Es actriz de teatro independiente, tiene 81 años y está profundamente comprometida con el feminismo. Martha Spivak cambió los escenarios por las pantallas al crear Abuela TV. Allá por marzo de 2013 apareció en internet, primero con un canal de youtube y luego, en agosto de 2016, con la página de Facebook @abuelatv.

La comediante e intérprete dramática había pasado por una operación de cadera y le costaba trasladarse, pero quería seguir actuando. Entonces fue cuando surgió el personaje de una abuela moderna, una especie de alter ego suyo, y tuvo cientos de visitas.

Como editar los videos le resultaba muy complicado, se mudó a Facebook y empezó a subir cada domingo una publicación a la red más amigable para su generación, algo que viene sosteniendo desde hace más de cuatro años, con la asistencia de Luciana, una de sus cinco nietes.

Tener esta página es, para Spivak, una manera de evitar la típica melancolía del domingo, sobre todo, “después de la siesta que no duermo”, se ríe. Activa, se considera obsesiva y un poco maniática. Prefiere meditar antes que tirarse en la cama.

Aquí, una síntesis muy apretada de sus viñetas feministas, algunas de las cuales alcanzaron más de 7 mil vistas:

El amor no duele. Libres no valientes. Por el fin de la prepotencia machista y la falocraciaOrgullosa de vivir en esta época de conquistas, señaló con el pañuelo verde y el puño en alto, cuando el proyecto de ley por el aborto legal, seguro y gratuito se aprobó en la cámara de Diputados. Viva la diversidad. Y aunque por momentos se me hace un matete quiero saber más acerca de que la atracción es autónoma de las determinaciones biológicas, publicó sin vueltas. Amor sin amos, mirá cómo nos ponemos, sumó su voz a la movida contra la violencia que lleva adelante el colectivo Actrices Argentinas. Ni su cosa ni de coso, tituló para dar cuenta de que no deberíamos ser mercadería de nadie.

Claro que la actriz ofrece en Abuela TV otro tipo de relatos, escritos con humor e ironía. Desde aquello qué les pasa a les viejes en una sociedad de la que suelen ser excluídes, hasta cómo la política forma parte de lo cotidiano, incluso “para quienes todavía creen que es una mala palabra”, dice. En la página están, por ejemplo, su elogio del piyama contra los camisones que se enrollan, el dilema liberación o dependencia electrodoméstica, por las roturas de los enseres de la casa, o la reivindicación del barbijo en vez del tapaboca “que me recuerda más a la frase El silencio es salud de la dictadura”.

Ella escribe, Luciana saca fotos y edita la publicación. A veces sale con emoticones o un gif, otras con algo de movimiento, como si fuera un dibujo animado. “Evito vestirme de amarillo para que no me asocien con el gobierno anterior ni con el de la ciudad y porque en teatro es el color de la yeta. Ese ahora es mi escenario”, dice, señalando la computadora que ocupa un lugar protagónico en el comedor de su casa chorizo. “Sigo siendo actriz, después de todo. Nacional y popular”, declara.

Dice que muches seguidores esperan su publicación “porque soy una amiga que acompaña. Les quiero a todes y me importa cada une”, pero destaca a la psicóloga y actriz Virginia Rubin, fiel lectora de la primera hora, las chicas de La Revolución de las Viejas, el actor Juan Palomino y el poeta Hugo Petro, que siempre la versea: Sigo a tecito con miel, mucho limón y jengibre -le escribe su admirador en cuarentena - pero igual gracias a usté, me siento un poco más libre. A sus viñetas domingueras, todos los días las quisiera.

“Sin pelos en la lengua ni secretos que guardar, no te aconsejo que me tomes de ejemplo”, se presenta, con sus rulos entrecanos y una sonrisa que permanece en su boca.

Un simple cálculo revela que ya lleva colgados más de 200 minicuentos. Durante la semana, sube un recordatorio para interesar a los fans y ampliar la cantidad de seguidores. Le propusieron publicar un libro, pero tiene dudas. “¿Quién lo leería?”, pregunta. Y se responde: “tal vez sería un legado para mis nietes, un recuerdo para que se sepa cómo era en 2020 la abuelidad”, palabra que la Real Academia Española no reconoce, con su poder estricto sobre el idioma.

Justamente, sobre cuestiones vinculadas con la lengua, Abuela TV cuenta que publicó un par de episodios. Al del lenguaje inclusivo, lo llamó Un besite para la RAE “para que nadie se sienta discriminade” y al de los días en que hace muchos videollamados lo tituló El lengüetazo, “porque no puedo parar de hablar”.

En casi toda la casa distribuyó cuadernos, papeles y lapiceras. “Sólo me falta poner en el patio, pero ahí tengo las plantas”, bromea. No quiere que ninguna idea se le pierda, anota todo lo que pasa por su cabeza, algo que puede suceder en medio de la noche. Tacha y reescribe, cuando llega a la computadora le da un último retoque, usa Wikipedia, pregunta, va y viene con sus textos hasta quedar conforme. “No quiero poner algo que no sea lo que quiero decir. A veces tengo miedo de que no se me ocurra nada, pero la realidad y la imaginación me dan letra, no fallan”.

Martha cree que en la vida tiene que suceder como en las obras teatrales: “debe haber un cambio que modifique a los personajes. Siempre creí en la transformación, desde los tiempos del Hombre Nuevo, hasta esta marea verde en que vamos a ser mujeres, es decir mejores”, parafrasea al presidente.

Pensar en sus nietes la estimula. “Crecí con elles y aprendí un poco de todo: Física con Ulises, el mayor, que dio su tesis por internet esta cuarentena y se sacó 10; danza con Anita, que baila muy bien y tiene un gran sentido del humor; feminismo y diversidades, con Lu y con Mile, a quienes acompañé con mi corazón en las marchas de Ni una menos; y Medicina, con Pablo que está estudiando en la UBA”.

Vive sola desde que quedó viuda, aunque menciona a sus acompañantes inanimados como si fueran personas: Frodo, el bastón, en homenaje al héroe del libro “El señor de los anillos”, y Tupac, “mi andador andariego”, en homenaje a Milagro Sala. La que siempre anda por ahí es Eva, la gata, que muchas veces aparece en su página.

Para dar una idea de que siempre fue una adelantada, evoca algunas decisiones personales. “Dejé la escuela secundaria por la del teatro IFT, donde estudié actuación y conocí a Isaac, mi marido, actor y peletero. Vivimos juntos antes de casarnos y tuvimos tres hijas que nacieron por parto natural con hipnosis. Escuché por Radio Nacional, como si fuera una novedad, que la reina Máxima había tenido a las suyas así, pero yo lo hice cuarenta años antes. Entonces llamé, hablé con la producción y conté al aire mi experiencia”.

“Nosotres, les viejes, también tenemos que deconstruirnos, estar al día, vivir el presente”, finaliza la charla a prudente distancia. “Nunca comulgué con la idea de que en la cuarta edad tenemos que ser conservadores. Tampoco con les que dicen: en mi época…. Yo soy de esta época. Un poco sabia, un poco bruja, nunca anciana”.