Acaba de finalizar el partido debut de Marcelo Bielsa en la Premier League y Max Aguirre, del otro lado de la pantalla, da el primer comentario: “¡Qué injusto! Era un empate”. Luego con Edmundo, su gato blanco y negro, asomado completa: “Me parece que de los deportes es el que más está en la frontera con el arte. Por momentos logra ser sublime. Es un deporte, sí; pero tiene relato, tiene plasticidad, creación por fuera de la estructura de un planteo táctico”.

Y de alguna manera con esa punta dirigida al fútbol queda definido cierto mundo formativo de Max: hincha de Boca y Almirante Brown –“soy de los vapuleados doble camiseta”-, nacido en Hurlingham, criado en Isidro Casanova. Pero antes que el fútbol y la ilustración –él es un reconocido dibujante e historietista- fue la música: “No era una casa de dibujantes sino de músicos populares: mi viejo y mis tíos, uno postizo y otro sanguíneo, eran guitarristas y a principios de los sesenta salían a tocar junto a mi mamá que era cantora de tango y folklore. Mis tíos llegaron a acompañar a Troilo, Floreal Ruiz, Espinosa, Nelly Omar. Había domingos que llegaban a casa, de larguirucho compraban unas pastas y a veces terminaba cantando yo. O sea, siempre estuvo la música de alguna manera”. Para terminar de graficar aquel ambiente él trae una referencia a mano y actual: Musas (2017) el disco doble de Natalia Lafourcade. Esas canciones, esos autores son los que, según cuenta y recuerda, se escuchaba allí.

Foto: Alejandro Guyot

La patria puede ser, entre otras cosas, el lugar desde donde se viene, de donde se siente que es cada uno. Y de algún modo para Max Aguirre parte de su patria es su infancia. Algo de aquella casa, de aquel bullicio en un punto del conurbano. En definitiva: un hijo de su tiempo. “Uno se crea cierto relato, claro que sí; pero es cierto que siempre me imaginé historietista. Y sucedió, por la lógica natural de la vida, que aquella casa familiar se empezó a vaciar de músicos, porque se fueron muriendo. Y pasó algo raro: empecé nuevamente a hacer música, en un impasse con una banda que tenía” cuenta. Y sigue: “Hago canciones de manera muy intuitiva, pero me sirve tener menos oficio y más intuición; como si se oxigenara el cerebro creativo: en el dibujo uno tiene muchos años de oficio y así como se logra cierto nivel profesional, lo malo es que se desarrollan callos. Uno se enreda, se pone moroso en la creación. Y a veces ir a terrenos donde uno no sabe nada o sabe poco hace bien”. Y una de las primeras canciones que apareció fue, justamente, "Mi casa". La que abre el disco y planta cierta dirección –sonora, porque es un tango de pura cepa-- y narrativa: “Mi casa era mi patria y ya no está” canta allí. “Lo que sí tenía decidido era que esos temas estuvieran arropados por el tango. Con esa sensación de familia, para mí”.

Suave, sin desespero. Así drenó su propio cancionero. Uno breve y conciso. Levemente melancólico, contenido en su aire festivo. Como codas posibles para el fin de una fiesta criolla y hogareña. Pero lo cierto es que no pensó en un disco sino apenas en tener registro de algunos ensayos: el plan no era más que algunas presentaciones en vivo con los músicos y músicas que acompañaban a su amigo cantor Hernán “Cucuza” Castiello y que terminó adoptando como guías musicales: Noelia Sinkunas en piano y dirección musical, Mateo Castiello en guitarra y Sebastián Zasali en bandoneón. Sí, una muestra exquisita de la joven y poderosa guardia del tango actual. “Encontré en ellos algo muy bueno, que no suelo necesitar cuando dibujo: alguien que sea como un exégeta de mis ideas musicales. Por mis limitaciones, básicamente. Soy como una máquina de hacer ruidos que parecen a cómo quiero que suene determinada cosa. Encontramos un lindo método de trabajo. Se tocan todo, obvio y tienen algo muy importante: academia y parrilla, calle. Es como la llave de oro de la música popular, la sofisticación de la academia y la mugre que considero necesaria” cuenta entusiasmado. Y asoma otra vez, como si aseverara, Edmundo. Noelia Sinkunas, en alguna pausa de su agitada agenda, dice: “El proceso fue muy rápido, cómodo, natural. Con el trío que se armó, tanto para tocar en vivo como para este disco, somos músicos que veníamos tocando juntos hace un montón, así que eso facilitó mucho a la resolución de todo. Los temas los fuimos armando en ensayos para el vivo, y definimos algunas cositas nomás como para estudio, pero siguió esa impronta”. El propio Max dice: “Empezó como un ensayo y sucedió todo esto”.

Foto: Alejandro Guyot

Terco –editado a través de Ultra Pop y producido por Pelu Romero (voz de Orquesta Los Crayones, con reciente y recomendadísimo disco debut)- tiene, sobre todo, un tono tanguero. Pero también encuentra una tonada más abierta: zamba carpera, milonga y candombe, aire de chamamé, canciones. Además del ya citado "Mi casa", se pueden señalar "Barullo", "Dicen", "Los imanes" (hay que escuchar acá lo que hace Sinkunas desde el piano). Y hay tres versiones de músicas que no son, en su modo original, justamente tangos: "Flaca" (Andrés Calamaro), "Bailemos" (Coti) y una gran apropiación de "Enough of you" de Marc Anthony Thompson traducida como "Ni alcanzará". “No hay versiones de grandes clásicos porque me parece que generacionalmente ya los toman cantores actuales que lo hacen estupendamente. ¿Cuánto puedo aportar yo a un tango que lo cantaron Lidia Borda, Lucero y el Negro Falótico y lo hicieron en ese nivel?”. Además de Coti, el otro invitado es “Cucuza” Castiello. “En el dibujo me gustan esos tipos como Pratt, Muñoz, Santoro, Berberian: esos que me están contando cosas desde su lugar, su mundo. Siento que fui a la música buscando un patio recreativo y con el dibujo siempre mantuve ese patio. Recuerdo una charla con Nine donde me dijo: “uno nunca tiene que abandonar el jardincito del fondo”.

Max Aguirre y Noelia Sinkunas estarán dando un recital online titulado “Canciones propias y apropiadas”. El sábado 26 de septiembre a las 22 por el canal de Youtube de Pista Urbana. [email protected]