En medio de la crisis de representación más grande de la Argentina democrática, Néstor Kirchner vino a proponernos un sueño. Y lo cumplió. No sólo levantó al país de las cenizas que dejó diciembre de 2001, sino que recuperó la confianza en la política como herramienta de transformación. Con consignas sencillas pero contundentes, hizo de los derechos humanos la bandera rectora de sus políticas de Estado, bregó por la inclusión social, por la redistribución del ingreso, por la ampliación de derechos. Enamoró a las juventudes, rompió las cadenas de dependencia con el FMI, apostó a la Patria Grande, se enfrentó a los poderosos. Y cuando el país transitaba ese año hermoso de fiestas por el Bicentenario, su cuerpo dijo basta y Néstor dejó la Tierra para alojarse en los corazones de miles, de millones, para siempre. A diez años de su partida, Caras y Caretas lo homenajea en su número de octubre, que estará en los kioscos mañana, opcional con Página/12.

En su editorial, María Seoane señala que más allá “de la gestión de gobierno de un país en ruinas, Kirchner supo siempre que pertenecía a una generación, la del '70, a la que nunca renunciaría por convicción y por pertenencia histórica. Sabía que su gobierno debía ser la continuidad de aquellos sueños por los que había luchado, adecuándolos a las encrucijadas que la historia, ya en pleno siglo XXI, imponía”.

“Los personajes históricos se definen, sobre todo, con base en lo disruptivos que fueron, y Néstor lo fue claramente, desde su estilo cotidiano de gobierno hasta la instalación de una nueva agenda política en la Argentina”, sostiene Felipe Pigna.

Desde la nota de tapa, Fernando Amato destaca el estilo disruptivo de Kirchner: “De entrada nomás, rompió todos los moldes de la política tradicional. Y los protocolos. En el camino hacia la Casa Rosada se abalanzó sobre la gente y una cámara fotográfica le dejó una cicatriz que fue la marca de una nueva mística. Necesitaba posicionarse como líder de una Argentina que aún no estaba convencida de dejar atrás aquello de ‘que se vayan todos, que no quede ni uno solo’. Y supo cómo construirlo. Al discurso apasionado y militante le sumó una serie de medidas de gobierno que rompieron fuertemente con el pasado. Desde un principio, se declaró contrario al neoliberalismo, atacó con virulencia a Menem y se proclamó a favor del desarrollo productivo con incentivo del consumo masivo para generar justicia social”.

Víctor Santa María destaca: “La Argentina se puso de pie y los argentinos recuperamos el orgullo de ser nación. No nos dimos cuenta del esfuerzo, de la entrega y del sacrificio que exigía semejante epopeya. Pero el Flaco no especuló jamás. Lo dio todo, hasta su vida, para cumplir con el sueño que nos propuso cuando asumió: una Argentina unida y un país más justo”.

Daniel Miguez escribe sobre el Grupo Calafate, el núcleo político que llevó a Néstor Kirchner a la Casa Rosada. Martina Noailles da cuenta de la política de derechos humanos que llevó adelante el expresidente. Melina Vázquez relata el retorno de las juventudes a la política. Martín Piqué reseña la ampliación de derechos como objetivo de numerosas medidas y normas impulsadas durante el kirchnerismo. Y Boyanovsky Bazán desarrolla el lugar estratégico que Kirchner les asignó a los movimientos sociales como actores centrales de la política.

Mario Rapoport reseña la política económica del gobierno de Kirchner, Telma Luzzani se dedica a las relaciones exteriores durante este período, con eje en las ideas de soberanía e integración. Edgardo Esteban escribe sobre la cuestión Malvinas. Nicolás Lantos describe el contexto político de la Argentina en 2010. Y el claroscuro lo hacen María Pia López, que reconstruye lo que fue la maravillosa fiesta del Bicentenario, y Hernán Brienza, que escribe sobre la muerte de Néstor y su trascendencia.

Como siempre, Ricardo Ragendorfer regala con su pluma una crónica policial, esta vez sobre el asesinato de Mariano Ferreyra, ocurrido días antes de la muerte de Néstor y uno de sus desvelos hasta el final. Y Ana Jusid trae a la memoria las imágenes tremendas del pueblo yendo a la Plaza de Mayo a despedir a ese padre, ese hermano, ese amigo, ese compañero que fue Néstor Kirchner.

El número se completa con entrevistas con Estela de Carlotto (por Virginia Poblet), Esteban Paulón (por Roxana Sandá) y Horacio González (por Gimena Fuertes).

Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.