Saco beige, camisa blanca, corbata… Raúl se sienta frente a la cámara para comenzar el ritual. A las 10 de la mañana del jueves 22 de octubre este estudiante comienza, vía zoom, la defensa de su tesis de licenciatura de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Salta.

Dos horas después y tras la deliberación del tribunal, una audiencia emocionada abre sus micrófonos para aplaudir. La nota es 10 y se recomienda la publicación de la tesis de grado “Formas y prácticas de la comunicación y la educación en el contexto de la prisionización. El caso del aula satelital- Penal Nº1 (Salta)”. La Facultad de Humanidades y su Escuela de Comunicación tienen un nuevo licenciado.

Esta historia, este ritual académico que se repite vía zoom en nuestras pandémicas circunstancias marca un hito y, si cada estudiante es especial, Raúl lo es porque se ha convertido en el primer estudiante que cursó todas sus materias y elaboró su tesis cumpliendo sentencia en la Unidad Penal Nº 1 en Salta Capital bajo la dirección de las docentes Rosa Guantay y Silvia Mendoza

Un estudio riguroso y documentado que indaga en los procesos personales, grupales e institucionales de la educación en ese contexto de encierro con sus particularidades e historia. En sus propias palabras analiza la ambivalencia, el diálogo y la tensión entre la lógica punitiva y el dispositivo pedagógico y la oposición entre lo normado: las leyes 26.206 y 26.695 y el Convenio Marco con la Facultad de Humanidades de la UNSa. y la sobrenormatividad, la infantilización y las leyes no escritas de la cultura carcelaria.

A lo largo y a lo ancho de nuestro país muchas universidades públicas desarrollan proyectos de extensión universitaria y/o carreras de grado, muchas cuentan con gran cantidad de egresados de varias carreras, como la UBA; hay grupos de estudio sobre la problemática como el que tiene a Francisco Scarfó como director, en La Plata. Distintas universidades del noreste y noroeste del país se han agrupado para compartir y mejorar experiencias. Nacidos de distinta forma, cada universidad en cada institución de encierro (de varones, de mujeres, de jóvenes en conflicto con la ley penal) avanza con escaso o nulo presupuesto, con docentes que asisten como voluntarios a clases de apoyo y consultas, con contrapartes comprensivas y modernas en algunos casos o resistentes y obstaculizadoras a todo cambio en la institución penal, en otros.

En el caso de la Facultad de Humanidades la carrera que se dicta es Ciencias de la Comunicación porque surge de la unión virtuosa de la radio universitaria y la carrera creada en 2006.

Partió de la preocupación del profesor en Letras (UNSa) Roberto Salvatierra, quien originalmente era docente del bachillerato de la Unidad. Roberto observaba cómo, poco tiempo después de su ingreso, las personas privadas de libertad perdían gran parte de su vocabulario y su capacidad de comunicación. La radio de la Unidad Penal fue la herramienta para recuperar la palabra, la opinión, la argumentación, para organizarse en una tarea que requiere puntualidad, disciplina, lectura y actualización. 

Esa recuperación de la palabra provocaba, además, una mejor recuperación de los vínculos familiares. “FM Libre” a pesar de su limitado alcance geográfico, propició visitas, actividades, notas periodísticas. Entre muchas otras personas físicas e instituciones que el profesor Salvatierra invitó a participar a la radio de la Universidad Nacional de Salta brindando Talleres de Producción que respondían a las necesidades que los internos-periodistas veían como urgentes. 

Quienes completaron uno de esos talleres recibieron a fines del año 2005 sus certificados de Capacitación Laboral expedidos por la Secretaría de Extensión Universitaria. Para entonces ya estaba anunciado el inicio de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UNSa y los internos vinculados a FM Libre solicitaron a la entonces rectora, Stella Pérez de Bianchi, poder ser inscriptos en ella.

El compromiso de los y las docentes de la nueva carrera resultó indispensable; consideraron un deber de la universidad pública y un llamado vigente en el Estatuto de la UNSa el propender a que la educación superior llegase también a las personas privadas de libertad. El pequeño grupo del penal tenía sus reuniones en la sacristía de la Iglesia Católica cedida por la Pastoral Carcelaria. En los bancos de esa iglesia se habló de Saussure, de Bordieu, se tomaron exámenes finales, se realizaron jornadas con estudiantes de Ciencias de la Educación. Con la decisión política y la ayuda constante de la rectora y de un equipo de docentes y personal universitario y penitenciario un día se inauguró el Aula, un pedacito de la universidad en medio de las rejas. Y llegaron los primeros apuntes y libros, y hubo mesa y sillas y mate, estudio, trabajo y risas distendidas.

El trabajo de la Facultad de Humanidades no se detuvo nunca: decanos y decanas, docentes, personal de apoyo, estudiantes del Campus y del Penal intercambiando experiencias, exámenes presenciales y traslado a la Facultad para rendir. Ni las diferencias políticas o de gestión, ni la falta de presupuesto, ni la sobrecarga que significa una carrera que crece más y más frenaron o pararon el ímpetu inicial. Hoy la Facultad cuenta con una Comisión Especial para la carrera en contexto de encierro y se ha logrado acumular investigación y conocimiento basados en los años transcurridos. Es transversal a todas las corrientes y en ese compromiso no existen campos ni egos.

Sin duda la asignatura pendiente es poder ampliar la oferta de carreras y extender la cobertura a otras unidades penales pero eso depende no sólo de la Facultad sino del presupuesto, la voluntad política y el mejoramiento de las relaciones institucionales con juzgados y autoridades del sistema penal llamativamente ausentes del acto académico que tuvo como protagonista al primer egresado.

Todo ello es parte de tópicos que merecen más profundización y que, si no se agotan en los siguientes, pueden servir para orientar la investigación y la práctica:

¿Cuándo o hasta dónde “la educación como práctica de la libertad” pasa a ser cómplice de un sistema de penas y encierro donde la alienación es un elemento determinante?

¿Cuáles son las relaciones de poder, autoridad, liderazgo, sumisión que se ponen en juego entre docentes, agentes penitenciarios, entre internos e internas y de cada elemento de la ecuación entre si y con los otros?

¿De qué modo esta intervención en un contexto de encierro en un “adentro” reproduce las pertenencias de clase, los porcentajes de accesibilidad a la educación superior del “afuera”? ¿Pesan de igual modo el capital cultural y simbólico de cada estudiante en este contexto?

¿Qué papel juega la historia personal, la subjetividad, los prejuicios entre quienes trabajan con personas privadas de libertad?

¿Es posible la implementación efectiva de políticas públicas que busquen en proyectos educativos la baja de reincidencia en el delito, ya comprobada?

La UNSa tiene un escudo bellísimo, obra del artista plástico Osvaldo Juane y con un lema que la marca desde su creación “Mi sabiduría viene de esta tierra”, pensado por ese grande que fue Manuel J. Castilla. Es seguro que los y las asistentes a esta defensa de tesis lo recordamos cuando ese hombre de rasgos criollos y ojos brillantes comenzó a hablar seguro y firme exponiendo lo investigado que es también parte de su nuevo comienzo, un proyecto de vida.

El presidente del Tribunal de Evaluación, el licenciado Miguel Rosales, lo sintetizó de forma hermosa dedicándole a su flamante colega Raúl algunos versos de un poema de Paco Urondo escrito en el Penal de Villa Devoto:

Del otro lado de la reja está la realidad,

de este lado de la reja también está la realidad

la única irreal es la reja;…

*Ex directora de Radio UNSa, FM 93.9, emisora integrante de ARUNA, Asociación de Radios de Universidades Nacionales de Argentina.