Héctor Daer, el triunviro de la Confederación General del Trabajo (CGT), habla sin parar y apenas lo hace para tomar un poco de agua. El detalle es que durante la entrevista con PáginaI12 evitó iniciar sus respuesta con un sí o un no. En todo momento se preocupó en citar el contexto en el que enmarca sus conclusiones. En ese marco, aseguró que tiene la obligación de mantener la esperanza en cuanto a que el gobierno se siente a dialogar con los trabajadores y que acepte correcciones a sus políticas económicas. Pero advirtió que el futuro se complicará si el presidente Mauricio Macri no entiende que “el único modelo económico sustentable es el que cierra socialmente”. 

  –Han pasado unos días desde el paro, ¿cuál es la evaluación de esa jornada?

 –Le pusimos un adjetivo: contundente. Y los datos son más que claros, a la ciudad de Buenos Aires ingresan por día tres millones de trabajadores y muchos de ellos se movilizan en un promedio de casi un millón de autos. Ese día sólo ingresó un tercio. Esto da cuenta del acompañamiento que tuvo no sólo del sector del trabajo sino de bastos sectores de las sociedad como comercios y pymes. La verdad que uno no quiere hablar de éxito porque lo que se pretende es que haya algunos caminos de salida.

–¿Existen esos caminos, hubo contactos con el gobierno?

–Mire, las consecuencias que tienen que ver con la caída del empleo y la pobreza tienen dos vectores. Una es el derrumbe del poder adquisitivo del salario, hay una caída de la actividad económica producto de la disminución del consumo que coincide con la apertura de importaciones y trae menor consumo y para colmo, lo que se consume tiene mayor impacto en cosas importadas. Eso se nota en la industria automotriz donde hay mayor venta pero cada vez producimos menos porque los que más se venden son los de alta gama. Ahora, en este marco, cuando se dice que hay que dialogar sobre estos temas nosotros planteamos hablar de temas que son de fondo donde buscamos sostener una matriz de sociedad que no signifique sólo producir materias primas para exportar sin valor agregado. 

–Imagino que me está hablando de un cambio de modelo económico.

–Le pongo un ejemplo, digamos que todo el dinero que mueve el sector del agro es 100. Pues bien, el sector textil mueve apenas cinco. Pero ojo, ambos tienen la misma cantidad de trabajadores, formales e informales. Esto es lo que planteamos, no se puede decir que hay ineficiencia en el sector industrial y por lo tanto se deben cerrar las fábricas porque el impacto social es importantísimo. Si el país tuvo una devaluación impresionante en diciembre de 2015 y el año pasado una inflación del 40 por ciento, que desacomodó todo, no se puede esperar menos de lo que está ocurriendo. Esto es, endeudamiento, caída del consumo y del salario, es para preocuparse.

–Pero el gobierno insiste en su programa que provoca lo que usted describe. Entonces, ¿se puede cambiar el modelo? ¿Lo quiere hacer este gobierno?

–Lo primero que tiene que hacer el gobierno es comprender lo que está ocurriendo porque las 300 mil personas que siguen alrededor de ese sector, el textil, no se las puede tirar al margen del sistema productivo porque lo único que hacemos es agudizar la espiral descendente que vive el país. A lo que aspiramos nosotros es que el gobierno tenga una foto de lo que pasa en la Argentina. No me importa lo discursivo porque lo peor que podría sucederle a ellos es que no se defiendan. 

–¿Le pareció que lo que dijeron los ministros y el presidente Macri sólo eran fuegos de artificio?

–El presidente estaba en el medio de una cumbre del sector financiero y debía decir algo. Ahora la realidad es otra, deben tomar la foto de lo que ocurrió. Hay algunos funcionarios que reconocieron que sintieron la medida y la consideraron importante. Si no toman conciencia de eso es por lo menos una equivocación. Entiendo que pueden ponerse contentos porque hay una sector de la sociedad que los respalde pero su responsabilidad como gobierno es el de armonizar los diferentes sectores de la sociedad. Inclusive estos sectores que hoy están en la Casa Rosada fueron muy críticos con ‘el vamos por todo’ que le endilgaban al gobierno anterior. Pero ahora resulta que es exactamente lo mismo cuando dicen que “no nos van a poner palos en la rueda y vamos a seguir”. Es necesario que entiendan que a la democracia la deben comprender como un instrumento que institucionaliza la representación del pueblo en determinadas personas. Pero esas personas no son los dueños. Un plan económico debe ser del que gobierna pero nosotros, que representamos otro sector de la sociedad, les decimos lo que creemos que se debe corregir porque las consecuencias están a la vista, no?

–Macri le dio poca entidad al paro pero ahora lo considera como parte de la campaña electoral. ¿Es una muestra de debilidad?

–El quiere que en octubre se defina todo pero nosotros somos una representación plural y a mi no me cabe la menor duda de que muchos compañeros nuestros votaron al PRO. Algunos deben estar desilusionados y otros tal vez no. Pero en nuestra representación está que queremos discutir si vamos a trabajar los sábados y domingos o no. En esos temas los compañeros se sienten representados por nosotros.

–Insisto, ¿acaso no es una muestra de debilidad el recurrir al pretexto electoral?

–Es una estrategia de polarización. En la historia no muy lejana de nuestro país, salvo en 2001, siempre la polarización se planteó desde el poder para dividir. Entonces poner la confrontación por delante da cuenta que están buscando contener y abroquelar a su gente. Me parece entonces que en un momento donde la desilusión por los cambios prometidos que nunca llegaron está creciendo, la respuesta del gobierno es confrontar con el pasado olvidando el presente y el futuro. Nosotros no acordamos con eso porque lo que hay que discutir es lo que ocurre ahora para mejorar el futuro. Pero hay un tema más en el que queremos participar y que por ahora está herméticamente cerrado y es la relación entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) porque eso nos puede cambiar la matriz como país para toda la vida. 

–¿La CGT lo visualiza como un peligro ese acuerdo que se está trabajando?

–Lo que vemos como peligroso es que los acuerdos sólo prevean que nosotros mandemos materia prima y que ellos nos devuelvan productos manufacturados, mano de obra, tecnología, ciencia aplicada y nosotros sólo seamos consumidores. El trabajo, el valor agregado será para Europa en detrimento de lo nuestro.

–Macri polariza con el pasado reciente que es el kirchnerismo al que lo califica como negativo. ¿Usted coincide con esa lectura del pasado?

–Lo que creo es que la democracia que recuperamos en diciembre de 1983 siempre dejó deudas. Hoy (por ayer) se publican datos oficiales de la ciudad de Buenos Aires donde dice que el 50 por ciento de los ingresos es inferior a 15 mil pesos y el 25 por ciento es inferior a ocho mil pesos. Eso da cuenta del marco de pobreza que existe y que es una deuda del pasado. Eso es lo urgente por resolver pero no se lo va a conseguir aumentando la pobreza como ocurre ahora. La imagen de este gobierno era ir a pobreza cero pero la realidad es que los pobres son más.

–¿Tiene esperanzas en que este gobierno vaya a cambiar?

–Debo ser sincero, no soy un peatón que deambula por la vereda, tengo una responsabilidad por detrás y lo peor que podemos hacer es matar la esperanza. Creemos que objetivamente no se puede reducir la pobreza si no se modifican ciertas políticas. Y no es una locura lo que pedimos, queremos que los gremios vayan obteniendo, de manera responsable, incremento en su poder adquisitivo a través de paritarias sin tope.

–No es lo que muestra el macrismo y el ejemplo es la paritaria docente.

–Será un grave error que las paritarias terminen yendo por debajo del salario real porque mayor recesión con inflación superior al salario terminará por debilitar la actividad económica que agudizará y profundizará la crisis social. Ese no es un buen camino. Así que nosotros no le planteamos que dejen de gobernar ni que pongan el plan B. Lo que le decimos es que un modelo económico sirve si cierra socialmente. Si no cierra no sirve para nada. No se puede ajustar la macroeconomía con un daño a los sectores más vulnerables. Creemos que lo que está haciendo el gobierno va a deteriorar aún más la estructura social. Insisto, el único modelo económico sustentable es el que cierra socialmente.

–Toda una definición para que desde el gobierno lo tilden de kirchnerista.

–No, no, no. Tuve en todos esos años momentos de apoyar ese proceso (se refiere a los 12 años del FpV), luego fui crítico más que nada cuando el gobierno anterior se encerró en sí mismo. Pero no cabe duda de que en esos años pudimos recomponer salarios, veíamos las dificultades en la macroeconomía pero nunca el gobierno anterior fue sobre los que menos tienen.

–Al final, ¿alguien lo contactó desde el gobierno?

–No, sólo me crucé un momento con el ministro de Trabajo (Jorge Triaca) en un programa de TV. Quedamos en comenzar una ronda de conversaciones y nada más. 

–Le recuerdo que Pablo Moyano dijo que diálogo sí pero no sólo para la foto.

–Bueno, el diálogo son varias cosas. Primero debe haber un compromiso de discutir una agenda que se acuerde. Segundo, que esos ítems se puedan discutir y no que sean verdades únicas. Tercero, lo que se acuerde entre los sectores que participen se firme y se cumpla pero además, que el Estado sea garante de los compromisos que se asuman porque de lo contrario los fracasos recientes nos impiden tener una visión de mediano plazo.

–A ver, ¿no cree que la CGT debería haber reaccionado con más firmeza cuando el presidente Macri vetó la ley antidespidos?

–En ese momento la CGT no estaba normalizada pero uno tiene en claro que cada momento histórico tiene una realidad social diferente. En octubre pasado fuimos facultados para tomar una medida y en ese momento el gobierno nos convoca al diálogo que generó una fuerte expectativa. Algunas cosas se resolvieron como la ley de Emergencia Social e incluso se resolvió el tema ganancias, no sé si el proyecto fue el mejor, pero se le dio una respuesta al reclamo. La expectativa que generaron esas mesas, donde se acordó el bono de 2000 pesos y el acuerdo de no despidos, se realizaron en un marco donde las condiciones no eran las mismas de hoy. El problema fue que en enero se produjeron gran cantidad de despidos y la decisión de sostener el cierre de empresas tecnológicas permitió que todo empresario que quisiera despedir trabajadores lo podía hacer y ahí es donde decidimos que había que frenar esta situación. Entonces se convoca a una marcha donde se piden modificaciones del programa económico y se advierte que si no teníamos respuesta íbamos al paro. Lo que desfiguró la marcha fue la violencia del final y tapó a una de las movilizaciones más grande de los últimos 40 años. El gobierno se quedó con la foto de cuando se llevaron el atril y no vieron la realidad, no actuaron en consecuencia. Bueno, nosotros fijamos el paro que la sociedad acompañó con intensidad. Es importante que ahora el gobierno no tropiece de nuevo con la misma piedra y vea lo que está ocurriendo en las calles. 

–Es consciente de que si el día de la movilización anunciaba la fecha del paro se convertía en Ubaldini. ¿No pensó en eso?

–Sí, pero sabe qué pasa, nosotros somos coherentes con el planteo. Si no hubiésemos acordado la marcha, habríamos ido directamente a un paro pero consensuamos esta estrategia en el consejo directivo de la CGT. También podríamos haber hecho un paro en octubre de 2016 pero sin embargo forzamos el diálogo y gobierno accedió. Me parece que si no hubiésemos dados estos pasos el paro no habría sido tan efectivo porque el microclima nuestro nos limita la mirada pero la realidad es que una marcha se la hace con los propios pero para un paro es diferente. No alcanza con los nuestros porque se necesita el acompañamiento del resto de la sociedad.

–Ahora, el día de la movilización, los que pedían la fecha del paro eran los afiliados sindicales y no sectores que respaldan al kirchnerismo. Eran todos.

–Insisto, esos son los propios. Uno hablaba con los cuerpos de delegados y se hablaba de avanzar al paro pero luego los delegados que iban a hablar con los compañeros debían explicar las razones del paro. Ahora, para convocar al resto había que multiplicar la convocatoria.

–Y ahora qué viene. ¿Existe un plan de lucha?

–Lo que existe es un poder facultado o conferido por los trabajadores y la sociedad de plantearle al gobierno el cambio del modelo. Eso es lo de hoy, no sé qué vendrá después.

–Está bien, usted apuesta al diálogo pero, ¿hasta cuándo se debe esperar? 

–Hay que tener cuidado de no caer en decir que no hablamos más porque de lo contrario nos transformamos en una versión testimonial de la realidad mientras la nave va por otro lado y ocurren cosas que nos perjudican. Hay que tener mucho equilibrio y la estrategia precisa. Hay veces que el afán de posicionamiento termina generando esa visión testimonial de la vida y esto, llevado a los efectos concretos, nos puede dejar solo con el discurso mientras la realidad va por otro lado.

–Vuelvo a citar a Pablo Moyano. El dijo que si no hay respuesta hay paro en 20 días. ¿Es una expresión individual o eso se discute hacia adentro de la CGT?

–No, en la CGT hay un debate de ideas muy claro y que a veces lleva su tiempo. El instrumento del paro es una herramienta que nunca la vamos a negar. Ahora, la buena utilización en términos estratégicos de esos instrumentos nos puede generar, al cabo de un tiempo, mejores resultados. Esto es lo que hay que focalizar y centrarse. Estamos en una experiencia inédita porque no peleamos contra la dictadura ni contra un gobierno peronista, pero donde gobiernan liberales, como ocurrió en los noventa. Ahora estamos frente a un gobierno que ganó las elecciones con nombre, apellido, ADN y todo, y que tiene dos años más de mandato.

–¿Caracteriza al gobierno de Macri como neoliberal?

–Creo que tiene cosas similares al menemismo con algunas diferencias como que en aquellos años la apertura de la economía se produjo en un mundo que se expandía, cuando ahora el mundo se cierra, donde todos quieren vender y ninguno comprar. En ese sentido tiene similitudes, con altas tasas y donde de cada 4 dólares que ingresa uno solo va a inversiones estrategicas y el resto al mercado financiero. Tiene similitudes pero no creo que sean lo mismo.

–¿Cree que puede tener el mismo final?

–Los temores son mayores. Hoy hay un discurso muy metido sobre esto de las inversiones pero para ello necesitan menos derechos y menos salarios para que las inversiones se concreten. Basta con mirar el mapa de la región y ver, por ejemplo, que México le ofreció a los Estados Unidos las zonas francas de derecho laboral o maquilas y Estados Unidos les respondió con el muro que deben pagar los mexicanos. No alcanza con bajar salarios, destruir derechos, entonces o consolidamos sectores internos con una visión de lo que podemos vender al mundo y no con la mirada de la economía mundial.

–¿Hubo algún contacto con el papa Francisco por esta problemática?

–No hemos hablado con él pero leemos lo que a diario genera. Tuvo la valentía de intentar un debate de fondo que no existe en el mundo y es sobre el trabajo. En su última encíclica dijo que el dinero multiplica el dinero y descarta, a través de la tecnología, a las personas y destruye al planeta. Eso es una guía de que hay rumbos alternativos para el mundo. 

–Volvamos una vez más al diálogo con el gobierno. Usted dijo que de parte de ellos solo hubo fuego de artificio, pero hay un decreto que se inmiscuye en la vida de los sindicatos. ¿Eso no complica el diálogo?

–Todos los adjetivos complican el diálogo, este decreto también. Pero los que hablan de la necesidad de democratizar a los sindicatos no saben que nosotros le vemos la cara a los compañeros todos los días. En la época de los militares hubo un decreto que tiró por tierra el padrón de afiliados, cuando lo rehicimos teníamos más. La conciencia sindical es muy grande entre los trabajadores. 

–¿Es optimista o pesimista en cuento a lo que puede pasar con el gobierno? 

–Si no fuera optimista, si por lo menos no tuviera la vocación de intentarlo, estaríamos matando la esperanza y el movimiento obrero lo que no puede hacer es justamente eso, matar la esperanza.