La tapa de la revista Caras con una foto de la reina Máxima de los Países Bajos y su hija mayor, que luce con "orgullo su look plus size" reavivó un debate que los feminismos argentinos transitan –con matices y excepciones– desde la corrección política que siempre alude a trastornos alimentarios, una mirada sanitaristas de los cuerpos y la dificultad para asumir que la gordura, sí, es una de las más privilegiadas formas de la exclusión social. Una vez más, entonces, hace falta volver a un libro inaugural de los activismos gordes en la Argentina: Cuerpos sin patrones, resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne, editado en 2016 y compilado por Laura Contrera y Nicolás Cuello. 

Todavía hay gente que se ríe o mira con cierta sorpresa la existencia de los activismos gordes, aunque ya lleven tres talleres en los Encuentros Plurinacionales de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, No Binaries. ¿Cómo se podría militar algo que es sinónimo inmediato de dejadez, de falta de voluntad, de poco aprecio a la vida? ¿Cómo reivindicar ese insulto que se configura en uno de los peores? Muchas de esas preguntas son expuestas, problematizadas y vueltas a pensar en los artículos que integran este libro iluminador, que se abre con un dibujo de varias personas levantando una pancarta con la inscripción: "A la mierda con la policía de los cuerpos".  

No será para tanto, dicen quienes nunca pensaron en el odio a la gordura como una forma de disciplinamiento social, ni habitaron un execrable cuerpo gordo como sinónimo de todo lo que no se puede: seducir, gustar, comprar la ropa deseada, hacer los deportes elegidos, en suma, ser como las personas delgadas. Esa línea, que es bien visible, entre la salud y la enfermedad también marca una línea de clase: la asociación entre gordura y pobreza es uno de los señalamientos en –entre otros– el artículo "Neoliberalismo magro", de les compiladores. "La grasa como cosa que se extiende por los cuerpos populares y la gordura como pandemia a exterminar, deben ser vistas desde una perspectiva de clase. Siempre la gordofobia tiene como latencia la criminalización de la pobreza", dice un fragmento de ese artículo del libro, que también cuenta con traducciones de activistas gordes anglosajones, donde este movimiento ya lleva décadas.

Entender los cruces de sentidos entre experiencias vitales, clase, patriarcado, heteronorma y corporalidades es una apuesta de este libro iluminador. Para muestra, una postulación de Contrera: "Quizás si nosotrxs, gordxs latinoamericanos, proliferamos nuestra habla subversiva, podamos deshabitar el espacio de víctimas injuriadas, padecientes y patologizadas, apropiándonos del insulto para salir del lugar de la herida", dice en la página 93 y termina el artículo con una cita de la poeta Alejandra Pizarnik: "Que tu cuerpo sea siempre/ un amado espacio de revelaciones". 

Cuerpos sin patrones, Laura Contrera y Nicolás Cuello (compiladores), Editorial Madreselva, 2016.