Lujo en Recoleta

Pablo Mehanna

Buenos Aires sigue sumando barras a su noche. Una de las últimas y más esperadas aperturas es la de Presidente, en Recoleta. La expectativa tiene un por qué: detrás de este proyecto están Seba García y Gon Cabado, una dupla de bartenders que ha sabido sumar fans en su paso por lugares como Frank´s, Nicky Harrison, Singapur y su escuela de coctelería Amores Líquidos. Juntos forman un tándem perfecto, con un equilibrio de personalidades: García, con un perfil y una exposición más altos; Cabado, más silencioso y reconcentrado, pero ambos verdaderos maestros en la preparación de cócteles. 

Presidente es un bar elegante, a tono con el barrio donde está ubicado. Destaca la gran barra de madera y varios salones -incluido un patio fumador cubierto, con techo transparente- que se ajustan a los perfiles de cada cliente. Lo más recomendable es sentarse en la barra, pero también vale la pena pasar al íntimo salón presidencial, tras una puerta oculta, con una segunda barra y una biblioteca amurada. 

Entre las recetas de autor hay varios que se sirven en recipientes inesperados. El Primera Dama (Bombay Sapphire, Martini Blanco con té Earl Grey, limones asados, shrub de pepino, aceite de oliva Zuccardi y clara de huevo, $160) llega en un elefante de cerámica. En tanto, el Buenos Aires Zombie ($160), un trago en base a ron, Pineral y almíbar tropical viene dentro de un obelisco. Entre los “clásicos que emocionan” hay cinco tipos de Negroni, cuatro de Old Fashioned (entre ellos el Banana o el Old Coco), además de daiquiri, gin tonic y Presidente Gibson). García y Cabado aprovechan también ingredientes locales, como el jaramillo, la yerba o la miel de Balcarce, así como algunas espirituosas nacionales (Triple Seco Carajo, vodkas de Calafate).  Para comer, variedad de rolls y sashimis, algunas raciones -quesos de Neuquén ($295), tacos al pastor ($295) y cuatro principales (entre $360 y $390).  

En Presidente, hay bartenders de talento, un ambiente imponente y ricos tragos. Lo necesario para ganar el voto de quienes frecuentan las barras porteñas.

Presidente queda en Quintana 188. Teléfono: 4811-3248. Horario de atención: martes a sábados, de 20 a 2.30. 


El jardín de los deseos

Pablo Mehanna

Nueve metros de ancho por veintidós de fondo. Mucho verde, plantas, antiguas palmeras: el jardín de Sherwood debe estar entre los más lindos y secretos de Buenos Aires. El bar inauguró hace nueve meses, y recién en noviembre sumó el fondo, luego de un trabajo arduo para desmalezar, fumigar y nivelar el terreno. “Era directamente un descampado, estaba abandonado”, cuenta Ale Moure, de 28 años, quien trabaja desde los 17 en gastronomía y pasó por lugares como Bengal, el Sofitel y el Pilar Golf antes de decidirse por el camino del emprendimiento propio. 

La recomendación entonces es evitar la parte delantera, a la que falta algo de gracia y estilo (sería necesario mejorar la iluminación y recurrir a materiales más nobles, ¡además de apagar el televisor!) e ir directamente al jardín. Mesas y sillones hechos con pallets se ubican a uno de los lados, mientras que mesitas chicas, ideales para veladas de a dos, pueblan el lugar. Para el invierno prometen techar un sector, que dará cobijo a las inclemencias del tiempo. 

Moure abrió Sherwood -nombre del bosque inglés que se asocia a la leyenda de Robin Hood- con unos amigos de la primaria, creadores de la cerveza artesanal Bronson, que ahora fabrican allí mismo. Además de esta marca hay también cervezas de Mula y Uns, con pintas a un valor de $80 (2 por 150) y variedades como la American IPA, la Pampas Golden y la Imperial Stout. La comida es sencilla: lo que que más salida tiene son las papas fritas con ingredientes ($130-$145) y las hamburguesas ($130-$140), además del sándwich de bondiola braseada, con barbacoa y ensalada coleslaw ($150) y unas nuggets caseras ($130).

Sherwood está ubicado en un barrio todavía tranquilo, pero en vías de ebullición: un Palermo que casi acaricia Almagro. En las cuadras aledañas se encuentran algunos de los lugares más convocantes de los últimos tiempos, como Nola, Dársena y Benaim, siempre repletos de un público joven que busca buenos precios, rica cerveza y patios y jardines con encanto. Y Sherwood cumple con estas premisas.

Sherwood English Pub queda en Salguero 1358. Teléfono: 4861-3683. Horario de atención: miércoles a sábados, de 18 al cierre. 


Un sobreviviente

Pablo Mehanna

Buenos Aires es una ciudad que se viste con capas de cebolla, como alguna gente en el invierno. Y entre algunas de esas capas todavía quedan bares como Hans, donde los habitúes van a pasar las horas bajo el cansino movimiento de los ventiladores de techo. 

Una mujer lee el diario en papel, página por página. Dos amigos con aire de escritores comparten un vino de la casa, a las 5 de la tarde. Un hombre en traje y corbata termina un almuerzo tardío y solitario. Dos adolescentes piden pasar al baño. Entre los clientes se mezclan abogados de Tribunales o de los estudios cercanos, socios del club Cuba y algunos jóvenes a los que le da curiosidad que este tipo de bares sigan sobreviviendo, con sus mesas de fórmica, sus sillas de cuerina, su pizarra con letras blancas y sus pisos damero originales. 

Atrás del mostrador lleno de botellas de aperitivos y vermúes está Jesús Vieytes, quien junto a su hermano Antonio maneja el negocio desde 1973 y comparte su historia. “Este lugar era una cervecería alemana, la abrió un tal Enrique Káiser en 1955. Cuando llegamos todavía quedaban los boxes de madera y se servía cerveza tirada”. 

Hoy, del pasado germano solo queda un cartel de letras góticas, sobre la vidriera. La cerveza viene únicamente en botella ($74 la 3/4) y  los “aperitivos refrescados” junto al clásico triolet. Entre las comidas, mucha minuta y algunas especialidades españolas como la tortilla ($85) y el higadito a la valenciana. Otros platos que salen bien son los escalopes con puré y las carnes al horno, como el vacío o el peceto. 

“¿Te acordás cuando atendiste a Borges y a Kodama?”, le dice Jesús a uno de los mozos históricos. “Sí, venían siempre”. Lo mismo que Troilo y Pugliese, que paraban de paso al vecino edificio de Sadaic. Hans ni siquiera es de esos bares que, con su decadencia elegante -y algo for export- entraron en el listado de notables. No: es de los que quedan al margen, bajo muchas capas de olvido, pero que siguen siendo importantes para su pequeño grupo de habitués, que asisten fielmente. Una Buenos Aires que, más allá de lo que se diga, sigue existiendo.

Hans cervecería y bar queda en Viamonte 1587. Teléfono: 4813-1779. Horario de atención: lunes a sábados de 6 a 22.