Perdón, número equivocado es el título de una notable película del cine negro, con Barbara Stanwyck. También una expresión en desuso. Pero aún subsiste algo de aquellos diálogos de telefonía fija, llenos de modismos anacrónicos. ¿Cómo articularlos ahora, desde la experiencia teatral? Un desafío que Francisco Alonso y Paula Aiello sobrellevan con SOS, y la respuesta del público los acompaña.

“Se ingresa a alternativateatral.com y se elige el día y la hora de la función. Ese día y hora va a sonar tu teléfono. Cuando atiendas, empieza la función”, explica Francisco Alfonso a Rosario/12. Del otro lado, la voz de un actor o actriz dirá que es, por ejemplo, “alguien que llama desde una ciudad de Europa, que no puede dormir, y habla a Argentina porque tiene ganas de conversar. Se propone una línea ficcional donde el espectador termine siendo parte de la historia, y se lo invita a que haya una interacción”, continúa el actor.

Los artistas en ejercicio son cuatro y las llamadas también. Pero el espectador no podrá elegirlos, sino que será uno de ellos quien marque su número. Es decir, SOS propone cuatro llamados simultáneos, cuatro versiones de una misma obra, y cuatro funciones en el día: viernes, sábados y domingos, en los horarios de las 19.30, 20, 20.30 y 21.

-Todo un ejercicio, donde admiten lo imprevisto.

-Ahí es donde realmente la dramaturgia queda de lado, para dar lugar a la actuación, donde una contestación que te saque de eje se puede incorporar, transformar la historia y hacerla mucho más potente, porque al fin y al cabo estás tomando una propuesta que viene del espectador.

Las temáticas y disparadores están tomados de canciones de Los Beatles: “Todo lo que necesitás es amor”, “Con un poco de ayuda de mis amigos”, “¿Querés saber un secreto?”, “No quiero arruinar la fiesta”, “Mientras mi guitarra llora dulcemente”. La de este fin de semana es la última puesta en escena de “La noche de un largo día”, con Alonso, Aiello, Cecilia Li Causi y Esteban Trivisonno. “Nuestra idea con Paula era que si hacíamos 16 veces la historia por fin de semana durante tres meses, terminábamos quemados, así que decidimos cambiar de temática cada 15 días y renovar los elencos. Queremos que pasen un montón de artistas y no sólo del teatro, sino abrir el juego a cineastas, músiques, gente de la radio. La próxima semana participarán Juan Nemirovsky y María Eugenia Larrosa. Para el actor tiene el desafío de concentrar la actuación en lo sonoro, desde lo que uno pueda generar con su voz o el sonido ambiente, pero la verdad es que no tenés otra herramienta más que tu voz”, agrega Alonso.

El diálogo es privado, íntimo, y la apuesta de no saber con quién, con cuál voz y qué historia, encontrarse del otro lado del teléfono devuelve un misterio que los celulares evitan. También expresan una intención teatral que indaga en sí misma. En este sentido, Alonso señala que “la obra surge del vacío y de la angustia, al pensar en cómo íbamos a atravesar este aislamiento sin el oficio que llevábamos adelante todos los fines de semana, en una sala, con ensayos y funciones. Allí nos surgió la pregunta sobre si el streaming era la forma adecuada, pero corriéndonos del debate de si es o no teatro, algo que a esta altura no tiene mucho sentido discutir. Está claro que es otra cosa, pero tratemos de rescatar la teatralidad, la capacidad de organizar y brindar un momento donde encontrarnos; eso es algo que siempre está bueno, sea en el formato que sea”.

Según el actor, “me dijeron que había un bar en calle San Lorenzo que hacía algo similar, donde ibas a tomar un trago con unos teléfonos que cada tanto sonaban, vos atendías y había una historia del otro lado”. Lo también cierto y urgente, es que “nunca hubiésemos imaginado hacer una obra desde tu casa. El contexto nos impulsó y encontramos que también el espectador estaba necesitando algo que lo movilizara de maneras diferentes a una película, una serie o una obra grabada. Lo nuestro es en vivo, y conserva la adrenalina de lo que está pasando por única vez y para siempre”.

-Tal vez con un nuevo público.

-En cierto modo sí. Con tres fines de semana, nos impresionó la llegada que tuvo. El espectáculo trascendió las fronteras de los espectadores más habitué del teatro y llegó otro público. Nos dimos cuenta que funciona mejor con un espectador que no está habituado al teatro. Hay actores que han llamado y asumieron el rol de espectadores, pero son más respetuosos, no saben si meter un bocado porque temen arruinar la historia.

-Ya tendrán un buen número de anécdotas.

-Nos ha pasado de todo. Tenemos un grupo de WhatsApp donde durante los 15 minutos entre función y función nos escribimos y se arma una especie de camarín virtual, con todo el mundo contando historias. En la obra anterior, “Todo lo que necesitás es amor”, hemos tenido historias de enamoramiento con los oyentes, porque hay oyentes que se meten en la historia. Me pasó de hablar como si fuera el ex de una persona y del otro lado se largaron a llorar. Uno se coloca en un lugar de otro –lacanianamente hablando-, que es muy particular y singular. La respuesta que se puede recibir es muy variada. Hay gente que se suma y se entrega a la experiencia, y quienes se resisten un poco. Pero al ser una cuestión privada y personal, interpela muchísimo.