenos.

Ese secreto familiar se rompió finalmente con la publicación, en una revista de amplia distribución, de un artículo en el cual Oberreuter describía públicamente los tormentos a los que había sido sometida, precedidos del secuestro previo de la madre y su hija de un año. Esa nota empujó al abogado Vicente Bárzana a presentar una querella de oficio, punto de partida de las idas y vueltas legales, con sus eternas postergaciones. Mientras tanto, en el quirófano, Haydee llora desconsoladamente ante un simple pinchazo: el miedo a la mutilación, a cualquier intervención médica en su cuerpo, es imposible de erradicar. Poco antes, en el cementerio, la mujer de sesenta años le pide a su madre, fallecida tiempo atrás, que la ayude a superar el trance: todavía hay camino por recorrer.

El título del documental es explicado sobre el final, cuando la posibilidad de terminar con un duelo de cuatro décadas llega bajo la forma de un entierro en el mar que es también, paradójicamente, un nacimiento. Haydee es consciente de lo simbólico del acto, pero es precisamente esa condición casi ritual la que quizá le permita seguir adelante con sus luchas. El fallo, inédito hasta ese momento, que condenó a cuatro miembros retirados de la Armada por “apremios ilegales” –eufemismo legal por tormentos–, es también una manera de ayudar a la cicatrización de las heridas. En ese sentido, la película de Pachi Bustos ilumina lo general a partir de una historia personal, ejemplo cabal del abuso sobre las mujeres en las dictaduras latinoamericanas. Una doble violencia cuyas garras continúan arañando y cortando en el presente.