“Fuimos a decirle al jefe de personal que estamos desesperados, no puedo pagar el alquiler, mi hija de siete años se levantó temprano porque era su cumpleaños y yo no tenía nada para darle...” Leandro Romero se quiebra un instante, pero enseguida toma la palabra Martín Edat, dos de los 870 trabajadores de Cresta Roja que reclaman desde el lunes su reincorporación a la fábrica avícola bloqueando los accesos de la planta de Esteban Echeverría. “Los compañeros que están adentro hacen el trabajo de dos personas, salen con las manos hinchadas de tanto matar pollos y con una presión tremenda de los supervisores y el nuevo dueño que los amenaza con irse si no trabajan, y dice que no tiene plata cuando factura millones. Que abran los libros e intervenga el gobierno, que la estaticen si era que ‘sí se puede’, nosotros estamos candados de promesas”.

Si hay un emblema de los tiempos que corren es el conflicto de Cresta Roja, que comenzó en el último año del anterior gobierno y se fue agudizando hasta que en diciembre de 2015 los trabajadores que había cortado la autopista Ricchieri fueron reprimidos con balas de goma. Fue el debut de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien en un comunicado justificó el operativo en que había “un infiltrado del PO que pretendía tomar el aeropuerto de Ezeiza”. Tras la quiebra que presentó el grupo Rasic, intervino el Ministerio de Trabajo y la planta volvió a producir en abril de 2016 pero con sólo un tercio del personal, 1300 de 3500 trabajadores, rebajas salariales y contratos temporarios. 

Quienes quedaron afuera ya habían cortado la Ricchieri, y ante la falta de respuesta el lunes un grupo bloqueó los portones de la planta 2 de Esteban Echeverría. La Policía Bonaerense desalojó los portones y un representante de la empresa salió a decir que no había tareas para darles, que deberían esperar al plazo fijado en el juzgado: junio de este año como fecha límite. Ante esta situación, los trabajadores montaron un acampe en el ingreso que da a la autopista Ezeiza-Cañuelas. Esta medida por primera vez contó con el apoyo de los trabajadores al interior de la planta, quienes exigieron explicaciones por sus compañeros de afuera. Al mismo tiempo, rumores sobre el no pago de las indemnizaciones adeudadas desencadenaron un paro de toda la producción que duró hasta ayer. El acampe se extendió al portón de ingreso de pollos vivos sobre la avenida Fair, pero anoche los delegados pidieron que lo levanten para intentar negociar al menos la reincorporación de los 50 trabajadores con más urgencia en su situación económica.

“La comisión interna no nos representa, arregló con la patronal”, dijo uno de los trabajadores ante las cámaras durante el bloqueo. Por la noche, en una entrevista en CN23, denunciaban: “Nunca nos dijeron que nos estábamos comiendo la indemnización, nos descontaron los 6 mil pesos del año y medio de Repro, no tenemos obra social ni seguro de desempleo, sólo esta caja del fondo de lucha para el guiso que hacemos acá”.