Entre gritos, silencios, cantos y lágrimas, el barrio de La Boca transitó este miércoles la noticia del fallecimiento de su ídolo Diego Armando Maradona. A las puertas de La Bombonera se acercaron espontáneamente abuelos, padres, hijos y nietos que, entre recuerdos del 10 en cancha, levantaron un santuario en la entrada de Branden 805 para homenajear al ídolo fallecido. A pesar de la tristeza, una certeza circuló en el ambiente: a Maradona hay que recordarlo con alegría

La última vez que Diego pisó el Estadio Alberto J. Armando fue el pasado 7 de marzo, en su visita como director técnico de Gimnasia y Esgrima de La Plata. En el marco del homenaje que todos los clubes de Argentina le brindaban en cada cancha visitada, los hinchas de Boca pudieron cantarle, otra vez, el famoso "cuando va a la cancha la 12 le agradece todo lo que dieguito se merece". "Verlo caminar de vuelta por nuestra cancha fue único, pero en ese momento no nos imaginábamos que iba a ser la despedida", comenta ahora a Página 12 Ángel Lugo, hincha y socio de Boca que vive sobre Brandsen, detrás de la popular sur de La Bombonera. 

Lugo cuenta que, en horas del mediodía de este miércoles, salió a la vereda de su local de indumentaria del club cuando su vecino le mostró la noticia en un celular. Primero no lo creyó y se rio, pensó que era otra de "las mentiras que dicen, porque Diego parecía inmortal". Cuando los vecinos finalmente confirmaron la noticia, la vereda se sumió en un silencio solo cortado por algunas lágrimas.

Así estuvo el barrio de La Boca hasta que, unas horas después, comenzaron a llegar los primeros hinchas para homenajear a Maradona. En Brandsen y las vías, donde se ubica la entrada más emblemática del estadio, empezaron a resonar algunos gritos. "Diego vive", se escuchó desde un auto al pasar, mientras de a poco los hinchas se acercaban con ramos de flores, rosarios, velas, fotos, banderas y camisestas con el número 10, que eran dejadas sobre los molinetes de acceso. Bajo el escudo xeneize y las tres banderas --dos de Boca, una de Argentina-- que ya flameaban a media asta, se había formado una especie de santuario

También allí se sentaron durante horas Patricia Sánchez y su hijo Ángel Gabriel, con la 10 de Carlos Tevez. Vecinos del barrio e hinchas del club se apostaron delante de los molinetes temprano en la tarde y planeaban quedarse al menos hasta la noche o hasta que finalmente se decidiera dónde iba a hacerse el velatorio. Sánchez asegura que, para ella, Maradona era "como un hermano mayor" y que de esa manera siente la pérdida. Sonríe cuando recuerda que pudo conocerlo, abrazarlo y que todavía guarda la camiseta de Boca firmada por el 10. Ángel Gabriel es un niño pero tiene la suerte de ver brillar a Maradona en videos de YouTube.

"Yo lo vi cuando debutó acá contra Talleres de Córdoba en el '81", afirma Gustavo Ramírez que, además, dice que a él lo apodan "Pelusa", como a Maradona. Casi todo el barrio de La Boca asegura haber presenciado en cancha aquel mítico debut del ídolo con la azul y oro. En cualquier caso, verdad o mentira, el diagnóstico es el mismo y se sintetiza en algunas de las palabras que este miércoles recorren esas calles: "irrepetible", "único", "inigualable". El recuerdo más vivo que mantiene Ramírez es bien concreto: "cuando corría al lado de la tribuna se te erizaba la piel". 

Del retorno de Maradona a Boca, en el período de 1995 a 1997, Luciano, que también vive en La Boca y es de familia totalmente xeneize, recuerda "no haber visto nada igual, más allá de lo que jugaba, lo que transmitía en la cancha no volvió a repetirse". Luciano no puede hablar mucho, pero concluye dos cosas: que por un tiempo "no se debería mover más la pelota" y que a Maradona "lo tienen que enterrar acá, en su cancha, porque es el más grande de la historia del club". 

También La Bombonera supo ser escenario de algunos desacuerdos. Cuando en 2009 Juan Román Riquelme decidió renunciar a la Selección argentina dirigida por Maradona, en la cancha los hinchas se manifestaron a favor del actual vicepresidente segundo del club, en algo así como un cabildo abierto. Ahora, Lugo recuerda ese momento y se muestra arrepentido: "No tendríamos que habernos metido en esa pelea, los dos nos dieron todo a los hinchas", señala. 

Tal vez por eso los dos máximos ídolos pueden convivir en el mural que da hacia la cancha en la esquina de Juan de Dios Filiberto y Brandsen. Allí aparecen pintadas las figuras de buena parte de las glorias del club, pero el único que grita un gol con la camiseta de Argentina es Maradona. Camiseta que, con el número 10, tiene puesta "Pelusa" Ramírez, el que lo vio debutar contra Talleres, y el que, aunque se le escapen algunas lágrimas, asegura que "al Diego hay que recordarlo con alegría". 

Avanzada la tarde, cerca de las 17, los hinchas empiezan a entonar los cantitos dedicados al ídolo. En la esquina del mural, un hombre con la suplente de Boca estaciona su auto, baja y abre un baúl del que se asoman dos parlantes. Prende la música y, mientras ya retumban algunos bombos, suenan Los Piojos, después Rodrigo: todo el pueblo canta "maradó maradó"