Tiene 54 años y muchas pandemias marcadas en el currículum. Fue la primera profesional que apostó a la recuperación de pacientes con VIH en terapia intensiva en el Hospital Muñiz. Participa en movidas culturales y performances para promover la prevención del VIH. Y desde el 20 de marzo se ganó el título de "infectóloga del pueblo", comunicando las medidas que debemos tomar para protegernos del coronavirus y defendiendo la política de salvar vidas frente a quienes buscan bolsonarizar la pandemia. Eso cuando le quedan unos minutos para hablar por televisión, porque la mayor parte del tiempo lo pasa intubando y acomodando pacientes en la cama para que puedan seguir respirando.

El 24 de julio, Gabriela Piovano saltó a la popularidad en las redes sociales, con más de 150 mil vistas en youtube y quién sabe cuántos televidentes en vivo, cuando les puso los puntos en el programa de Rolando Graña a los periodistas que fogonean contra la cuarentena. Se hartó y les dijo, recordando las imágenes de las personas que mueren en las calles en Ecuador y Perú por colapso del sistema médico: “Ustedes son un servicio público. El Estado invierte millones de pesos en los medios. ¿Qué servicio público nos dan aparte de agitarnos la cabeza? Estamos hablando de lo que baten todo el tiempo. Feinmann ha llegado a decir que a él le chupa un huevo lo que diga el gobierno y ahora está todo cagado y dice ‘ah, bueno, ahora quédense adentro’”.

Descomprimamos un poco antes de entrar en tema. ¿Quién te corta el pelo? Sos la única infectóloga con corte y color queer que conocimos estos días.

Un amigo que cortaba en Italia. Pobre, me tiene que soportar. Yo tenía el pelo largo rojo y abundante. Pero me caí y me rompí las costillas. Me pegué una caída sobre todo el lado derecho del cuerpo y me costaba hacerme cargo del largo del pelo. Fue justo antes de que empezara esta pandemia. Mirá, nosotras somos tan cientificistas, somos de la generación donde todo lo que vale es la ciencia positiva. Pero resulta que en diciembre me llama un amigo tarotista y numerólogo al programa que tengo en Radio Gráfica y me dice: “El año que viene vas a estar en la cresta de la ola. Te van a consultar todos”. Yo pensé ¡me está cachando!

Tenía razón el tarotista

Hasta ahora estuvo circulando el odio gratuito. Por eso nos toca contrarrestar con amor gratuito. En diciembre se termina todo esto y tenemos que ver cómo salimos. Cuántos vamos a estar y cuántos no. Tenemos que trabajar para salir mejores. Yo soy Sagitario, Serpiente y ascendente Géminis, por eso soy una banderola. La salud también es comunicación y trato de darle humanidad. Eso implica también sentido del humor. Cuando sos médico podés payasear con el paciente, pero lo que a él le importa es que lo intubes y le dejes de hinchar las pelotas.

Del Muñiz para adentro

Hace poco intervinimos desde Soy en el caso de una chica trans que ingresó por covid19 al Muñiz y sus compañeras no podían dar con su paradero. ¿Por qué ocurren estas cosas?

Es un lío todo, porque la gente entra y se aísla, a veces están mal, no tienen documentos, no pueden hablar y no tenés dónde llamar. El paciente va pasando de un lugar a otro, ingresa a terapia intensiva y no tenemos a quién informar.

Pero debe haber profesionales que no nos quieren a la población lgbti+.

Imaginate, si el Muñiz no lidia con la diversidad sexual… A veces el prejuicio entra de los dos lados e impide que la relación fluya. En lo personal me ajusto a los parámetros de la medicina formal y habilito el encuentro. Vengo de una familia donde había un personaje gay (en aquella época no se decía así) y mi vieja me crió gayfriendly. Entonces cuando me encontraba con algún compañero que me contaba de su “novia” y me daba cuenta que no era eso, le decía “vos tenés novio, contame”, y me lo agradecían. El Muñiz tiene la bandera de la diversidad sexual. Enfermería desfila con la bandera argentina, la de la Ciudad y la del arcoíris.

¿Cómo se fue dando el cambio de comprensión del equipo de salud hacia las travestis, las mujeres trans, los varones trans y las personas no binarias a lo largo de estas tres décadas que estás en el hospital?

Creo que el cambio vino por la prepotencia del trabajo. Fue decisivo que en el hospital se atendiera VIH, para lo que hubo mucha resistencia al principio. En mi caso particular, entré al Hospital Muñiz en 1992, me interesaba trabajar VIH y me encontré con el doctor Jorge Benetucci, una eminencia en el tema, un médico muy involucrado con la patología y con las personas. Ahí vimos que los pacientes tratados con AZT andaban mejor. Hasta entonces los pacientes con sida no pasaban a terapia intensiva, porque no se recuperaban. Yo planteé que defendamos a estos pacientes porque se podían recuperar. Entonces empezaron a pasar a terapia. Mucho personal de la salud pertenece a la comunidad lgbti+, así que creo que en algún punto surgió la identificación. Respecto de la comunidad trans en particular, se hizo difícil porque hay mucho de ese prejuicio mutuo del que te hablaba. La comunidad trans está muy a la defensiva, y no estoy en desacuerdo con que suceda, porque obviamente hay una muy mala experiencia. Pero eso dificulta muchas veces la relación. Si bien el hospital sigue bastante alejado de la visión enfocada en la diversidad y las disidencias, tiene asumido que son su “pacientela” y ya no lo toma con rechazo ni nada de eso. Para mí es un orgullo trabajar en terapia intensiva, en la Sala 1 y 2 de asistencia especial. Cuando hoy hablo con el familiar de un paciente, le digo con toda franqueza que se puede quedar tranquilo porque por lo menos en mi servicio y en el hospital se trabaja con compromiso, con mucho amor y sin prejuicio.

¿Cuál es la situación de la salud pública hoy en Argentina, en relación al VIH?

La pandemia de VIH venía estabilizada, aparentemente con unos 120 mil casos -aunque creo que hay más- con 5 mil muertos por año y más o menos 6 mil diagnósticos anuales. Durante el gobierno de Mauricio Macri estuvo en peligro el Programa Nacional de Sida. Pero gracias a la intervención de la sociedad civil cortando la calle, presionando, tomando el Ministerio luego degradado a Secretaría, se logró revertir la situación, aunque fue en desmedro de los tratamientos de las coinfecciones, de los diagnósticos, de los tests de carga viral y de CD4. O sea, se negoció que se iban a seguir garantizando los tratamientos, pero a costa de derivar el presupuesto de una cosa a otra, por ejemplo el que se usaba para la entrega de preservativos. Obviamente cuando terminó el gobierno de Macri ya no había un montón de medicamentos y la situación fue bastante grave. Con el cambio de gobierno, la Secretaría de Salud volvió a ser Ministerio. Al llegar la pandemia de covid, las personas que están con tratamiento por VIH en muchos casos vieron dificultado el acceso a los tratamientos, porque a pesar de la buena disposición del gobierno nacional hay una logística muy intrincada. Ahora la situación está un poco más estabilizada, pero sigue siendo un tema.

¿Cómo afecta el covid a las personas que viven con VIH?

-No podría decirte cuántas personas que tienen VIH están infectadas con covid. La predisposición a infectarse con covid es exactamente igual para las personas que viven con VIH como para las que no. La predisposición es muy alta para toda la población, pero hay personas que han estado en contacto con covid y no se han infectado. No está muy esclarecido por qué algunos se infectan y otros no, ni por qué en algunos casos se evoluciona hacia una enfermedad grave. Tiene que ver con la respuesta inflamatoria en las personas bajas de defensas que no están capacitadas para responder y les cuesta más eliminar el virus. Hay personas con VIH que tienen sus defensas normales porque están en tratamiento o están en la fase donde todavía no están inmunodeprimidos. Entonces en teoría tienen la misma chance de evolucionar bien o mal que el resto de la población que no vive con VIH.

¿Qué pasó con el proyecto de Horacio Rodríguez Larreta de cerrar hospitales monovalentes para intentar reunir 5 hospitales en 1 en los terrenos del Muñiz? ¿Temieron por el hospital?

Una vez que ganó Alberto Fernández, se le cayó toda la apoyatura a ese proyecto. Es que cuando quieren cerrar nuestro hospital, Francisco Javier (Muñiz) agarra y manda un rayo. Pasó con el VIH, con el cólera, con el hantavirus y con el H1N1. Nosotros tenemos un sistema de salud cuando otros países no lo tienen. El neoliberalismo destruyó los sistemas de salud en Europa. La película Sicko, de Michael Moore, explica bien lo que pasa en Estados Unidos.

La Piovano goleadora en la TV

¿Por qué estallaste en el programa de Graña?

Me agarraron cansada. A mí que no me agarren cansada.

Recién, cuando me atendiste el teléfono, me dijiste que estabas cansada.

Sí, recién llegué de hacer unas compras.

Y hay que ponerse a lavar todo lo que comprás...

Sí. Hay que lavar todo lo que traemos de la calle.

Contame por qué les pegaste en la tele a Feinmann y a Etchecopar.

Con respecto a la televisión, hay un show atrás. O se hacen los que están haciendo un show. Manipulan a la gente y le hacen creer cualquier batata, se supone que en busca del rating, aunque no siempre. No me causa ninguna gracia ver lo que se puede venir en el hospital. Antes se quejaban de que el gobierno cerraba todo (con la cuarentena) y ahora se quejan de que abre y se la agarran con los infectólogos. Nunca escuché a un infectólogo decir que abran. Estos medios hacen un discurso ilógico, ahora al mismo tiempo en contra y a favor de que cierren. Ellos son como el cura, son la autoridad. Son el cura que viola pendejos, pero la gente va y les entrega al hijo. Me acuerdo cuando empezaron las vacaciones en 2012 o 2014 y Clarín y La Nación agitaban que la gente fuera a cargar nafta porque iba a aumentar. Vimos colas y colas en las estaciones de servicio. Y la nafta no aumentó. Y los lectores no se dieron cuenta y siguieron comprando el diario. Pero la gente ahora cumple (la cuarentena) y se queda adentro. Si no fuera así, ya hubiéramos colapsado. Los que se quedan dentro de su casa no son noticia. Así que (cuando les canté las 40) pensé: “Me voy a sacar el gusto y les voy a dar el gusto a los compañeros que están haciendo el aguante”. Y los compañeros me festejan como a Maradona cuando les hizo el gol a los ingleses.

Vos decís que esto se termina en diciembre. ¿Qué va a pasar de aquí a diciembre?

Estamos en el punto crucial de empezar a restringir de nuevo y llevar a ciclos de restricción y apertura, que se desarrolle el pico y baje. O que se vaya todo al diablo. Cuando la gente hace neumonía, puede evolucionar mal y morir. Pero no tenemos que desesperarnos. Esto va a pasar. Tenemos que sentir amor hasta por la gente que no lo tiene. Pero no digo poner la otra mejilla. Muchas cosas pasaron porque hubo gente que transgredió.

Hay algo de lo que nadie quiere hablar porque es muy escatológico. Pero lo veo todo el tiempo en mi barrio. Los tipos que, con barbijo en la pera o sin barbijo, escupen en la vereda o se suenan la nariz con la mano…

¿Te acordás que antes había escupitorios? Bueno, ya nadie se acuerda. El tema es que se perdió la educación en higiene. Y es muy importante. Porque esas personas, después que hacen lo que decís, manipulan cosas. El cubreboca es para no diseminar lo que tiro al aire. No sirve para impedir que me entre lo que ya está en el aire. Es más efectiva la máscara que podés hacerte con una vinchita de plástico y un folio. Tenemos que grabarnos en la cabeza el uso del alcohol en gel y el lavado de manos, no reunirnos donde están todos amontonados y lavar las cosas que traemos de afuera. Todo pasa. Si lo hacemos bien, va a pasar pronto y nos va a dejar menos cicatrices.

Y después de diciembre, ¿qué va a ocurrir? ¿La enfermedad deja secuelas?

Por ahora no podemos saberlo. Vemos persistencia. No es frecuente, pero está descripto. La persistencia del virus está descripta, por ejemplo, para la hepatitis B. Hay crónica y persistente. Eso depende de cómo están las defensas. La idea es que puede quedar una secuela, pero no en todos. La mayoría de los que se enferman de covid19 no tiene síntomas ni daños. Cuando hay internación, vemos inflamación y eso puede traer una inflamación crónica o cicatrices en el pulmón. Hoy la fibrosis pulmonar no tiene solución, pero no sabemos si en el futuro habrá algo que la revierta. El problema con este coronavirus es que somos la primera generación que lo sufre. Con los otros virus se fueron elaborando por generaciones defensas comunitarias.

Te planteo un dilema ético. Los tratamientos con plasma están bajo protocolo. El 50% de los que entran en el protocolo no sabe si está recibiendo plasma o placebo . ¿Qué pasa si se va conociendo que el plasma funciona como tratamiento y a la mitad no se lo están dando, porque están trabados por el protocolo?

Si ves que el plasma hace una diferencia importante, podés romper el protocolo. Pero no llegamos a esa situación, no hay suficiente evidencia. Y hay otros tratamientos que están funcionando. El gran problema es que la ciencia está privatizada, la presión de los buitres de la industria farmacéutica para ganar millones de pesos. La historia dice que al presidente Illia lo voltearon por afectar intereses de la industria farmacéutica. En el Muñiz estamos trabajando con protocolo de Remdesivir y nos da la sensación de que va. La vacuna de Oxford se probó primero con 45 personas a las que les fue bien. Pero no se probaba efectividad sino que la vacuna no los mate. Y no mató a ninguno. Después empezás a generalizar un poco y probás efectividad. Si la efectividad es del 70%, vas bien encaminado. En cambio si la efectividad es del 30%, vos vacunás a la gente, creen que están protegidos y no lo están. Esto es como la justicia por mano propia. No podés manejarte por tu cuenta, tenés que seguir las reglas. Es como con los violadores. Si presumís sin pruebas que todos los acusados son violadores, podés estar condenando a inocentes.

La Piovano: pasión de (les) multitudes

Salgamos un poco de la pandemia. Hay una población torta fascinada con vos. ¿Qué tenés para decirles a tus admiradoras?

Que les agradezco mucho. Me llena de orgullo. Obviamente el ego se ensalza, ¿no? Pensar que una pueda atraer física y amorosamente a las personas es lindo. Siempre digo que me siento mujer que se siente varón que se siente mujer. Y a su vez reconozco que me siento de la diversidad, que he tenido relaciones con varones y con mujeres. Alguna vez dije: “Es muy complicada la relación con las mujeres. Hace 10 minutos que soy lesbiana y no sé qué mierda quiere una mujer” (risas). Bueno, eso.

En tus redes sociales publicaste un video muy gracioso donde declarás “es momento de que se sepa la verdad: Piovano tiene pene” y se ve un pene gigantesco a tus espaldas.

El pene de Piovano viene de una performance que hicieron las Locas como tu Madre para hablar del uso del preservativo. Contaban que eran trabajadoras sexuales y le conocieron la cara a San Rofo (por el forro, el preservativo). A eso le agregué el Santo del Cuidado y la Prevención e hicimos una movida en el Complejo Cultural San Martín, presentando la campaña Por las Dudas, mi emprendimiento comunicacional que incluye mi programa radial y otras acciones satélites, entre ellas la oración a San Rofo para el Foro de VIH que se hizo en 2007, donde armamos el tótem de la develación de San Rofo. El tótem era una instalación donde estaba ubicado el pene, que se llama Braulio, con una casita como si fuera el Gauchito Gil. La idea era que cuando le ves la cara al santo se te pone el pelo rojo. Te agachabas, mirabas hacia arriba y se veía el forro abriéndose, que decía: “Este objeto (Braulio) puede ser reemplazado por efectos personales, partes corporales y objetos contundentes, que son protegidos siempre que el Santo los cubra”. Un grupo de compañeras lesbianas reprochó que el símbolo fuera un pene y no una vagina. Pero en realidad la instalación tenía por encima una cavidad forrada muy luminosa que podía simbolizar cualquier porción del cuerpo que pudiera ser penetrada.

A Gabriela Piovano la pueden escuchar todos los martes a las 22 en su programa Por las dudas escuchá, en FM 89.3 Radio Gráfica y en Radio Cut.