"No hay alternativa" al rearme. Así de contundente se ha mostrado el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, al término de la cumbre que ha reunido en La Haya (Países Bajos) a los 32 países que forman la Alianza Atlántica.

El encuentro ha ratificado la política de diplomacia coercitiva y rearme impulsada por Donald Trump, que en las semanas previas a la cumbre aseguró que era "necesario" garantizar una inversión del 5% del PIB en defensa. Cifra que los socios se comprometen a alcanzar para 2035: un 3,5% en inversión directa y un 1,5% en inversiones relativas a seguridad.

La excepción de España, que ha generado airadas reacciones, no ha opacado el resultado final de la cumbre. La mayor organización militar del planeta ha acordado llevar el gasto en defensa a niveles nunca antes vistos.

Seguidismo a EEUU

Ante un orden internacional convulso y en transición, la OTAN sigue a pies juntillas la hoja de ruta de "papi Trump", como calificó Rutte al presidente estadounidense. "A veces, papi tiene que usar lenguaje fuerte", aseguró el jefe de la OTAN en un tono desenfadado durante un corrillo con periodistas.

"Tomaremos decisiones históricas y transformadoras para hacer que nuestra gente esté más segura, a través de una OTAN más fuerte, más justa y más letal", apuntó también el secretario general.

El Gobierno estadounidense no ha ocultado su satisfacción con el desarrollo de la cumbre. "Tuvimos aquí una gran victoria", dijo el magnate republicano. Lo cierto es que Washington ha conseguido dos objetivos estratégicos.

Primero, el llamado burden-sharing (reparto de cargas), al aligerar gradualmente su propia carga financiera y operativa en Europa, obligando a sus socios a asumir una mayor parte del coste que representa el despliegue de la Alianza. Y en segundo lugar, cimentar una dependencia continua de los países de la OTAN en el armamento y el equipamiento proporcionados por el complejo militar estadounidense.

La declaración final incluyó un apartado dedicado a "eliminar las barreras al comercio de defensa entre los Aliados y aprovechar nuestras asociaciones para promover la cooperación industrial de defensa" . Este punto beneficia directamente a los grandes fabricantes de armas estadounidenses, que verán ampliados sus mercados en Europa gracias a un marco más flexible y coordinado.

Diplomacia coercitiva: la paz a través de la fuerza

La cumbre de La Haya ha servido además para profundizar en el concepto de la "diplomacia coercitiva". La idea de disuadir mediante la demostración de poder militar y la amenaza creíble de su uso. El secretario general de la OTAN calificaba así de "salto cualitativo" el acuerdo alcanzado.

Este principio quedó a prueba el pasado 22 de junio, cuando Estados Unidos lanzó la Operación "Martillo de Medianoche", un bombardeo contra las plantas nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán en Irán, con el objetivo declarado de frenar el avance del programa atómico de Teherán. Forzando a los Ayatolás a negociar en condiciones desfavorables tras haber sido atacados. Una lógica de seguridad, basada en el desarrollo y despliegue de capacidades militares, compartida por Israel.

Para que la OTAN ponga en práctica este concepto, deberá traducir en hechos el compromiso financiero y político acordado en La Haya. Se espera que en los próximos años, además de una creciente inversión en la industria de defensa, se incremente el despliegue de personal en las bases de la Alianza.

Rutte ha usado un lenguaje grueso para justificar esta posición. En opinión del líder de la OTAN, lo aprobado "significa que no importa cuál sea el desafío, ya venga de Rusia o del terrorismo, un ciberataque, sabotaje o una competencia estratégica, esta alianza está y seguirá estando lista, dispuesta y capaz de defender cada centímetro de territorio aliado y garantizar que los nuestros 1.000 millones de ciudadanos puedan seguir viviendo en libertad y seguridad".

Rusia "amenaza a largo plazo"

Aunque en los pasillos de la cumbre se hablaba de China e Irán, bombardeado por EEUU hace solo cuatro días, la declaración final solo ha señalado explícitamente a un país: Rusia, caracterizada como "amenaza a largo plazo para la seguridad euro-atlántica".

Todo pese a que el papel de Ucrania se ha visto severamente degradado en comparación con las tres últimas cumbres de la OTAN. Reduciéndose su papel en la agenda formal a un encuentro a nivel ministerial y no presidencial, como había ocurrido en las últimas citas.

Zelensky, que se ha desplazado presencialmente hasta Países Bajos, pidió a los socios dedicar el 0,25% de su PIB a Ucrania, propuesta sobre la que la OTAN no se ha pronunciado expresamente.

Sí lo ha hecho sobre una posible adhesión de Kiev a la organización. "El camino de Ucrania hacia la membresía de la Alianza es irreversible", aseguró Rutte. Este extremo ha sido considerado por Moscú como una "línea roja" en un eventual acuerdo de paz.