Este año, en el santuario de Liniers, San Cayetano se celebró sin la tradicional vigilia de feligreses, y con lluvia. Sin embargo, la fe y la emoción religiosa se hicieron presentes en la jornada dominada por la distancia social por la pandemia. La sensibilidad social afloró tanto en los testimonios de los pocos peregrinos que a pesar de todo llegaron al lugar, como en la misa que, en modalidad virtual, ofició el arzobispo de la ciudad, cardenal Mario Poli, destinada al santo de la providencia, el que concede “pan y trabajo”. También ese espíritu animó el mensaje que, a través de una videoconferencia con los movimientos sociales, transmitió desde Olivos el presidente Alberto Fernández.

“Hoy vamos a pedir para que no les falten el pan y lo necesario para una vida digna a todos los argentinos –comenzó el arzobispo Poli al iniciar la misa-, pero especialmente por los más de 7 millones de chicas y chicos que están en la pobreza, con niveles de indigencia que nos avergüenzan y nos humillan” sentenció en el oficio transmitido por canales digitales. Pocas horas después, en sintonía con el mensaje religioso, Alberto Fernández apuntaba: “Venimos de una Argentina que ha desatendido a los más necesitados y los ha condenado a vivir casi en los márgenes de la sociedad, pero necesitamos una sociedad que abrace e incluya a todos y a todas”, dijo el Presidente. “La Argentina debe dejar de ser el país de unos pocos, el que soñaron los que me precedieron en el gobierno, para pasar a ser el país de todos y de todas”, expresó en diálogo con representantes de unidades productivas de distintos lugares del país, mientras la tarde avanzaba en la ciudad.

Desde la mañana, en las afueras del santuario, cerrado al público, la jornada transcurría sin incidentes. Desde temprano algunos peregrinos llegaban para agradecer o para pedir, pero solo estaban breves minutos frente a la iglesia. “Vengo a agradecer --dice Enrique, bajo un paraguas, y cubierto con barbijo de Racing--, tengo familia y estamos bien, pero uno de mis hijos tiene un problema de salud, vengo a pedir por él, y también por todos, porque venimos de cuatro años malos, pero ahora tenemos la oportunidad de levantarnos”. Enrique vive a veinte cuadras. Vino caminando. Antes de irse, mira a la cámara del canal de TV que se acercó a tomar su testimonio y dice: “No hay que ser rebeldes ahora, tenemos que cuidarnos, no dejarnos llevar por los medios, el Gobierno nos está cuidando y hay que ser responsables”.

La fe y la movilización popular se conjugan en el ritual que festeja a San Cayetano. Pocos minutos antes, un grupo de militantes de Barrios de Pie recorría la vereda de la calle Cuzco. Algunos venían de Moreno, otros de Villa Soldati. Portaban la escultura de una gran “Olla popular”. La acompañaban dos imágenes: la virgen María y San Cayetano. Eran pocas personas y todas con tapaboca. Hubo más policía que fieles en las veredas del santuario. “Algunos peregrinos hicieron noche, pero muy pocos”, cuenta un agente ante la consulta de PáginaI12.

A la misa de las 11 solo pueden ingresar los asistentes para la transmisión, y la prensa. Y lo hacen por la puerta trasera del edificio. Sobre esa calle, una carpa cobija dos pantallas gigantes destinadas a una videoconferencia con la que los movimientos sociales celebran una jornada por “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”, haciendo suyas las palabras de predica el Papa Francisco.

En la carpa está el padre Sergio, de Luján. Tiene en sus manos un libro: La historia del Negro Manuel, un devoto de la Virgen de Lujan, en proceso de beatificación, y cuenta que trajo también una estatua de Manuel “que era esclavo”, por si se confirmen los rumores que dicen “que vendría Alberto Fernández”. “Para entregársela, en devolución por la que él le entregó al Papa”, detalla el padre Sergio, quien sostiene que “la devoción nacional por San Cayetano tiene que ver con la esperanza”. Porque “hay que llegar a todos, pero empezar por los últimos, como dice el Presidente”, subraya.

Adentro del santuario, monseñor Poli cuenta que, en 1671, el papa canonizó a San Cayetano, porque “siempre estuvo cerca de los pobres, de los trabajadores del puerto de Nápoles, donde vivía y por eso él sabe estar atento a las necesidades”, se explaya. Sus palabras resuenan en la nave sin fieles, que luce banderas de todo Latinoamérica, y escudos de las provincias argentinas, junto a imágenes del santoral católico.

Los cantos religiosos envuelven el ambiente hasta que los pedidos de los fieles son leídos desde el púlpito: “Que me contraten de nuevo en la sala de terapia intensiva, que me paguen acorde al trabajo que realizo y que sea en horarios convenientes”, fue el primero. Otro dice: “Por la paz, por mi país, por una Bolivia sin conflictos”. Y el tercero abraza con su fe religiosa a la dolorida humanidad en pandemia: “Por los enfermos y por sus familias”, reza.

"El trabajo es una prioridad"

“Necesitamos una sociedad que abrace e incluya a todas y todos”, sostuvo el presidente Alberto Fernández al participar por videoconferencia, de la celebración de San Cayetano, junto a representantes de los movimientos sociales nucleados en la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular).

“Para nosotros el trabajo es una prioridad y que en la Argentina de hoy todavía tengamos gente con problemas para acceder al trabajo, nos duele, nos preocupa y nos obliga a ocuparnos del problema”, destacó el Presidente en línea con representantes de organizaciones sociales de todo el país. “Hay una economía que se ha desarrollado a la par de la economía formal y esa economía necesita crecer porque es un formidable mecanismo para incluir gente en la sociedad argentina”, sostuvo Fernández.

El secretario general de la UTEP, Esteban "el Gringo" Castro, sostuvo que “los protagonistas hoy son los compañeros y compañeras que la están peleando en todos lados para dar de comer a los sectores vulnerables. Estamos convencidos que de esta situación vamos a salir con trabajo. A los trabajadores y trabajadoras que no tienen derechos les decimos que vamos a pelear hasta el fin de nuestra vida para conquistarlos".

La actividad convocada bajo la consigna: “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”, estuvo destinada a valorizar el aporte de la economía popular en la recomposición social, y a recordar la histórica jornada de 2016, cuando se marchó desde San Cayetano a Plaza de Mayo por la Ley de Emergencia Social. Ese evento selló la unidad de las organizaciones que hoy integran la UTEP.

En el acto, Fernández reconoció el trabajo de las organizaciones sociales “que tanto han hecho en los últimos años para que la Argentina no padezca más postergación y más necesidades en sectores que ya las vienen padeciendo hace muchos años”. Y reiteró la necesidad de que nuestro país “no tenga una sociedad que descarta, sino una sociedad que integra, que abraza y en la que todos y todas tenemos algo para dar, para construir, donde todos y todas somos importantes”. Y prometió: “Vamos a hacer las cosas de otro modo para que la justicia social exista de una vez y para siempre en nuestro querido país”.

La jornada contó con la participación de referentes de la UTEP, del Movimiento Evita, de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y del Movimiento Somos Barrios de Pie, entre otros.