Una bomba con un kilo de explosivos estalló en San Petersburgo, mató al menos a 11 personas y dejó casi medio centenar de heridos, según datos del gobierno, en un ataque que al cierre de esta edición no había sido reivindicado por ningún grupo terrorista. La explosión ocurrió mientras la formación del subte circulaba entre las estaciones del Instituto Tecnológico y la de Sennaya, en una línea muy frecuentada que atraviesa el centro de la segunda ciudad más grande de Rusia y antigua capital imperial. Poco después, una bomba casera fue detectada y neutralizada en otra estación, Ploshad Vosstaniya, anunció el Comité Nacional Antiterrorista (CNA). Mientras el presidente Vladimir Putin advirtió que no descartaba ninguna teoría y que las agencias de seguridad y los servicios de inteligencia intentaban determinar la causa del ataque, la agencia de noticias estatal Interfax informó que la policía buscaba a dos hombres: uno que habría sido responsable de colocar la bomba y el otro el que habría dejado un segundo dispositivo explosivo en la estación de subte, que luego fue desactivado. 

El presidente Putin, que se encontraba en esa ciudad para participar en un encuentro con periodistas locales, dio su pésame por las víctimas durante un breve discurso televisado, poco antes de entrevistarse con su homólogo bielorruso, Alexandre Lukashenko. “Las causas todavía se desconocen y aún es pronto para hablar de ellas, la investigación las determinará la justicia”, indicó el mandatario ruso. “Siempre estudiamos todas las posibilidades: accidental, criminal y, sobre todo, un acto con carácter terrorista”, declaró Putin.

El Comité antiterrorista, que abrió una investigación por acto terrorista, precisó en un comunicado que analizaría todas las pistas posibles. 

La explosión tuvo lugar a las 14.40 hora local (8.40 hora de Argentina), según los servicios secretos (FSB). El estallido, que coincidió con una visita a la ciudad del presidente, se produjo en la céntrica estación que combina varias líneas de la extensa red de ferrocarriles subterráneos de la ciudad-puerto del Báltico. Testigos del ataque señalaron que al menos una decena de ambulancias llegaron a la estación, mientras imágenes que circulaban profusamente por las redes sociales mostraban personas cubiertas de sangre tendidas en la plataforma y los servicios de emergencias intentando prestar ayuda a algunos de los heridos, varios de ellos buscando salir del subte en medio de nubes de humo.

Las primeras imágenes difundidas por las cadenas de televisión rusas mostraron un tren del subte destrozado por la explosión, y numerosos viajeros que trataban de sacar a las víctimas entre los restos del vagón atacado. “La explosión tuvo lugar entre dos estaciones pero el maquinista tomó la buena decisión de continuar ruta hasta la estación, lo que permitió proceder rápidamente a la evacuación y al socorro de las víctimas”, declaró en un comunicado Svetlana Petrenko, representante del Comité de investigación.

“Estaba en el subte. En la estación del Instituto Tecnológico, el tren se detuvo, pero las puertas no se abrían. Por la ventana, vi a gente con cascos y cuatro cadáveres”, explicó un jubilado, Viacheslav Veselov. Otra vecina de la ciudad, Galina Stepanova, de 38 años, se encontraba cerca del lugar de la explosión. “Yo no estaba dentro, pero he visto salir a la gente, estaban como sordos, muchos se agarraban la cabeza. Los socorristas los atendieron muy rápidamente”, comentó. Afuera de la estación del Instituto Tecnológico, Natalia esperaba noticias de su madre. “Estaba en el subte, no sé cómo está, no logro contactarme con ella”, dijo.

Según explicaron las fuentes policiales, los dos dispositivos, el que explotó y el que fue detonado de manera segura por las autoridades, eran bombas de esquirlas, un tipo de arma que lastima de manera indiscriminada y que resulta ser muy efectiva en este tipo de ataques. 

La ministra de Salud de Rusia, Veronika Skvortsova, informó que en total 11 personas murieron en el ataque; entre las decenas de heridos, seis continuaban en estado muy grave con heridas de metralla y quemaduras, según el parte oficial. 

Apenas una hora después del estallido, la Fiscalía de la antigua capital imperial rusa inició una investigación y todas las estaciones del subte fueron clausuradas hasta nuevo aviso. Diez minutos después de que se realizara la clausura, toda la red estaba vacía de pasajeros. Las autoridades rusas llevaron adelante una evacuación similar en Moscú. 

Unas seis horas después del ataque, el servicio de subtes volvió a funcionar de manera parcial. Los tramos que siguieron suspendidos fueron los que incluían a las dos estaciones afectadas por el atentado, dos puntos del centro neurálgico de la enorme telaraña que dibujan las cinco líneas del subte de la ciudad.

La explosión y el hallazgo posterior de la segunda bomba también dispararon las alertas y en el aeropuerto de Pulkovo –de San Petersburgo– se reforzaron las medidas de prevención. Previamente se habían recibido informes sobre bultos y artefactos no identificados, pero los registros no habían dado resultado positivo en ningún caso. 

El presidente adjunto del Comité para la Defensa y Seguridad de la Cámara alta, Frants Klintsevich, dijo estar “absolutamente convencido de que Rusia responderá categóricamente” a lo ocurrido, tras interpretar que las explosiones “indudablemente son atentados terroristas”.