Cuando el presidente Alberto Fernández anunció la intervención y expropiación de Vicentin lo hizo expresando claramente los motivos del rescate (una empresa quebrada) y los objetivos que perseguía con tal disposición, que eran los de defender las fuentes de trabajo creando una empresa testigo que aporte a la soberanía y seguridad alimentaria de la nación y por ende a la producción de alimentos.

Lo estratégico del anuncio era el objetivo no el instrumento para llegar a él. El para qué se intervenía y expropiaba era lo central, lo trascedente, lo que nunca ningún gobierno había planteado desde la restauración democrática en 1983. Y ese objetivo es el que nuestro gobierno debería reafirmar, preservar y financiar. Con el paso del tiempo el debate se va por las ramas y no inocentemente. 

Esta cuestión no está clara en los proyectos que vinieron a “mejorar” el del presidente. Ninguno de ellos, al menos de los que vi, expresan con claridad para qué quieren rescatar la empresa. Si para ponerla al servicio de la soberanía y seguridad alimentaria de la Nación y que actúe como referencia en el comercio de granos o al servicio del modelo de monocultivo sojero con concentración de tierras y rentas. Y esa es la contradicción principal en disputa. 

Creo que hay mucho humo interesado intentando congraciarse con el “planeta soja”. Empresa agroexportadora santafecina, corporación público privada, ponen títulos grandilocuentes, agitan un falso federalismo, que en realidad sólo intenta esconder la defensa de intereses de grupos económicos concentrados. No es cuestión de nombres o de formas jurídicas (que interesan) si no de decir con certeza quiénes van a ser los socios y si van a ratificar los objetivos que expresó el presidente. 

No sea cosa que cuando abramos el placard nos encontremos con “los de siempre” usando como pantalla a cierto cooperativismo más neoliberal que Sturzenegger, sumando a algún pool sojero disfrazado de productor. Sería una gran decepción. 

La presencia de cooperativistas en la futura conducción de la empresa por sí mismo no santifica nada. Uno de los principales operadores de los banderazos de Avellaneda en favor de los vaciadores de Vicentin fue Norberto Niclis hombre fuerte de ACA y vice de Coninagro. Nuestro presidente nunca se desdijo del objetivo que se anunció, al menos hasta ahora. Solo dijo que se había equivocado en la percepción. Y en la percepción nos equivocamos todes. Este modestos escriba que vive en el territorio en disputa tampoco intuyó la reacción de la derecha.

Hoy sabemos que Vicentin SAIC es una compañía extranjera, ya que su controlante está radicada en Uruguay. Su renacionalización no va a cambiar la ecuación de alta concentración que tiene el mercado de granos. Se necesitan varias e importantes medidas completarías para adecentar la exportación de granos. 

Lo que va a cambiar el escenario indudablemente es si la futura Vicentin pública se acopla en tándem con YPF Agro, tal como lo propone el proyecto de la senadora Anabel Fernández Sagast. Debemos sumarle al debate la vital refundación de la flota mercante nacional. El gobierno nacional debería reafirmar el objetivo primigenio para que la militancia siga en guardia activa y sumar aliados para potenciar el proyecto, porque razón sin fuerza es como un tractor sin motor.

Salud y cosechas

* Pedro Peretti: Movimiento Arraigo