No sé si escribo esto por bronca, indignación o furia. O todo eso junto. Después de varios meses de respirar nada más que humo (olvidémonos de la covid-19) y de escribir sobre pandemias y otras yerbas, en algún momento era necesario intentar garabatear algo sobre lo que pasa en las islas…

Nunca fui rosarina y nunca entendí muchas de las cosas que pasan en esta ciudad.

Como estoy en esa edad en la que peino muchas canas, tengo más recuerdos que muchos y me acuerdo de muchas cosas. Lamentablemente me acuerdo. De cuando nadie iba a la isla y la isla era un monte hermoso y espeso, una selva indómita, en donde, si vos te metías, podía llegar a pasarte cualquier cosa. Recuerdo esa época en la que podías cruzar nada más que en kayak o en bote y remando o nadando, porque casi nadie tenía lancha; en la isla vivían nada más que los isleños y la flora y la fauna del delta del Paraná reinaban en forma absoluta.

Los pescadores siempre cuidaron el río porque es su lugar de pertenencia, su medio de vida, su lugar en el mundo. Siempre supieron cazar o pescar nada más que lo necesario en el momento oportuno. Mi tío, que siempre pescaba, si pescaba un pez muy chico lo devolvía al río porque era un crimen pescar las crías…

Mi tío que siempre cruzaba nadando, en la feliz época en la que no había playas ni de este lado ni del otro, tan sólo las naturales, siempre decía que los animales se corrían y huían solos si veían a algún humano porque ellos siempre saben quiénes somos nosotros… Lamentablemente ahora, lo saben más que nunca…

Los incendios en los humedales huelen a emprendimientos inmobiliarios por todos los costados… Ya no es para negocios agroganaderos que están quemando la isla. Es para hacer countrys y shoppings y casonas de lujo con playa propia y embarcadero propio, como hicieron ya en la isla de Florianópolis y en el Delta del Tigre. Billetera mata a galán, y que tanto los pescadores como los isleños, amén de la flora y la fauna de la isla, se caguen… Que se caguen muriendo total no importa… Quiénes pusieron la plata para que quemen tanto se sabrá después de muchos años…. Yo ya fui testigo del progreso y lo que llaman civilización es esto… Aniquilar el hábitat natural del delta porque la ciudad no alcanza y tiene que expandirse cada vez más… Para que los ricos tengan casas de fin de semana y para que muchos que no son ricos mueran de hambre o migren, que es la única que les queda.

Privatizar la isla y hacer allí un megaemprendimiento comercial es la ley del capitalismo. Las quemas son capitalismo puro, de eso no hay duda. De los funcionarios y gobernantes testigos de los hechos nadie hace nada. Los políticos tampoco. Algo huele, más que a quemado a podrido, en el fondo de todo esto. Ninguna raya, puma, yarará o yaguareté volverá a aparecer por los humedales. Porque los humedales ya no existirán. Serán un hermoso recuerdo para los que los vivimos en su bella época. Muchos niños conocerán algunas especies en el Acuario municipal porque ya se habrán extinguido. Muchas aves migrarán hacia mejores lugares porque vuelan, la mayoría de los mamíferos y reptiles morirán o desaparecerán o se ahogarán, lisa y llanamente, tratando de escapar de las llamas.

Nadie controla nada en las islas y en las islas pasa cualquier cosa. Cuando Horacio Quiroga planteaba que el hombre no puede con la naturaleza y que los animales siempre pueden más, no estaba en lo cierto. El hombre pudo más y la fabulosa selva misionera que tanto el Maestro relató en sus cuentos ya no existe, mucho menos la flora y la fauna de este delta que tanto enamoró a Raúl Domínguez, “el pintor de las islas”, dicho sea de paso, muy amigo de mi tío…

Porque hace mucho, muchos años atrás, al Charigüé llegaba muy poca gente de afuera… Tan sólo estaban los que vivieron siempre ahí… La invasión vino más tarde… Mucho antes del puente Rosario-Victoria, pero gracias al puente la invasión fue total…

“Rosarino: tire su basura en su ciudad”, rezaba un cartel en la playa, una de las últimas veces que crucé a la isla, hace ya bastante. Ya lo dije: nunca fui rosarina y nunca entendí muchas de las cosas que pasan en esta ciudad.

Por ejemplo, que tiren la basura en la vereda, cuando tienen un contenedor a diez metros o menos. Que tiren los papelitos en la calle cuando tienen un cesto a disposición ahí cerca. Que un cadete de delivery haga una cuadra de contramano a todo lo que da por calle Salta entre Richieri y Suipacha. Que pasen los semáforos en rojo. Que roben. Que se caguen a tiros. En fin, que todos se caguen en todos, total, que más da, como no nos conocemos, y si nos conocemos te la hacen peor…

Cuando me vine de Melincué a Rosario (gran inundación mediante) lo único que me gustaba de Rosario era la isla. Y la isla, milagrosamente, estaba en Entre Ríos y no en Rosario. Ya no nos queda más isla. Sera un megaemprendimiento comercial para algunos pocos y la isla que conocimos, las islas, quedarán en nuestros más añorados recuerdos. Siempre fue una felicidad enorme, enorme, cruzarse nadando, meterse en patas y en cueros por el medio de la selva y salir hacia cualquier lado, entre tanto reptil suelto y tanto mamífero oculto y acechante…. Parece que ahora, lo único que acecha y no tan en la oscuridad, es la furia del capital que gobierna, gobierna, gobierna….

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