1

El pibito, con gran destreza, va escalando la fuente seca de la plaza López hasta llegar hasta lo más alto. La joven madre, sentada en uno de los bancos, mira su celu y lo felicita cuando el pibito le avisa que llegó a la cima. A los pocos minutos llega el papá. Y el pibito vuelve a repetir la escena. El papá silba una canción que no identifico. Observa feliz los movimientos de su hijo. Hasta que se acerca a la reja de la fuente y le dice: "¿Vamos de la abuela a comer?". Y el pibitio baja rápido.

2

Recién llegamos de la caminata hasta el parque Urquiza. Hemos visto a una señora con cinco galgos, a los que alimenta, da de beber y hace jugar. Uno de color negro corre feliz con su palo en la boca. Ella me cuenta que son todos de ellas. Y que se dedica a recuperar galgos de la calle.

3

Disquería Utopía. Sábado al mediodía. Día de ventas. Todos los clientes con tapabocas. Charlan, preguntan. Diego y Puchi Arce contestan. Entra un histórico cliente de la disquería. Pregunta si llegó su vinilo importado. La respuesta es obvia. Puchi explicaba –como un chamán- que el vinilo nuevo viene cerrado al vacío, es indispensable olerlo ni bien se lo abre y se le quita el nylon. La mezcla de aromas de cartón, tinta, vinilo y rock es inigualable, asegura. Cuando se lo entregan, el cliente lo extrae y lo acaricia como se quieren a las cosas amadas. Lo muestra: Led Zeppelin 2. "Lo compré a los 14 años", le advierte al cliente ocasional. 50 años después, Marcelo Romeu se va de la disquería con el disco preciado.

4

 

El geriátrico está ubicado en el centro, por calle Laprida. El nombre no importa indicarlo. Sí precisar que es una casa de dos plantas, una puerta principal de ingreso, un ventanal a la calle y una entrada de lo que alguna vez fue un garaje. Es difícil para mí -un novato- definir el estilo arquitectónico. Pudo haber sido una casa de la década del cuarenta. Ha sido reciclada. Paso todos los días frente a ella por una cuestión de vecindad. Esta semana, un joven le habla a la ventana. Gesticula, se ríe, abre los brazos, acerca la ñata contra el vidrio. Algunos metros más atrás están sus padres. Observan emocionados la escena. Acelero el paso y llego hasta el ventanal. Desde el otro lado, desde el interior de la casa geriátrica, una anciana, con su camisón brillantemente blanco, habla con su nieto. Los separa el ventanal, estrictamente cerrado en pandemia. No importa. Desde la vereda, el pibe escucha el amor que le transmite la abuela desde el otro lado.

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