Para Walkiria Woelflin

La acuarela es una técnica de pintura que se popularizó desde el siglo diecinueve a nuestros días con diferentes usos que abarca desde su enseñanza a niños escolarizados por su aparente facilidad de manejo como la practicidad de su limpieza en ropas y manitas infantiles como excepcionales pintores tales como William Turner, Xul Solar y Paul Klee, por citar varios y maravillosos estilos. El antecesor de la acuarela es el fresco, que usa como ella pigmentos diluidos en un medio acuoso, solo que aplicado en una mezcla o mortero de cal húmeda. Esta es la forma en que se realizaron obras del quince de Durero y en el dieciséis de Miguel Angel.

Se supone que la acuarela surge casi inmediatamente de la invención del papel aproximadamente un par de siglos después de Cristo y como corresponde, en China. Los árabes la llevan a la actual España durante el siglo trece y se conoce que Rafael Sanzio, siglo quince, la usaba para bosquejar en grandes cartulinas sus obras. Mientras, en Japón la acuarela hecha con tinta se conoce como sumi-e realizada con diversos tonos de grises realizados con negro o sepia. 

Durante mucho tiempo y antes de la invención de la fotografía, en las expediciones arqueológicas, geológicas, botánicas, y militares que cruzaron el planeta, se incluía un acuarelista que daba cuenta de los hallazgos o prefiguraba los proyectos para futuras conquistas. Con la aparición del libro y su popularización se dio trabajo a artesanos de esta pintura al agua para colorear ejemplares o las maravillosas mayúsculas que decoran los llamados ejemplares “iluminados” desde finales del siglo dieciocho al diecinueve.

La aparición de la pintura al óleo, que fuera atribuída al flamenco Jan Van Eyck, brillante autor del siglo quince, respondía en forma eficiente al naciente mercado de arte y al modo detallista de los autores de la época. Se seca lentamente, lo que permite retocar la obra, variar la composición, modificar los colores y a la vez se trabaja sobre un soporte, la tela, posible de ser transportada, vendida o robada a la vez que sus colores permanecen estables a través del tiempo. Así, es una mercancía valiosa confiable, eterna. 

La acuarela pasa a perder valor comercial en la comparación con ese nuevo material pictórico. No obstante, los acuarelistas se destacan en muchos sitios, especialmente en Inglaterra destacándose especialmente Constable, Gainsboroug y el fantástico William Turner. Se crea allí la Real Sociedad de Acuarela y posteriormente el Instituto Real de Pintores en Colores al Agua donde se hace hincapié y valoración especial en su uso al aire libre. El gran Turner generó un enorme problema: alrededor de 1950 se realizó un estudio para conseguir preservar sus más de veinte mil acuarelas donados al estado lo que hizo examinar, revaluar y modificar este sistema de pintura. En el mercado de arte, el metro cuadrado de óleo se cotiza más alto que el de la suave acuarela. Es realmente un tema fascinante, que incluye la manera en que los infantes friegan la pastilla a la vez que destrozan los pinceles y el sumi-e que atrapa tras ojos misteriosos sus encantos dificultosos y orientales.

Cierta vez, me preguntaron por qué solo pintaba acuarelas, entonces enumeré: porque hay que reservar áreas de blancos, lo que hace pensar en zonas vacías; que cada capa modifica la anterior, no la borra sino que la modifica; si se llega a un resultado no deseado o inconveniente, dado que no se puede corregir, lo único posible es descartar, romper lo hecho y volver a comenzar, en fin, es una técnica muy riesgosa, por eso me gusta. “ ¿Vos estás hablando de la vida, no?”

Es la hora, dije y me escapé de esa sesión.

 

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