El lesbianismo de Gertrude Stein era el secreto peor guardado de todo el mundo de arte europeo de principios del siglo XX. Sus deseos habían sido expresados por escrito en su obra para quien los supiera leer. Pero además desde 1907 vivía con quien llamaba en público y en privado “mi mujer”: Alice B. Toklas. Y si bien compartieron hogar un tiempo con su hermano Leo Stein, no tardaron en zafarse de la compañía del chaperón para hacer del departamento de la rue de Fleurus el epicentro de toda una generación perdida, expresión que la escritora le había robado al mecánico de su Ford.

Digan whisky

En Tender buttons, su novela de 1914, cuando parece que habla de carne de ternera y panes de manteca, en verdad se aprovecha del lenguaje publicitario de la época para introducir metáforas sobre sexo entre mujeres. Gertrude critica en ese libro explícitamente la presunción compulsiva de heterosexualidad y describe al matrimonio como un chaleco de fuerza contra el deseo femenino y como un caldo del que se nutre la “diferencia de poder entre el hombre y la mujer”. Sin embargo, en cuanto a aquel balance de poderes, no está claro que tan democrática logró ser puertas adentro.

El famoso retrato de Man Ray las muestra en una escena de living conyugal. Es casi una caricatura de un arquetipo del matrimonio hetero: la corpulenta Gertrude, a sus anchas en sus dominios, rodeada de su patrimonio de oro en arte. Alice, disminuida en la punta de la silla, tensa y seguramente amargada. La foto fue tomada cinco años antes de que Gertrude terminara su poemario Poesía antipatriacal, escrito en 1927 pero publicado recién en 1953, y que ahora se puede leer por primera vez en español gracias a la editorial chilena Alquimia. El libro incluye dos extensos poemas (“Poesía Antipatriarcal”, que da nombre al volumen, y “Antes que las flores de la amistad se desvanecieran la amistad se desvaneció”) y un relato de iniciación lésbica, que marca un punto de largada en varios sentidos: “La señorita Furr y la señorita Skeene”, del cual se calcula que fue escrito en algún momento entre 1908 y 1911.

Toklas y Stein con Basquet II

Ama y esclava

Ellas mismas han contado más de una vez que la división de tareas en la pareja consistía en que Gertrude se ocupaba de ser un genio con dedicación exclusiva, mientras Alice se encargaba de todos los aspectos de la vida la práctica, como una amante cama adentro o una ama de llaves con derechos. Su rol de secretaria ultracalificada y confidente estuvo siempre dado por supuesto. Pero, más recientemente, algunos biógrafos le han dado una vuelta al mito… para caer en otro estereotipo: ¿No habría sido Alice Toklas en verdad el cerebro ordenador detrás de la pluma modernista? Gertrude escribía en lápiz y dejaba los papeles tirados por la casa. Alice los juntaba, pasaba todo a máquina y editaba. La verdad es que Toklas nunca fue la preferida de los historiadores, ni siquiera de los historiadores amigos, que la describen en sus cartas como menuda, de párpados caídos, nariz ganchuda, silenciosa y de vestimenta ridícula. Eran su sello de estilo los sombreros de plumas de avestruz y los kimonos, las mismas prendas que se probaron los agentes de la Gestapo en un allanamiento al departamento en el que planeaban robar la colección de arte de la pareja.

También se habla de Alice como la mujer del látigo. Ernest Hemingway, que trataba con tiburones y alardeaba con sus proezas como corresponsal de guerra, dijo haber sentido miedo mientras las escuchaba discutir y a la enorme Gertrude pedir piedad. Sobran las anécdotas sobre los celos que tenía Alice del fantasma de May Bookstaver. May fue un amor de juventud de Stein, que le rompió el corazón, y en esa historia está basada uno de los cuentos de Tres vidas. Una relación de la que también habla en la novela corta Q.E.D, publicada post mortem, que fue escrita en 1903 y quedó aparentemente cajoneada. Hasta que Alice encontró el manuscrito y enloqueció. Cuando identificó que ahí aparecía disfrazado el romance con May, obligó a Gertrude a quemar todas las cartas que se enviaron, en las cuales se basaban los diálogos de la novela. Tan lejos llegó su paranoia que le exigió además tachar la palabra “May” del poema que estaba escribiendo, “Stanzas in meditation”. A lo largo de todo el manuscrito se ha borroneado la palabra “may” y se la ha cambiado por “can”, dos auxiliares en inglés que en algunos casos son intercambiables, pero en muchos otros no. También aparece tachada la palabra “may” cuando se refiere al mes de mayo. El pedido delirante de Alice es una explicación de por qué “Stanzas in meditation” es por lejos más incomprensible que el promedio de los escritos experimentales de Stein.

Dear asado

Por los celos de Alice, Gertrude encriptaba otros mensajes de amor entre sus versos. Como en “Susie Asado”, de 1913. Susie Asado era una bailaría de flamenco, a la que llamaban “la argentina”, que había encandilado a la pareja en unas vacaciones en Madrid. Sobre ella escribió Gertrude: “sweet, sweet, sweet, sweet tea (dulce, dulce, dulce, dulce té)”. En verdad, más que la bebida británica, lo que había en ese verso era un suspiro encubierto. “Sweet tea” era “sweety (cariño)”. El erotismo a la Stein por momentos aparece en su obra en clave, estratégicamente codificado entre juegos de significados y sonidos, y por momentos es sorpresivamente explícito. El título de Tender Buttons es otra muestra: cobra otro sentido cuando se considera que “button” en jerga de la calle es “clítoris”.

La joven Gertrude

Alegres y coloridas lesbianas

Se suele decir que Stein le puso la “G” a la sigla lgbt, muchísimo antes de que existiera algo parecido al acrónimo y a la comunidad, a raíz del relato “La señorita Furr y la señorita Skeene”, que da inicio a Poesía Antipatriarcal, el libro que acaba de llegar a Latinoamérica. El esqueleto es el siguiente: la señora Furr está casada con un señor pero, sin demasiada deliberación, un día decide dejarlo para mudarse con la señorita Skeene. Más adelante, el desgaste las lleva a separarse con la misma falta de estridencia del comienzo del cuento y, sin dramatismo ni reproches, la relación continúa por vía amistosa. El relato es pionero en muchos sentidos. Por un lado, porque 6 años antes de Orlando, de Virginia Woolf, Stein publicó este texto que repite incesantemente la palabra “gay”. Según las cuentas del traductor, 136 veces. Hasta ese momento “gay” significaba principalmente “alegre” y “despreocupado”, pero con ese relato Stein termina de convertirla en sinónimo de homosexualidad. Por otro lado, el gran tema del relato es un lesbianismo feliz que escapa de los destinos de catástrofe, o como mínimo de frustración, a los que parecerían destinadas las historias de amor entre mujeres, antes y después de Stein.

La historia de Miss Furr y Miss Skeene estaba inspirada en una pareja habitué de las tertulias de la rue de Fleurus: las estadounidenses Maud Hunt Squire y Ethel Mars, dos artistas viajeras que en Europa se dedicaron a ilustrar cuentos infantiles con un estilo de color fauvista furioso, que también aplicaban a su maquillaje y tinturas para el pelo.

Casi famosas

Si bien la han llamado madre y gran benefactora del modernismo en el arte, Stein en otros aspectos de su vida era profundamente conservadora. A los 18 años perdió a su madre, un año después, a su padre, a quien odiaba con locura. Desde entonces vivió de rentas y fue fortaleciendo sus rasgos de dueña cada día más reaccionaria. Odiaba a Roosevelt y al New Deal, elogiaba Franco y consideraba a las personas que trabajan para ella vagos o inútiles. Miraba con mucha desconfianza al feminismo y también, según Hemingway, solía decir que la homosexualidad era muy inapropiada entre varones.

A Stein el dinero poco le importaba. Lo que realmente la desvelaba era el éxito. Y es curioso: la fama le llegó con uno de los pocos libros que empieza y termina con una escritura de lo más convencional, lo contrario del lenguaje hermético al que apostó gran parte de su vida. En 1933, publicó La autobiografía de Alice B. Toklas, narrada con la voz de Toklas pero hablando de ella misma. Al escribir en nombre de su media naranja ya no tenía que fingir ninguna modestia. Podía honrarse a sí misma en cada página. Con ese bestseller bajo el brazo volvió a Estados Unidos como celebridad: la gira fue anunciada en Time Square con marquesinas que decía “¡Gertrude Stein llegó a Nueva York!”.

I Love You Alice B. Toklas!

Sólo después de la muerte de Stein, Alice pudo publicar. Primero, su libro de recetas, que incluye el fudge de hachís, una ensalada de frutas, nueces, especias y marihuana. El invento pasó a la posteridad en clave cannábica como los “brownies de Toklas”, a los que se hace referencia en la película I Love You Alice B Toklas, en la que Peter Sellers interpreta a un abogado que se lanza por un camino espiritual degustando la pastelería hippie que prepara su cuñada

Luego, Alice escribió su biografía autorizada, en la que por fin se puede escuchar su voz de su fuente original. Y sin embargo no escapa de los vicios de la simbiosis: el libro sobre la historia de Alice termina abruptamente con la muerte de Gertrude. Ya sin el genio en su vida, Alice se queda también sin amigos y sin patrimonio. Sorpresivamente en su testamento Gertrude les deja allanado el camino legal a sus "herederos de sangre" para que se lleven los cuadros del departamento. Y si bien Toklas no se quedó en la calle, terminó vendiendo unos bocetos de Picasso, robando fruta en el mercado y sobreviviendo por la generosidad de algunos extraños. Pero no hubo rencores: Alice pidió ser enterrada junto a su amor en el Père Lachaise y en los últimos años se convirtió al catolicismo para reencontrarse con Gertrude en el más allá. El judaísmo no elabora la noción de la vida después de la muerte como otras religiones, pero Alice pensaba que Gertrude por su cualidad de genio “no tendría que cumplir el destino de los simples judíos” y la estaba esperando en el cielo.

Romper todo

Los tres textos del libro Poesía antipatriarcal fueron escritos mucho antes de que Gertrude alcanzara su estatus de rock star en la cultura estadounidense, en el que Toklas aparecía más bien como telonera.

“Es lo que ellos hacen es lo que ellos hacen es lo que ellos hacen es lo que ellos hacen ahí afuera y afuera y lo dejan al significado de su por su con su permiso haciendo permitido lo que es”, escribe Gertrude en el extenso poema lleno de trabalenguas y tautologías, donde se dedica a enunciar atributos de lo que llama poesía patriarcal. No parece haber otra forma de arrimarse a lo que haya querido decir sobre la poesía y el patriarcado que no sea destripando el poema como ella misma hizo con el idioma inglés, hasta hacerle decir lo que quería, y al mismo tiempo cualquier cosa, pero también absolutamente nada. El que busca encuentra ciertos leitmotiv entre las estrofas. Además de las mujeres que se quedan fuera de todo reconocimiento, están: el dinero (“Es no ganancia./ Es no ganancia./ A es no ganancia./ Es A A es no ganancia. / Es A es no es a es no ganancia”), los buenos modales (“Nunca gusto de molestar qué duda cabe”), el aburrimiento doméstico (“Poesía Patriarcal y no carne el lunes poesía patriarcal y carne el martes. Poesía patriarcal y venado el miércoles”), la identidad (“Una vez. Nosotros ser nosotros. Una vez. Ser. Una vez. Nosotros ser. Una vez. Ser nosotros”). La lectura de Poesía antripatriarcal es por momentos una proeza: hay especialistas que se preguntan si en ese poema, como en gran parte de su obra después de 1912, Gertrude buscaba jugar con el lenguaje o en verdad jugar con sus pobres lectorxs. Hablan de un “drenaje del significado”: Gertrude "aplica el término 'poesía patriarcal' a un modo de discurso incoherente y de sugerencias múltiples. De pronto el lenguaje parece una roca, no significa nada y se escucha solo como un golpe de tambor". Como si hubiera querido demostrar que la única estrategia segura para la demolición (¿del lenguaje? ¿del patriarcado?) es hacer detonar la bomba desde adentro.