La desaparición de Andrés Núñez se produjo el 28 de septiembre de 1990, tres años antes que la del estudiante de periodismo Miguel Bru. El de Núñez fue el primer caso de desaparición forzada de personas en la ciudad de La Plata, en democracia. Una patota policial, en un Fiat 147 verde, un color que parecía propicio a los métodos ilegales, arrancó de su humilde vivienda al albañil y futbolista amateur que estaba en pareja con Mirna Gómez, quien siguió luchando hasta hoy para hacer justicia. La pareja tenía entonces una hija pequeña que hoy tiene 28 años.

A Núñez lo llevaron a la Brigada de Investigaciones de La Plata, en 61 entre 12 y 13. Lo torturaron hasta que murió y lo hicieron desaparecer. En diciembre de 2010 se hizo el primer juicio oral. En el debate, el ex sargento Alfredo González, uno de los imputados, acusó a cuatro de sus ex compañeros en la Brigada: Víctor Dos Santos, José Ramos, Pablo Martín Gerez y Luis Raúl Ponce.

Confirmó que a Núñez lo habían torturado con picana y “submarino seco”, hasta provocarle la muerte. Dijo que con Dos Santos, Ramos y Gerez, del grupo operativo de Robos y Hurtos, fueron a buscarlo a Núñez para tomarle declaración por el presunto robo de una bicicleta. González intentó despegarse de la acusación y  aseguró que no tuvo participación en los hechos porque se fue antes a su casa dado que había terminado su turno.

Al día siguiente, Gerez le explicó que lo habían matado a golpes. “Me dijo que no me hiciera drama por lo ocurrido porque Ponce lo iba a solucionar todo”. En su declaración ante los jueces, para desligarse de toda responsabilidad, aseguró que fue Ponce quien lo “obligó” a rehacer el Libro de Guardia, para que no figurara la detención de Núñez. En ese juicio, la Sala II de la Cámara Penal de La Plata condenó a reclusión perpetua por “torturas seguidas de muerte” a Dos Santos y al “quebrado” González. El fallo fue confirmado por Casación. La defensa apeló ante la Suprema Corte bonaerense y todavía no está firme.

El oficial Pablo Martín Gerez sigue prófugo y el Ministerio de Seguridad provincial ofrece una devaluada recompensa de entre 20 y 50 mil pesos a quien brinde información. Ponce estuvo prófugo durante dos décadas, se sospecha que con protección policial, hasta que tuvo que enfrentar finalmente a la Justicia.

Los restos de Andrés Núñez pudieron ser encontrados por la declaración que hizo, en 1995, el oficial retirado José Ramos. Los restos habían sido enterrados debajo de un estanque en un campo ubicado en General Belgrano. Ramos fue declarado inimputable. El otro gran culpable en esta historia fue el primer juez de la causa, Amílcar Benigno Vara, quien además de encubrir a la policía se burló de la familia de Andrés. “Debe estar viajando, tal vez está en Brasil con otras mujeres”, le dijo Vara a la mujer de Núñez. Vara murió el 27 de marzo de 2014 y la causa en su contra expiró junto con él.

En 1995, cuando la investigación ya estaba en manos del juez Ricardo Szelagowski, la confesión de Ramos permitió encontrar el cuerpo en el establecimiento rural El Roble, cuyo propietario es primo del comisario retirado Mario “Chorizo” Rodríguez, alto jefe de la Maldita Policía. A Núñez lo mutilaron y le prendieron fuego debajo de un tanque australiano. Sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Debajo de la chapa de zinc que tapaba el cuerpo encontraron restos de la ropa que llevaba puesta el día de su muerte y un peine que fue reconocido por Mirna.