En medio de la terrible crisis que estamos viviendo necesito hablar de un tema que me hace ruido hace días en la cabeza. La discriminación de los sectores mas humildes. Como hija de padre paraguayo y oriunda de un barrio humilde de Lomas De Zamora se muy bien de lo que estoy hablando. Porque el racismo no solo tiene que ver con el color de la piel ,sino también es racismo estigmatizar y criminalizar a la pobreza, asumiendo, por ejemplo, que los sectores sociales con derechos básicos vulnerados no quieren trabajar. Pensar que hay “ciudadanxs de primera” y “ciudadanxs de segunda” o creer que el acceso a la salud no es para todxs por igual.

Discursos de odio, senófobos que se replican sin cesar en un país formado por inmigrantes es difícil de creer. Vivimos en una sociedad tan hipócrita que inunda las redes con el mensaje de Black Lives Matter porque es ¨cool ¨ y después reproducen dichos y discursos de odio como si nada. Me gustaría saber cual es el ¨ parámetro ¨de Facebook o Instagram ante estos mensajes. Porque se permiten mensajes absolutamente violentos, discriminatorios, misóginos y transfobicos, pero censuran ciertas imágenes de militancia pura.

Vivir sin servicios esenciales te recuerda todo el tiempo que sos ciudadanx de segunda. Te enfrenta constantemente a esa realidad que te hace mal, que enferma, que duele. No tener agua potable para las cosas mínimas como lavarte las manos o cepillarte los dientes. Es muy doloroso, sobretodo cuando pasan las cosas que están pasando. Esta situación de crisis sanitaria como esta pandemia, hace que tengamos que extremar la higiene de nuestras familias. Deberiamos quitar ese mito discriminatorio popular que dice ¨ los villeros y villeras no les gusta bañarse, que son sucios ¨. Yo les pregunto, ¿Se bañaron alguna vez con un balde de agua?

Hoy, en el sur de nuestro país, hay familias que hacen fuego con basura porque no tiene dinero para comprar leña. Así cocinan y calientan sus hogares.

¿Se imaginan vivir sin luz en pleno siglo XXI? En las villas de Bs. As viven sin luz porque los cables se queman permanentemente por la sobre carga.

Barrios que están a quince minutos del obelisco. Lamentablemente las políticas públicas necesarias nunca llegan con un gobierno, ni con el otro.

Gente a la que no le gusta trabajar, dicen. Mentira. Cuando viene alguien naciendo por el canal de parto no sabe adónde va a caer, si por arriba de la línea de la pobreza o por debajo. No puede elegir. Distinto sería si tuviéramos un país más justo, con trabajo y educación para todxs por igual, servicios mínimos asegurados, lo básico cubierto. Comida y salud. Para que ese ser que viene al mundo esté cuidado y alimentado y pueda acceder a la educación y tener una vida digna.

En plena cuarentena, con clases online exclusivamente, en muchas villas el wifi es inestable o directamente no hay dejando afuera de la educación a muchos niños, niñas y niñes. La educación crea las herramientas necesarias para evolucionar. Sin educación ese niño, niña o niñe queda en manos de un destino casi siempre cruel.

Eso también es discriminar: quitar la libertad de expresión, marginar y estigmatizar por decisión de los políticos y los poderosos.

Por eso creo que hemos sobrevivido muchxs a esta situación de pandemia que nos muestra la desigualdad en carne propia. En la actualidad dicen que hay once millones de personas que asisten a comedores populares. ¿Quiénes preparan esas comidas? Las mujeres de las villas, mujeres de los barrios populares. Las mujeres organizadas contra el hambre, contra el COVID19 rápidamente hicieron barbijos para poder cuidarse y donar a otrxs.

Creo que lo único que nos puede salvar es la genuina solidaridad entre nosotrxs. Ningún villerx debería sentarse a esperar una ayuda que llegará tarde y mal. Lo demuestran día a día. La sociedad debería aprender de ellxs en lugar de invisibilizarlos y estigmatizarlos.

Hablo de militancia porque hoy muchas villas sobreviven gracias al camino recorrido de mujeres que se agruparon para ayudarse entre ellas.

Si una vecina es violentada por su pareja, siempre hay otra vecina que le abre la puerta para darle refugio. Cuando no tiene leche para alimentar a su bebe, le golpea la puerta a una vecina y si tiene, la comparte y si no tiene ayuda a conseguirla.

Esa comunión de barriada la impulsó históricamente la necesidad, el instinto de supervivencia.

Respetemos y valoremos a las mujeres que cuidan a nuestros hijos, hijas e hijes y ayudan en nuestros hogares. Hoy en plena pandemia son numerosos los atropellos que padecen la mayoría de ellas de parte de sus empleadores tales como despidos, suspensiones , falta de pagos de salarios y la imposición de prestar tareas a pesar de que la actividad no fue declarada esencial ni se encuentra exceptuada del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Justica social para todos, todas y todes.