Así como médicos y enfermeros ocupan la primera línea en la lucha contra el coronavirus, existe actualmente otra primera línea conformada por lxs brigadistas  y bomberos que enfrentan los incendios forestales -intencionales en el 95 por ciento de los casos- en diez provincias del país.

Lorena Ojeda Gómez tiene 35 años. Es brigadista y abraza este rol con “fascinación”, a la vez ya acostumbrada a respirar humo, a vivir entre humo, a quedar impregnada de su olor. A estar con el teléfono siempre disponible para encarar una misión clásicamente en manos de hombres. Con la mochila, el cuerpo y el ánimo preparados. Acostumbrada a sumergirse de lleno en un mundo de llamas, entre la naturaleza, quizá durante varios días. En diálogo con Página/12 relata cómo se vive el intento por apagar un fuego que no cesa y que envuelve al país en medio de una pandemia.

Todo lo que Lorena expresa suena calmo, con una naturalidad que disimula la magnitud de la proeza. Por herencia de su abuelo se convirtió en guardaparques. Ella es de Bariloche y la suya es una vida itinerante. Trabaja para la Administración de Parques Nacionales (APN) y hace dos meses se desempeña para el Parque Nacional Pre Delta, a seis kilómetros al sur de la ciudad de Diamante (Entre Ríos). Días atrás se inició un foco en el Parque Nacional Islas de Santa Fe. Estuvo realizando tareas de logística, aprovisionamiento y coordinación institucional. Antes, hace tres semanas, viajó a la base de operaciones de la localidad de General Alvear (Santa Fe). "Estuve 15 días desplegándome en el terreno, combatiendo directo a los focos", recuerda. Además, era una de las tres personas que conducían la cuadrilla.

"La adrenalina no está todo el tiempo, porque no estamos todo el año en situación de incendio, aunque cuando lo estamos, estamos al trote. Yo lo vivo muy apasionada. Y el miedo es necesario: nos hace replantearnos lo que estamos haciendo. No me tengo que olvidar de que tengo vida en mis manos. Lo siento cuando hay demasiado humo y no veo a un compañero que está a un metro y medio", dice la joven. Disfruta de la exigencia física a la vez que padece la precarización de un oficio que, como el del bombero, está enlazado a la idea de vocación. "Somos los más necesitados cuando pasan estas situaciones y los más precarizados, y eso no se discute. El Estado nacional y el provincial están viendo de dónde sacan gente para ir a combatir. Los bomberos no tienen ART y siempre pelean por el derecho a una obra social. Y nosotros tenemos contrato anual como máximo", protesta. 

Una nota publicada por Rosario/12 es ilustrativa al respecto. Reveló que, hace una semana, grandes incendios en las islas entrerrianas que pusieron en riesgo viviendas debieron ser combatidos por los propios isleños junto a voluntarios ambientalistas, con lo que tenían a mano.

En las islas de Santa Fe estuvieron trabajando 25 agentes de la APN -organismo bajo la órbita del Ministerio de Ambiente-, enviados desde los Parques Nacionales Pre Delta, Los Alerces y Lihué Calel. También brigadistas de la Policía, de la provincia de Entre Ríos y del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, entre otros. Lorena tiene experiencia en incendios "grandes y de larga duración", por ejemplo en La Patagonia. Pero la escena de la que ha sido testigo y protagonista tiene particularidades. "Hay focos por todo el Delta. Ibamos a un foco, capaz estábamos dos días, terminábamos, y después nos trasladaban a otro lugar mucho más lejos, a otro foco que arrancaba", describe. 

Comúnmente lxs brigadistas llegan a la zona afectada en lancha o a pie. En este caso, el traslado por medio aéreo facilitó el trabajo. Por varios motivos: permite hacer un reconocimiento del lugar y detectar qué recursos hacen falta; por ejemplo, si es necesario llamar a los bomberos. De otro modo es más difícil pues el humo cubre el paisaje. Otra de las cosas que permite al sobrevolarlo es registrar el "comportamiento del foco". En algunas expresiones que usa Lorena, el fuego parece tener vida propia.

El foco tiene partes, como cabeza y cola. Al fuego hay que "ganarle" con una gran variedad de herramientas manuales -pulaski, rastrillo, pala, rozón, bate fuego, motosierra, entre otras- y equipo de bombeo, y a veces el apoyo de medios aéreos. Para ello lo mejor es llegar temprano. Las condiciones meteorológicas alteran su temperamento. El mediodía es el momento más complejo, porque aumentan el viento y la exposición al sol. El fuego se descontrola. Lo que hasta entonces no se "atajó" se pondrá más difícil. Para la brigadista, el pensamiento guía es el de "prevención". Cuidarse de "la fatiga".

"La humanidad es la enfermedad de la tierra"

Desde el aire Lorena observaba las miles de hectáreas quemadas y pensaba en la "necedad" de las personas. "No dejan de prender. Nos hacemos tanto daño... Tengo el corazón puesto en que el ambiente se recupera, en que la naturaleza es elástica. Se banca cada cosa... Pero no por nada esta pandemia: es una muestra de su saturación. La humanidad es la enfermedad de la tierra".

"El fuego no es el malo. Es parte de la naturaleza. Un elemento más. En la era de las cavernas no había gente que lo combatiera. Existía y siempre existió. Actualmente está siendo mal usado. La gente siempre quemó los campos para renovar pasturas y limpiar. Hoy las condiciones meteorológicas no ayudan para que se haga en forma desmedida. Debería hacerse de manera controlada. Debería haber un trabajo entre instituciones y propietarios de los campos para que ellos pidan ayuda. Se los podría asesorar para que no se descontrole todo", opina Lorena.  

Es un ecocidio. Se estima que un 95 por ciento de los incendios del país son intencionales. Los de las islas del Delta del Paraná -ahora contenidos, de acuerdo al reporte nacional- motorizaron el debate en el Congreso en torno a la creación de una ley para la protección de los humedales. Lorena está a favor. El lobby empresario intenta frenarla como ya lo hizo en 2013 y 2016. ¿Cómo es apagar un fuego que otrxs vuelven a encender? ¿Enoja? ¿Da bronca? Esto responde la brigadista ante la pregunta: "Hay mucha desconsideración. Se hace adrede un daño que siquiera es multado. Como sociedad tenemos una postura de esperar a que las cosas pasen para recién actuar. No planificamos con hipótesis". A cuatro meses del comienzo de los incendios en el Delta no hay detenidos. Están en la mira los productores agropecuarios. El ministro de Ambiente, Juan Cabandié, pidió intervención a la Corte Suprema.

Las mujeres que apagan el fuego

No son tantas las mujeres que enfrentan incendios. "Es un ámbito masculino. Hace 20 años ingresaban las primeras mujeres al combate de incendios en parques nacionales", puntualiza Lorena. Se siente bien en su rol, para nada "ajena". Padeció algunas cargadas o comentarios del estilo "no te tenía fe". "O a la hora de laburar arrancan ellos y no te dan lugar. Pero esos planteos implícitos me han motivado. El laburo es en equipo. Uno solo no hace nada", destaca. Cree que ser mujer implica un desafío extra: "No puedo hacer fiaca un día porque me juega en contra. El hombre puede descansar, pero yo tengo que estar a la par mínima del hombre más lento del grupo. Son importantes la disciplina y el hábito". En sus próximos días se dedicará a hacer informes acerca de su trabajo. Si es que el fuego no la vuelve a convocar.