Desde niño me causaron mala impresión las cosas artificiales.
Una cosa es un juguete que simula a un camión o un automóvil, pero otra cosa muy distinta es pretender que las flores de plástico son sustituto de las naturales. Sin duda es muy diferente una cosa de la otra.
Lo artificial es puro simulacro, esto es sabido, pero en el escindido mundo de mercancías, que es la base y el sustento del capitalismo, la tendencia a la simulación es frecuente.
La permanente naturalización de las desigualdades, las injusticias sociales y la opresión siempre cuenta con coartadas filosóficas para justificar lo inaudito.
De todo esto saben muy bien los manipuladores de masas con sus dispositivos y artefactos de propaganda que legitiman essas desigualdades, injusticias y la opresión.
Hace varias décadas los filósofos de la Teoría Crítica señalaron que el "triunfo", la imposición de la razón instrumental, sería la aniquilación de todo humanismo.
Que la razón técnica es razón política, por lo tanto lucha y disputa por el poder.
Conceder a la virtualidad es como estrecharle la mano a los robots y a las corporaciones que los fabrican cediéndoles nuestras vidas.
Carlos A. Solero