El Conversatorio sobre "Chineo' (abusos sexuales sobre las mujeres y niñas indígenas), racismo y violencia de género" fue el marco para que funcionarios, especialistas, una mujer originaria y una diputada nacional intercambiaran reflexiones sobre estas cuestiones. 

Octorina Zamora, del Pueblo Wichí, discutió el uso del término "chineo" por entender que es una expresión racista, y aseguró que hay hombres indígenas que actúan como entregadores. Además, exigió que el Estado actúe para poner fin a estas formas de violencia que sufren las mujeres indígenas. La diputada nacional Lía Verónica Caliva (FdT) le dio la razón, dijo que ya hay muchas buenas leyes que se convierten en letra muerta si no hay una acción para aplicarlas en concreto, aunque añadió que el gran debate legislativo que se viene es la aprobación de la ley de propiedad comunitaria indígena. 

"El chineo es una práctica colonial de abuso sexual donde se pone en juego la dominación de una población criolla sobre la población indígena y se juega en el cuerpo de las niñas y de las mujeres indígenas", dijo el antropólogo Martín Yáñez ni bien comenzó su exposición. Añadió que "esta práctica viene con la herencia y matriz colonial y tiene en su seno la idea de raza". Luego la investigadora Alejandra Cebrelli ratificó que el chineo "es una situación aberrante que hay que visibilizar". La doctora en derecho y ciencias políticas Florencia González Brizuela, sostuvo que "para hablar del chineo como una práctica social o cultural es necesario señalar" que se enmarca en "un estado colonial y racista". 

La mujer wichí Octorina Zamora habló entonces, "en nombre de muchas mujeres que ya no están y que fueron víctimas de violaciones sexuales en banda o en grupo”. Comenzó explicando la cosmovisión de su pueblo. “Nosotras las mujeres wichí somos celestiales, somos las dadores de vida, las mujeres estrellas, sin nosotras no hubiera existido la humanidad wichí”. “Nosotras humanizamos al macho que estaba en la tierra, educamos incluso sus instintos (...). Ese es el rol que tenemos nosotros como mujeres del Pueblo Wichí”.

Y cuestionó el uso de la palabra chineo, "porque las cosas hay que decirlas por su nombre, son violaciones en banda o en grupo”. "No dicen criolleo, o gringueo, cuando es una mujer blanca, ¿por qué para nosotras es chineo? Se está reproduciendo una palabra que es racista”, aseveró.

Asimismo, denunció que hay hombres indígenas entregadores. “No hay que ocultar esas prácticas, sean del papá, sean del hermano, de cualquier persona, están violentando contra el cuerpo de la mujer”, aseguró.

En ese punto reclamó la intervención del Estado, “porque si no, vamos a pasar años y años dando cátedra” sobre el tema “y nunca vamos a poner manos a la obra”. “Estamos en un estado de democracia hace cuánto”, cuáles son los organismos del Estado que hayan formado mujeres indígenas para que ellas mismas reivindiquen sus derechos, interrogó antes de cuestionar que "muchas veces el Estado nos deja en manos de las ongs irresponsablemente". "Hay que ir a las comunidades, informando que nosotras las mujeres indígenas tenemos derechos”, sobre todo ahora que hay un Ministerio de la Mujer, propuso. 

Estaba previsto que del conversatorio participara la titular del iNADI, Victoria Donda, pero se excusó por estar en otra reunión. La reemplazó su asesora técnica, Elena Hanono, quien destacó que la idea es elaborar políticas públicas a partir de escuchar a las comunidades, con el objetivo de terminar con la violencia patriarcal, racializada que está muy vinculada con cuestiones económicas.

La diputada Caliva también destacó el hecho de “poder generar y producir conocimientos” con las comunidades “y a partir de ahí nosotros poder generar las leyes y las políticas públicas necesarias”. Ver como se pone "la agenda indígena como agenda prioritaria de las políticas públicas en Argentina" porque "no se puede tolerar que se sigan violando a niñas, que mueran niños y niñas de hambre, que se mueran desangradas en los partos".

"El racismo opera en Salta" 

El conversatorio se desarrolló de manera digital. Los panelistas se encontraron vía Zoom y los escuchantes siguieron el intercambio vía Facebook, y aportaron sus preguntas y opiniones en el chat. La actividad fue coordinada por el delegado local del INADI, Gustavo Farqhuarson y es la primera de dos, la segunda será el próximo miércoles, a las 16, y será sobre el caso Juana, el nombre ficticio de una nena wichí que fue violada en banda en Alto La Sierra, en el extremo noreste de Salta. Precisamente, el primer panelista de ayer, Martín Yáñez, fue perito en esta investigación, por la Defensoría de Víctimas de Violencia de Género, que fue querellante en este proceso. 

Yáñez destacó que la idea de raza "surge a partir de la invención de la colonia". Y para ello se usó a la ciencia por primera vez para marcar el cuerpo "de ese otro racializado" que "pasa a tener un menor valor y sus conocimientos, sus saberes, sus productos, tienen un menor valor". "Esa matriz colonial no se ha ido de América, de Argentina y de Salta", señaló. 

El racismo, dijo Yáñez, está vigente, y tiene carácter relacional e histórico. Advirtió que si "este tipo de prácticas" no son comprendidas dentro de ese esquema relacional de dominación de un pueblo sobre el otro, "pueden tomarse con un relativismo ingenuo". “Si no se historiza, no se ve la opresión”, enfatizó. Y consideró que si se habla de justicia restaurativa, "los operadores de justicia tienen que darse cuenta de que si no se toman los recaudos necesarios, por acción u omisión, van a reproducir prácticas racistas". "Lo primero que tenemos que hacer es incorporar la idea de que el racismo opera en Salta, opera en la Justicia, que tenemos un Estado que tiene una matriz colonial" y tener claro que si se abordan estos delitos sexuales sin historizarlos, como si fueran hechos aislados, no se pone en dimensión que lo que se está jugando es la dominación del pueblo criollo sobre el pueblo wichí, "se está jugando en el cuerpo de las niñas y mujeres indígenas", y se está mandando un mensaje machista, racista

Alejandra Cebrelli, docente a investigadora de la Universidad Nacional de Salta, sostuvo que esta práctica "está fundada sobre la idea de que los argentinos bajamos de los barcos". "Estas situaciones de violencia crean una frontera cultural que va mucho más allá de las cosmovisiones diferentes, mucho más allá de las lenguas diferentes, y que tiene que ver con un estado de violencia permanente” que viene de un Estado con matrices blanqueadas, racializadas, que surgen con la cultura rioplantense, sostuvo. 

Las mujeres originarias, dijo, sufren, además "otras violencias que exceden a las que están reconocidas por la ley", como pasar hambre, "ver morir a sus hijes de hambre", no tener acceso a educación, a salud, al agua. “Las situaciones de violencia son infinitas”, y “les hemos quitado los derechos de ciudadanía” porque les quitaron los derechos humanos básicos. 

Florencia González Brizuela, salteña radicada en Barcelona, se refirió al racismo estructural, el que ejerce el Estado a través de distintos mecanismos. Señaló que el chineo se enmarca en un estado colonial y racista, y que en general los estados modernos parten de la idea de la supremacía racial. “El estado argentino se ha desarrollado, se ha forjado, a partir de esa supremacía racial”.

Hay dos dispositivos que han sido muy importantes para legitimar ese racismo, es el derecho uno y otro, la educación”, sostuvo. En cuanto al derecho, se ha reproducido ese racismo a través de diversas normativas, y la educación forma “en la supremacía”. Además, "desconocemos ese legado de violencia que está también en la propia historia, el genocidio que se cometió contra los indígenas". 

Dijo que intenta llamar la atención de los movimientos feministas sobre la urgencia de "racializar la violencia de género" porque “no todas las mujeres sufrimos las mismas violencias”. 

“No tenemos que olvidar la distribución de recursos” que los pueblos indígenas han sido despojados por el Estado argentino y "los que han explotado a los pueblos indígenas son los que ahora gobiernan y también los que tienen un poder muy importante en el Poder Judicial".

En el cierre, el delegado local del INADI también se refirió a los dichos de la mujer wichí: “Comparto plenamente las palabras de Octorina, creo que el Estado tiene una deuda”.