Saeb Erekat, una de las caras más conocidas internacionalmente de la causa palestina, murió a los 65 años, días después de haber dado positivo por coronavirus. Secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Erekat sufría fibrosis pulmonar y recientemente se había sometido a un trasplante de pulmón. Sus restos fueron trasladados en la tarde del martes a Ramalá, ciudad de Cisjordania ocupada donde se organizará una ceremonia militar el miércoles por la mañana. Desde la Conferencia de Paz de Madrid en 1991, Erekat estuvo involucrado en todos los procesos negociadores, fue uno de los arquitectos de los Acuerdos de paz de Oslo y fue nombrado jefe negociador palestino en 1996, cargo que ejercía desde ese entonces.

El presidente palestino, Mahmud Abbas, lamentó su fallecimiento y lo calificó como un "gran líder nacional y prominente académico que vivió su vida como un luchador y un duro negociador defensor de Palestina, su causa, su pueblo y su independencia nacional". Abbas decretó luto nacional por tres días en los que las banderas en edificios públicos ondearán a media asta.

Erekat era uno de los más cercanos colaboradores de Abbas y a menudo se le presentó como uno de sus potenciales sucesores. Había criticado la reciente normalización de las relaciones entre Israel y varios países árabes, ya que fueron pactos que no esperaron un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. En agosto, en una videoconferencia con periodistas, había cuestionado esta normalización que, según decía, "socava la posibilidad de la paz" y "refuerza a los extremistas" de ambos lados.

Nacido en la ciudad cisjordana de Jericó el 28 de abril de 1955, Erekat vio por primera vez a un soldado israelí a los 12 años durante la Guerra de los Seis Días. Desde ese momento fue consciente de su identidad palestina. Erekat no faltó a una negociación de paz con Israel desde 1991, cuando se presentó en la conferencia de paz de Madrid con la tradicional "kufiya" palestina negra y blanca sobre los hombros, y buscó la mirada del primer ministro israelí Isaac Shamir para decirle: "Estoy aquí. Ya no podes negar mi existencia".