Los rumores comenzaron a circular cerca del mediodía. Ambulancias de diferentes empresas llegaron como si se tratara de una reunión hacia la casa en Tigre en la que pasó sus últimas dos semanas, lo que despertó la alarma de los vecinos. Pasadas las 13, la confirmación de la noticia que iba a impactar al mundo: a menos de un mes de haber cumplido 60 años, había muerto Diego Armando Maradona, tras una descompensación cardíaca que los médicos intentaron revertir y no pudieron. Su frágil corazón, ese que tantas veces había entregado por la Selección Argentina, ya no resistió, fruto de un deterioro que venía de años y que se había agravado por su adicción al alcohol y la dependencia a los psicofármacos. Su delicada salud había sufrido un golpe casi definitivo a principios de noviembre, cuando fue intervenido de manera urgente por un hematoma subdural en su cabeza.

El informe de la fiscalía de San Isidro, que intervino en el hecho, sostiene que la última persona que lo vio con vida, el martes a las 23, fue su sobrino. Ayer a las mañana, a las 11.30, llegaron su psicólogo y psiquiátra y entraron a la habitación. Encontraron a Maradona aparentemente dormido, pero no respondió cuando lo llalaron. Ellos llamaron al sobrno y al asistente personal que estaban en la casa para que también lo despierten, pero nadie pudo. La enfermera y la psiquiátra le hicieron maniobras de reanimación, lamaron a las ambulancias y pidieron un médico a la guardia del barrio privado. Un cirujano vecino fue a la casa e intentó reanimarlo. Luego, los médicos que llegaron en las ambulancias le dieron ampollas de adrenalina y atropina pero nada pudo revertir el cuadro. Diego Maradona estaba muerto. Había muerto en su cama.    

Sebastián Sanchi, encargado de prensa de Diez, confirmó la noticia que ya se había disparado como un reguero de pólvora por los diferentes medios del mundo. “Con dolor tengo que informar que falleció Diego Maradona. Fue en su casa del barrio de Villa Nueva. No hay consuelo”, escribió Sanchi en la cuenta de Twitter.

Hacía exactamente dos semanas había recibido el alta clínica en el sanatorio Olivos, donde fue operado el 3 de noviembre, para continuar con un tratamiento ambulatorio. Maradona había obtenido el alta clínica pero no el alta médica, ya que continuaba con un “cuadro de abstinencia” por su adicción al alcohol, por lo que debía seguir el tratamiento de manera ambulatoria.

El recorrido médico del astro había empezado el lunes 2, cuando fue internado en la clínica Ipensa, de La Plata. Fue entonces cuando se le detectó el hematoma subdural que generó su traslado a la clínica Olivos para ser operado esa misma noche. Esa intervención se extendió por 55 minutos y fue considerada “exitosa” por su médico personal, Leopoldo Luque, el neurocirujano de 39 años que siguió su evolución observando “notables mejorías” hasta el jueves. Ese día, sin embargo, el panorama cambió y lo que parecía un alta inminente se transformó en una extensión de la internación, ya que Maradona estaba recuperado de la operación, pero ahora padecía “un cuadro de abstinencia”.

Esa permanencia se prolongó por cinco días más, cuando Maradona abandonó la clínica Olivos, recuperado de la intervención quirúrgica pero no de esa abstinencia, para la cual necesitaría un tratamiento más prolongado. 

La fiscalía de San Isidro se hizo cargo del caso y procedió a llevar el cuerpo a la morgue, para que se le realice la autopsia que confirme las causas de su muerte. Por la noche se supo que los resultados señalan que fue una insuficiencia cardíaca aguda en un paciente con una miocardiopatía dilatada, insuficiencia cardíaca congestiva crónica que generó edema agudo de pulmón. A millones de fanáticos ya nada les importa, sólo llorar a su máximo ídolo.