Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) fueron sancionadas en 2009 bajo la promesa de avanzar en tres objetivos básicos: Ordenar, fortalecer y democratizar los partidos políticos. Luego de tres elecciones presidenciales y cinco legislativas, los alcances del sistema electoral cosechan, año tras año, críticas y resistencias por parte de oficialismos y oposiciones, según los vaivenes de la coyuntura. En este 2020 pandémico, el debate lo reactivaron gobernadores e intendentes: ¿hay que mantenerlas intactas, pulirlas o directamente eliminarlas? Modificar su carácter obligatorio es una alternativa que hoy tiene en carpeta el Gobierno nacional.

Pero comencemos por el principio. La genealogía de las PASO se remonta a la fallida gestión del exministro de Economía Martín Lousteau. La denominada “crisis del campo”, derivada de la resolución 125, no solo dejó como herencia un terreno fértil para la construcción de una alianza política de derecha, sino que provocó un conflicto interno dentro del peronismo que intentó ser resuelto a partir de una reforma política que dio origen a las PASO. “Se crearon no tanto porque el sistema de partidos estaba complicado, sino porque la interna del peronismo estaba complicada. Fue una respuesta directa al posible surgimiento de una candidatura interna competitiva, una ley de lemas por otros medios,”, explica a Página/12 Ernesto Calvo, doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad de Maryland.

¿Fueron una herramienta útil? Sin marcar una preferencia a favor o en contra, Calvo afirma que no tuvieron un rol importante a la hora de fortalecer los partidos: “En 2011 y 2019 fueron un referéndum preelectoral que no cambió mucho; una gran encuesta, más allá de la estructura que proveen a nivel provincial”. En relación a 2015, en donde Mauricio Macri le ganó la interna de Cambiemos a Elisa Carrió y Ernesto Sanz, el politólogo plantea que es una buena discusión pensar qué hubiera sido de la alianza opositora sin primarias.

En contraposición, Julio Burdman, doctor en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Políticos de París, asegura que facilitaron la construcción de alianzas y evitaron fraccionamientos. “No me animo a decir que no hubiera habido Cambiemos sin primarias, pero ese instrumento le permitió a una coalición multipartidista elegir un candidato presidencial en el marco de una interna regulada por ley. Además, en las provincias lograron que las coaliciones se mantuvieran unidas. Los sectores disidentes, en lugar de romper, presentaron listas alternativas y acompañaron al ganador. No es casual que en 2020 tengamos dos grandes coaliciones --Frente de Todos y Juntos por el Cambio-- que ordenan la política nacional”, expresa.

“Son engañosas”, sostiene Gerardo Scherlis, doctor en Ciencia Política en la Universidad de Leiden, Holanda. El investigador del Conicet reconoce que las PASO reducen la fragmentación y fuerzan el armado de coaliciones previo a que se desarrollen los comicios. Sin embargo, apunta que “a la gente se le dice que vaya a votar para elegir candidatos, cuando en realidad en 2011 y 2019 no hubo competencia en fórmula presidencial, y en 2015 le sirvió a Cambiemos para formar su coalición, pero la interna no tuvo competitividad. Después son casos muy irrelevantes”. Scherlis propone que se elaboren “mecanismos sinceros” como establecer requisitos más exigentes para presentar candidaturas.

¿Deben ser obligatorias? Para María Esperanza Casullo, doctora en Ciencia Política de la Universidad de Georgetown, pueden ser una herramienta útil, pero “no deberían funcionar como primera ronda de facto. No deberían ser obligatorias ni para los partidos ni, sobre todo, para los votantes”. En la consideración de la politóloga no tiene sentido que los electores tengan obligación de ir a votar en una elección interna, que transforma al sistema en un proceso de tres rondas. Además, señala que el hecho de que los partidos compitan entre sí para quedar primeros en el resultado global, “desvirtúa lo que debería ser una elección primaria”.

Frente al clamor de los gobernadores provinciales e intendentes para que se suspendan las PASO, en el Gobierno estudian avanzar con un proyecto para que a partir del año que viene se elimine el carácter obligatorio. De esta forma, los votantes tendrían la posibilidad de elegir participar o no de las primarias, y los partidos, en caso de presentar lista única, no podrían competir hasta las elecciones generales.

El largo camino hasta diciembre. El rotundo triunfo de Alberto Fernández frente a Macri, por 16 puntos de diferencia, puso sobre la mesa de debate una posible falla de origen en el diseño. ¿Cómo transitar desde agosto hasta diciembre la larga agonía de la derrota y las presiones especulativas? "Lo que pasó con Macri es análogo a lo que sucedió con Alfonsín y Menem. Alfonsín tuvo que entregar el poder antes porque ya nadie lo veía como presidente. A Macri le pasó mismo. Desde agosto en adelante todo el mundo sabía que el presidente era Alberto. En Argentina, la inestabilidad económica genera juegos de expectativas que atraviesan lo político y requieren tenerlo en consideración", afirma Burdman.

El costo. El único punto que reúne consenso en todo el arco de especialistas es que las críticas acerca del costo económico de realizar la jornada electoral no es un argumento válido. En ese sentido, Scherlis afirma que no es central porque "la democracia no se puede medir en dinero". No obstante, remarca que la jornada electoral "supone mucho músculo puesto en la organización del acto que más recursos humanos requiere de todo el funcionamiento del Estado. Todo eso para reducir la oferta electoral, no me convence", enfatiza. 

¿Qué opinan los votantes? Las PASO implican un ciclo electoral más extenso y, posiblemente, más intenso. No obstante, según Calvo, no existen posiciones fuertes por parte de la ciudadanía, sino más bien débiles. Según el investigador, la opinión de los votantes varía en cada elección de acuerdo al beneficio o perjuicio que le puede ocasionar al partido que va a votar o por situaciones particulares como múltiples jornadas electorales en un corto período de tiempo.

Al respecto, Burdman recordó lo sucedido en 2015, el año con mayor cantidad de elecciones en la Ciudad de Buenos Aires desde la vuelta a la democracia. Los porteños fueron a las urnas en seis oportunidades: tres para comicios locales y tres para nacionales. "Probablemente ahí haya un fastidio por parte de la sociedad ante tanta consulta para definir un proceso político y no economizar tiempos", indicó.

A once años de la reforma, el debate acerca de cuáles es el mejor mecanismo para elegir representantes sigue abierto, y una pregunta queda picando: ¿Son esenciales para la democracia? "No, pero tampoco un problema”, concluye Calvo.