El balotaje del año pasado le hizo volver. Estuvo viajando durante largos meses por el Japón, a donde había llegado para una clínica de artistas. Contará el diseñador y artista visual Endi Ruiz que ese viaje le hizo sacudir, que le dio vuelta el cerebro. Pero se dio cuenta de que quería vivir acá, que lo suyo tiene que suceder acá. Y entonces, volvió a la Argentina para votar.

Su labor artística reúne reconocidos trabajos, desde el diseño de escenografía y vestuario, en innumerables obras. Como compositor de imágenes, como director de arte, Endi Ruiz fue tramando su estilo entre lo marika y lo sudaka, entre la academia y la cultura popular. Formado en la ENERC, la EMAD y el IUNA, su obra advierte una interpelación por lo urgente, una señal en clave hacia la identidad latinoamericana, un posicionamiento político y artístico sobre la disidencia sexo genérica.

En el mundo de Endi Ruiz las marcas de la cultura urbana pudieron ser escritas a partir del registro de lo marginal, desde una impronta marika. En su universo se refleja la ironía, se expresa lo festivo, y se pronuncia la política.

Ilustraciones de Endi Ruiz

¿Cómo te está yendo con trasladar tu trabajo a la modalidad virtual?

Ahora estoy laburando solo, dibujando en la computadora, medio ermitaño. A partir de los retratos que estoy haciendo me voy nutriendo de colegas y de amigues, o también por medio de lo que sucede alrededor de la red. Todo cambió para ese lado. Aunque la verdad yo ya estaba un poco inmunizado, porque si bien una parte de mi laburo es colectiva, y en los procesos está involucrada mucha gente, siempre hay una instancia en donde digo: ahora soy yo con la computadora. Entonces, trabajo solo con mi computadora y las referencias; con mis procesos hasta que encuentro la imagen que quiero. Y ahí es cuando salgo a la calle, voy a buscar telas, o materiales, o me encuentro con la gente y probamos cosas. Parte de todo ese proceso -que yo venía trabajando antes- siempre tuvo su instancia individual. También es cierto que con la docencia en este contexto los cuerpos no se encuentran, pero hay un intercambio también. Y creo que eso es parte también de un proceso de creación y de artista.

¿Y cómo es tu faceta docente entramada con la de artista?

Creo que el artista tiene esa necesidad de trasmitir, y la docencia es algo muy noble, es un acto de amor, aunque suene re Cris morena. En tanto que se logre poner a un costado el ego y se pueda dejar algo. Más allá del alumno o el docente, la práctica en sí hace al amor, hace a la comunidad. Puntualmente lo que estoy haciendo es un taller donde se aprenden los conocimientos básicos de Photoshop y de diseño de vestuario o el diseño visual de un personaje. Son clases bastante libres.

¿Te referís a que en ellas se pueden personalizar las búsquedas o los procesos de creación?

Al ser clases individuales está el beneficio de poder personalizarlo. Hay algunes que son muy buenos en Photoshop, pero no manejan mucho de vestuario. O al revés, hay vestuaristas que no saben sobre Photoshop. También hay gente que no sabe nada de las dos cosas, pero son diseñadores de indumentaria o performers, directores, directoras de cine o teatro y quieren profundizar en la búsqueda de cómo lograr materializar una idea de un personaje, de un cuerpo, de un vestuario o una prenda. O también, une performer que quiere crear para sí misme, o una drag queen para su personaje, para indagar en cómo empezar a componer una apariencia nueva para su propia perfo.

¿Lo digital es un componente en común a todos esos procesos creativos?

Parte del taller está fundado en el aprendizaje de lo técnico, de un software que es el Photoshop. Tiene que ver con el proceso de creación que yo me fui armando para mí. El que pude profundizar y el que ahora puedo explicar, o puedo enseñar. Cada artista, o cada diseñador, se arma de su artillería para materializar una idea. Lo que tiene que ver con lo digital es cómo me vengo manejando, es la manera en la que me gusta hacerlo. Voy linkeando lo formal con lo conceptual también. La necesidad de lo urgente lo resuelve lo digital también. Me hallo en lo digital, me hallo también en la inmediatez de eso. Y también como en cierta espontaneidad que tiene la técnica. Podés empezar a improvisar, a probar cosas desde la forma, el color, la textura que si -yo por lo menos- tuviera que hacerlo a mano no hubiese avanzado nunca, me parece. Soy hije de esta técnica.

Y además de esta técnica, ¿qué más contiene tu artillería?

La artillería en este caso tiene que ver con estar atento a los signos que nos van pasando por el costado. Estar muy despiertos para recoger, recolectar esos signos para poder armar una obra, o un discurso que pueda aportar también una nueva visión de mundo. La artillería es eso: estar atento o atenta a lo que está pasando alrededor, poder recolectarlo. Por ejemplo: hacer una captura de pantalla en Instagram de una imagen que te produjo algo. Una vez que juntaste, que llenaste la canasta, o una vez que te bajó otra imagen y tenés un montón de canastas llenas de eso que fuiste recolectando, podés ir empezando a elegir cuáles son los signos o las imágenes que tienen que ver con vos para poder empezar a componer, o a formar tu propio lenguaje, o a componer tu propia obra, tu propia visión del mundo, y tu identidad como artista.

Intuyo que en tus clases también hay énfasis en esos referentes.

Sí, cuando enseño, cuando explico el proceso de diseño de vestuario, en cómo lo encaro yo, hablo mucho de los referentes. De las referencias, cómo buscar referencias, cómo catalogarlas, para qué nos sirven. Si pueden ser de paletas, de texturas, si pueden ser disparadores conceptuales de una idea... Y cualquier punto de partida está bien, puede ser una silueta, un ojo, una ceja, una línea de una ceja pintada, o puede ser una fotografía de una manifestación. Cualquier imagen que invite a magnetizar otras imágenes para poder componer.

Claro, como convivir con un estado de alerta, pero sensible. ¿Solés estar en un estado de registro constante sobre el mundo?

Dentro de lo que me da la cabeza y la conciencia para poder percibirlo, sí. Yo creo que es mi laburo también. No sé si hay otra manera de hacerlo. Yo creo que el artista también hace eso. Como que va recolectando para proponer nuevas formas. Nuevas formas de mundo también. Trato de estar cada vez más atente, la verdad que sí. En el laburo de dirección de arte, cuando pensás el diseño de un espacio, cuando pensás una ambientación. En el laburo de vestuario cuando pensás en los cuerpos, cuáles son todas las materialidades que modifican la forma de ese cuerpo. Cuando entrás a un lugar y empezás a entender de que sos capaz de leer a una persona por cómo se calzó el jean, o cómo se calza una ropa o por cómo organizó los muebles en su casa. Todos estos síntomas de estas configuraciones culturales es lo que trato de mirar, lo que recolecto. Trato de pensar al mundo desde ahí también.

¿Y cómo pensás que está siendo este mundo, esta realidad para les artistas en esta pandemia?

Con todos los privilegios que tengo, porque la verdad es que no me falta nada, pienso que hay una ausencia del Estado súper fuerte. Les monotributistes y les artistes en general estamos bastante abandonades en general. Si ya estábamos precarizades de antes, ahora es abandono total en algún punto. Yo siento, sobre todo en la condición de monotributista, que no se nos da la importancia -que por lo menos yo pensaba- que les trabajadores de la cultura podíamos tener. Siempre estamos como rezagados, en segundo plano. Me parece que todavía no se entiende el valor social y el valor en todo sentido de les trabajadores de la cultura y de les artistas. Si bien el abanico de la miseria es enorme, a les trabajadores de la cultura, al estar todo parado, jamás lo van a considerar esencial. Y la cultura sí es esencial.

Para más información: [email protected] o @endi.ruiz en Instagram.