Después de una jornada emotiva, con una multitud que se había dirigido hacia la Casa de Gobierno, el velatorio de Diego Armando Maradona tuvo un cierre caótico, con escenas de violencia. La situación se agravó por el accionar de efectivos policiales que hicieron disparos con balas de goma y lanzaron gases lacrimógenos sobre las personas que querían despedir al ídolo.

El presidente Alberto Fernández aseguró, en referencia a los incidentes, que “si no hubiéramos organizado esto, todo hubiera sido peor”, dada la conmoción generada por la muerte de Maradona y el deseo generalizado de rendirle un homenaje popular. El mandatario agregó que todo se precipitó por la “desesperación de algunos que creyendo que iban a quedarse afuera de la despedida rompieron la puerta de entrada(a la Casa Rosada) y todo se complicó”.

Luego de producirse la represión por parte de la Policía de la Ciudad, en el centro porteño, el ministro del Interior, Wado de Pedro, les exigió al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y al vicejefe Diego Santilli “que frenen ya esta locura que lleva adelante” la fuerza a su cargo. Puntualizó que “este homenaje popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a Maradona”.

Luego del velatorio, el féretro fue retirado a las 17.44 de la Casa Rosada, hacia su morada final en un cementerio de la localidad bonaerense de Bella Vista. El cierre del velatorio se adelantó por expreso deseo de la familia de Diego, con el propósito de realizar una ceremonia íntima, para luego depositar el cuerpo de Maradona en el mismo sitio donde están enterrados los restos de sus padres, Doña Tota y Don Diego, fallecidos en 2011 y 2015 respectivamente.

El cortejo fúnebre cambió el recorrido original y tomó por Paseo Colón hasta la Autopista 25 de Mayo, Perito Moreno, Acceso Oeste, Camino del Buen Ayre y calle Roca hasta el cementerio Jardín de Bella Vista, en el partido de San Miguel.

El fin del velorio tuvo lugar después de que un grupo de los asistentes treparan las rejas de Balcarce 50 e ingresaran al Patio de Las Palmeras. Una reja del ingreso a la sede gubernamental se venció ante la presión ejercida por una parte de los asistentes, lo que provocó un desborde incontenible y un avance descontrolado hacia el interior de la Casa Rosada.

Las imágenes de violencia comenzaron cuando se puso fin al velatorio popular, ante un cambio en el cronograma, y ante el avance de la multitud reunida en la Plaza de Mayo. La policía comenzó a reprimir a los asistentes. Las escenas de extrema tensión se produjeron cuando dentro del edificio se encontraban el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner.

La Policía de la Ciudad de Buenos Aires había cortado, a las 14, los accesos principales hacia la Plaza de Mayo. El corte era a la altura de la avenida 9 de Julio y miles de personas vieron frustradas sus intenciones de despedir al máximo ídolo del fútbol argentino.

Luego de varios minutos de tensión en el cordón que había armado la policía sobre el ancho de la Avenida de Mayo, se registraron las primeras escenas de violencia de la jornada.

Ante la situación, varias unidades policiales en motos y camiones hidrantes se sumaron para dispersar a la gente cuya única intención era darle el último adiós a Diego. El accionar policial provocó corridas hacia el sur de la ciudad, y también hacia el norte e incluso hacia el oeste, en dirección al Congreso Nacional.

Luego de varios minutos de violencia, la policía hizo retroceder a los y las personas que querían llegar hasta la Rosada. Los efectivos volvieron a armar la barrera que impedía el avance hacia la Plaza de Mayo.

Antes de los incidentes, la vicepresidenta Cristina Kirchner había ingresado a la sede gubernamental. Lo hizo pasadas las 14,30, en medio del descontrol que ya se registraba en los alrededores de la Casa Rosada. Cuando la vicepresidenta se ubicó al lado del féretro, se habían cerrado momentáneamente la puerta por la que ingresaba el público en general. Previamente, la ex presidenta había participado de una sesión en el Senado, en la cual se había rendido homenaje a Maradona, a la vez que se postergaron para un nuevo encuentro los temas inicialmente previstos.

La ex presidenta, que tenía una estrecha relación con Maradona y lo había saludado por teléfono el 30 de octubre por su cumpleaños número 60, colocó un rosario sobre el ataúd.

El velatorio comenzó a las 6.17, cuando se abrieron las puertas de la Casa de Gobierno. Antes, sólo estuvieron acompañando los restos de Diego su ex esposa Claudia Villafañe con sus hijas Dalma y Giannina, entre otros, mientras una multitud aguardaba en la Plaza de Mayo. Los presentes vestían camisetas de Boca, River, Newell's Old Boys y Rosario Central y hasta de Gimnasia, el último club al que estuvo ligado Diego como entrenador, y Estudiantes de La Plata. Hinchas de todos los clubes “archirrivales” del fútbol argentino, unidos otra vez por la magia del dueño histórico de la camiseta número 10 de la Selección Nacional.

En las primeras horas de la mañana, todo era silencio, salvo las canciones dedicadas a Maradona que se oían, en forma ininterrumpida, desde los equipos de sonido del Cabildo.

“Gracias por todo Diego”, “Esto no se va a repetir nunca más en la historia de la humanidad”, “Diego fue un trabajador más, el más grande del mundo pero con conciencia de clase”, fueron algunas de las frases que repetían los que esperaban darle el último adiós al astro del fútbol mundial. Lo único lamentable fue el final de gases y balas sobre personas que sólo reclamaban entregar una postrera ofrenda de amor.