Desde Roma
Este miércoles comenzará en el Vaticano un proceso contra dos sacerdotes italianos por presuntos abusos sexuales nada menos que en el llamado Preseminario San Pio X, ubicado dentro de la Ciudad del Vaticano y muy cerca de la residencia de San Marta, donde vive el papa Francisco. El Preseminario San Pio X es una estructura religiosa que aloja a estudiantes de escuelas secundarias de todo el mundo para ayudarlos a discernir su vocación, es decir ayudarlos a saber si quieren o no ser sacerdotes. Mientras están en el preseminario, los jóvenes tienen como tarea el hacer de monaguillos en las celebraciones de la basílica de San Pedro. Por eso a veces el Preseminario es llamado “la escuela de los monaguillos del Papa”.
Los acusados son dos sacerdotes de la diócesis de Como (norte de Italia), Gabrielle Martinelli, que fue ordenado sacerdote en 2017, y es sospechoso de abusos sexuales en el Preseminario cuando todavía era seminarista, y Enrico Radice, hoy retirado, que desde 2002 era rector del Preseminario y está acusado de haber encubierto a Martinelli.
Los hechos salieron a la luz por denuncias hechas por algunos chicos que pasaron por el Preseminario y fueron publicadas por la prensa italiana. Y también en un libro del periodista experto en asuntos vaticanos Gianluigi Nuzzi, titulado Pecado original. Al parecer se trataba de abusos nocturnos sucedidos antes de 2012, según sostiene uno de los testigos, el ex seminarista polaco Kamil Jarzembowski, que había entrado en el Preseminario en 2010 y denunció el hecho, incluso ante la justicia italiana, en 2017. Otros de los chicos abusados, en declaraciones anónimas a un programa televisivo llamado Le iene (Las hienas) contaron que Martinelli se metía en la cama de ellos de noche cuando estaban en el Preseminario. Ellos tenían 13 o 14 años.
Jarzembowski fue repetidamente interrogado por los jueces del Tribunal de la Santa Sede que luego decidieron procesar a los dos sacerdotes.
Este proceso --como muchos otros que se están haciendo por el mundo contra la pedofilia de parte de miembros de la Iglesia-- ha sido facilitado por las decisiones tomadas por Francisco en 2019, luego de que en febrero se realizara en el Vaticano un encuentro con cardenales y obispos de todo el mundo sobre abusos sexuales. Entre las medidas que Francisco tomó en distintos momentos del 2019 hay que mencionar la abolición de una norma que impedía la realización de un proceso dentro del Vaticano si la persona ofendida no había presentado la denuncia en el término de un año a partir del momento en que se habían producido los hechos. Como aseguran los psicólogos expertos, las personas que han sufrido abusos de este tipo difícilmente pueden confesarlo o hacer una denuncia en menos de un año.
Otra decisión importante que ayudó a sacar estos hechos a la luz, después de que Francisco insistiera repetidamente sobre la “tolerancia cero” hacia los abusos, fue la abolición del “secreto pontificio” no sólo sobre las denuncias, sino sobre los procesos y decisiones referidas a las personas que han cometido abusos de menores pero también a los que los han encubierto, a menudo cambiándolos de una parroquia a otra.
La abolición del “secreto pontificio” fue una decisión papal sin precedentes dada a conocer en diciembre de 2019 y que debería ayudar a procesar los numerosos casos de pedofilia en la Iglesia ocurridos en distintos países del mundo. A partir de esta abolición, a diferencia de lo que ocurría antes, todo el material disponible en los archivos vaticanos sobre el prelado acusado podrán ser entregados a la justicia del país que lo solicite.
Para facilitar las denuncias de parte de los abusados se agregó el Vademecum publicado el pasado 16 de julio por la Congregación para la Doctrina de la Fe, la congregación encargada de recibir las denuncias y hacer las investigaciones correspondientes a cada una de ellas. El Vademecum, que entre otras cosas, explica cómo deben ser escuchadas las víctimas de abusos, ha sido definido como una contribución para reforzar la justicia. Si bien es un paso más en la lucha contra los abusos dentro de la Iglesia, algunos expertos como Ernesto Caffo, fundador de la organización no gubernamental italiana Telefono Azzurro (un número telefónico que recibe las denuncias de abusos de todo tipo) considera que todavía falta una mayor coordinación. Mayor coordinación, dijo a la prensa italiana, “entre todas las iniciativas y todas las organizaciones de la Iglesia que permita comprender por ejemplo, que en torno a los abusos sexuales hay una serie de temas ligados al abuso de poder y al no respeto de los derechos de las personas”.
Respecto a Martinelli, la justicia de Roma hasta ahora no habría dado grandes pasos en relación a un proceso en su contra. El cura está siendo investigado por la justicia italiana por violencias continuadas y abuso de autoridad. Las organizaciones de defensores de los abusados, como Rete Abuso, acusan al Vaticano sin embargo de no haber procesado a quienes estaban por encima de Martinelli y Radice y que los encubrían, como por ejemplo los dos obispos que tuvo la diócesis de Como en esos años.